Capítulo. 25 (Ustedes deben casarse).

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Uno más chicas disfrutenlo y no olviden dejar sus comentarios y ⭐ hasta pronto.

Después de 18 años, sus bocas estaban de nuevo una sobre la otra y sus lenguas, volvían a reconocerse dentro, enredándose la una con la otra, intentando llegar hasta lo más profundo. Esteban volvió a reconocer ese sabor dulce, suave y sensual, que desprendían los labios de ella, la separó por unos segundos para observar su rostro y vio que ella tenía los ojos cerrados y los labios entreabiertos, en señal de entrega absoluta. Su autocontrol estaba desapareciendo a pasos agigantados. El estaba listo para entrar en ella. Pero y ella, ¿Estaría lista para recibirlo?
El tiempo se había ralentizado. Bajo un cielo lleno de estrellas y la luna como único testigo; dos cuerpos se anhelaban el uno al otro. Durante muchos años, esos dos corazones, no habían sentido nada parecido. Esteban había tenido sexo con otras mujeres, pero sólo había sido eso sexo, por que hacer el amor, sólo podía hacerlo con María, ya que ella era la única mujer en el mundo a la que él había amado y a la que seguía amando con la misma pasión y la misma intensidad que el primer día. Bajó una de sus manos hasta el nudo del pareo de María, intentando deshacerlo y ella buscó el filo del sweater rojo que él llevaba puesto. En pocos segundos los dos quedaron desnudos tumbados sobre la roca. Esteban volvió a apartarla de su cuerpo para observarla.
E: (encendido de pasión). Dios mío, sigues siendo hermosa. La más hermosa de las mujeres.
En ese instante, escucharon el motor de un coche que se acercaba.
M: ¡Los chicos!
María reaccionó inmediatamente, se incorporó y se volvió a anudar el pareo.
E: (enfadado) ¡podían haber tardado un poco más!
M: esto no está bien. No debería haber ocurrido.
Ambos se dirigieron hacía el campamento.
Los chicos llegaron de su marcha nocturna, ajenos a lo que allí estaba pasando y se encontraron el campamento solitario.
H: ¿y como lo vamos a hacer para dormir?
Alex: escuchadme todos he tenido una genial idea.
V: a ver, ¿que ha ideado ahora, la mente privilegiada de mi hermanito?
Alex: veréis. ¿Sólo hay tres tiendas de campaña verdad?
H: si, ¿y?
Alex: que tu y yo vamos a dormir en esta y Estrella y Víbian en aquella.
Es: ¿y nuestros padres?... ¡Ha, ya, ya lo entiendo! No tendrán más opción que dormir juntos en la que queda.
H: es una idea fantástica.
Es: pues vamos, que parece que ya vuelven.
Los chicos se repartieron en sus tiendas y cuando María y Esteban llegaron al campamento, se encontraron con la sorpresa de que tenían que compartir la única tienda que quedaba libre.
M: ¿y ahora que hacemos? Sólo queda una tienda.
E: (con cara pícara). Pues compartirla.
M: ¡Hay no! De eso nada. ¡No, no! Yo no estoy dispuesta a entrar ahí contigo. No después de lo que pasó entre nosotros hace un rato.
E: (Le pone cara de corderito para dar pena). Está bien, dormiré aquí fuera, a la intemperie y pasando frío.
M: Tampoco quiero que agarres un catarro y enfermes por mi culpa. Puedes entrar, pero antes, tienes que prometerme que no vas a ponerme la mano encima. La tienda es lo suficientemente grande, para que no tengamos que acercarnos el uno al otro durante toda la noche.
E: (divertido al recordar, la costumbre que tenía ella de abrazarlo instintivamente mientras dormía). Está bien. Prometo no acercarme a ti, si tú no te acercas primero a mí.
M: ¿estás loco? Has perdido la cabeza si crees que yo voy a acercarme a ti lo más mínimo. (Muy segura de si misma).
Los dos entran y se acomodan uno a cada lado de la tienda, espalda con espalda. María se durmió, mientras Esteban impaciente, ya no sabía que postura coger. Al cabo de un par de horas más o menos, María hizo el movimiento tan esperado por Esteban, se dio media vuelta y pasó uno de sus brazos por encima del pecho de él abrazándolo. Esteban la recibe.
E: ¡por fin, ya era hora! Sabía que no me ibas a fallar mi amor.
La sujetó por la cintura y la abrazó fuertemente contra su cuerpo. Después, los dos entraron en un profundo sueño, que duró hasta el otro día.
A la mañana siguiente, los chicos se habían levantado temprano para preparar el desayuno.
María se despertó lentamente, al escuchar los ruidos que hacían los chicos en el exterior y se encontró frente a frente con la cara de Esteban muy cerca de la suya y con sus brazos sujetándola por la cintura. Se incorporó bruscamente y se apartó de él. Esteban, despertó inmediatamente, al sentir la ausencia de María entre sus brazos.
M: Eres un farsante, me has mentido. Tú me prometiste no tocarme y al despertar, te encuentro abrazado a mí.
E: ¡No, no!, de eso nada. Yo prometí no tocarte si tu no lo hacías primero.
M: ¿acaso pretendes insinuar que la que dio el primer paso fui yo?
