El último de este día chicas disfrutenlo que tengan lindos sueños
Esteban sentó a María en sus rodillas y empezó a besar la parte de sus mejillas por las que habían pasado sus lágrimas llegando hasta la boca. Poco a poco, fue desabrochando cada uno de los botones de la chaqueta de María y cuando hubo terminado, la tumbó sobre los cojines del sofá, para poder hacer lo que tanto le gustaba antes de empezar a amarla. Disfrutar de la vista que le ofrecía el cuerpo de su esposa. La apertura de la chaqueta de María, dejó al descubierto un pequeño sujetador de satén rojo.
E: ¡mmmmm! ¿Llevas ropa interior de color rojo?
M: sí, ¿Por?
E: por que esto se está poniendo muy interesante.
Bajó su cabeza y comenzó a mordisquear el pequeño sujetador, junto con su contenido.
Alba y Carmela acababan de llegar. Mientras que Carmela se fue directamente a su cuarto. Alba encendió una lamparita auxiliar, para buscar un libro que la ayudara a inducir el sueño; pero al acercarse a la estantería, vio la escena que estaba ocurriendo entre Esteban y maría en el sofá. Ellos absortos a todo lo demás, seguían con sus caricias y sus besos.
A: (muy celosa). Podrían irse a su cuarto para eso ¿no? (En ese momento tenía ganas de matar a María).
María se levantó de un salto y se cruzó la chaqueta con las manos.
E: (muy molesto por la interrupción). Y tú podrías ser un poco más discreta.
A: ¿es que acaso no entienden que en esta casa vivimos mas personas?
E: ya está bien tía. Esto no es asunto tuyo.
A: no te entiendo Esteban. Tú siempre has sido un hombre comprensivo y razonable, pero cuando esta mujer está de por medio, dejas de ser tú mismo.
M: nada de esta mujer. Su mujer. Por que te guste o no yo soy su esposa. Su única esposa y esta es mi casa. Mía, de mi marido y de mis hijos y por eso puedo hacer lo que quiera y donde quiera.
A: ¿la escuchas? ¿Has escuchado lo que acaba de decirme y te vas a quedar callado?
E: Tía, María sólo ha dicho la verdad.
A: pero, ¿Es que vas a permitir que me hable así, después de que te he dedicado los últimos 18 años de mi vida?
E: yo nunca te lo pedí. Lo hiciste por que querías y porque te convenía.
A: ¿Por qué me convenía? ¿Acaso crees que fue fácil cuidar de tres mocosos, de la casa y de ti durante 18 años?
M: no llames mocosos a mis hijos y si tanto te molesta que yo haya vuelto y que vuelva a ser la señora de esta casa; sólo tienes que coger la puerta e irte a vivir a otro sitio. No voy a ser yo quién te lo impida.
A: si piensas que por que tú me lo pidas, voy a dejar esta casa que ha sido mi hogar durante tantos años. Estás muy equivocada. (Se fue ha su habitación).
María se abrochó la chaqueta.
M: Vamos, Esteban. Nos vamos a cenar fuera. Necesito salir de aquí.
E: está bien. Voy a coger las llaves del coche.
M: te espero fuera. Necesito respirar un poco de aire fresco