E: (feliz, por haberse salido con la suya) ¿Es que ya no recuerdas tu encantadora costumbre de utilizarme de osito de peluche cuando dormíamos juntos?
M: (muy enfadada). Me has utilizado y espero que te aproveche, por que esto no se va a repetir jamás ¿Lo has oído bien Esteban San Román? ¡Jamás! Tú y yo vamos a casarnos, pero no esperes nada de mí. Nos vamos a casar, sólo para que yo pueda estar cerca de mis hijos y tú de los tuyos, pero entre nosotros no habrá intimidad nunca más, ¿oíste?, nunca más.
A Esteban, le encantaba la forma que tenía ella de decir su nombre completo cunado estaba furiosa con él.
María, salió de la tienda de campaña muy enojada consigo misma, por que sabía que Esteban tenía razón. Seguramente ella lo había abrazado durante la noche, pero se calmó al notar que los chicos la miraban divertidos.
Es: ¡buenos días!
M: buenos días.
H: fuimos a despertarlos antes, pero estaban durmiendo tan relajadamente y tan abrazaditos, que preferimos dejarlos en paz.
M: (avergonzada). Verán chicos, es que anoche salimos a dar una vuelta y cuando regresamos, ustedes ya estaban durmiendo y habían ocupado las demás tiendas, entonces Esteban y yo decidimos
V: no importa. Está bien ¿Y para cuando es la boda? Por que ya que han pasado dos noches juntos, pues creo que ustedes ahora deben casarse. (Bromeando).
E: (que salía en ese momento). El miércoles, el miércoles por la tarde habrá boda.
Todos a la vez: ¿Qué?
E: ¿si, ustedes han planeado todo esto para que María y yo, pesemos más tiempo juntos y lleguemos a algo?, es por que María les gusta, les gusta mucho, ya que no han hecho nada para separarnos como hicieron con mis anteriores relaciones y como ambos necesitamos compañía y al parecer yo tampoco caigo mal a sus hijos, pues anoche, hablamos y decidimos casarnos para que todos, formemos junto con Ángel una familia.
Es: sí, papá. Los dos queremos que ustedes se casen. María es una gran persona y sentimos que ya empezamos a quererla.
María orgullosa abraza a su hija.
M: gracias Estrella, muchas gracias hija mía.
H: (abraza a María). Bienvenida a la familia San Román.
M: (con lágrimas en los ojos). Gracias hijo.
E: (dirigiéndose a Víbian y Alex) ¿y vosotros? ¿Qué opináis vosotros de nuestra boda?
Alex: También nosotros opinamos que es usted una gran persona que podría hacer feliz a mi mamá.
Esteban se puso muy feliz, al escuchar que sus hijos lo veían como una gran persona. Pero esa felicidad le duró poco tiempo.
V: espero que la haga muy feliz. A ver si así se olvida de una vez y para siempre de ese cobarde de nuestro padre.
A Esteban, le impactaron mucho las palabras de su hija.
E: (triste). Voy a dar un paseo ahora vuelvo.
H: ¿y ahora que mosca le habrá picado?
M: voy a ver que le pasa. (Va tras él).
Cuando le alcanzó, el se encontraba mirando al mar con la vista perdida.
M: ¡Esteban!
E: no debiste venir, necesito estar solo.
M: escucha. Ellos no te conocen, no te reconocen como padre. Pero parece que como padrastro les caes bien y eso es un buen principio.
E: ¿ellos conocen toda la historia?
M: si, la han conocido siempre, desde que empezaron a entender.
E: No debiste decírselo, no debiste decirles que yo te dejé abandonada en aquel lugar y embarazada de ellos.
M: ¿Y qué querías que les dijera? ¿Que tu también estabas muerto?
E: cualquier cosa menos la verdad. Si yo jamás podré perdonarme. ¿Cómo van a perdonarme ellos cuando se enteren que yo soy su verdadero padre?
M: Esteban yo no se mentir.
E: ¿ellos saben que tienen hermanos?
M: si, pero no saben como se llaman, ni la edad que tienen. Sólo saben que son mayores que ellos y que tú los separaste de mi lado haciéndoles creer que yo había muerto.
E: espero que algún día puedan perdonarme todo el daño que les he hecho.
M: ye te dije que no debemos pensar más en el pasado. Ahora debemos crear un futuro para nuestros hijos.
E: ¿y nosotros?
M: nunca volverá a haber un nosotros.
E: y, ¿entonces como vamos a construir un futuro?
M: tú y yo no tenemos futuro, en cuanto se arregle el asunto de nuestros hijos, te pediré el divorcio.
E: ¡María!
M: ¿Acaso piensas que puedo cerrar los ojos al pasado? Para ti es muy fácil Esteban. Tú, no has vivido el miedo ni la soledad entre esas rejas. Ya te dije que mi amor por ti murió, murió sin que tú hicieras nada para evitarlo y ahora, no puedes pretender borrar todo eso de un brochazo.
E: está bien, dejemos nuestras diferencias a un lado y volvamos; que nuestros hijos estarán preocupados.
Todos pasaron el día, comentando divertidos sobre la cara que pondrían todos en la casa, al enterarse de la noticia.
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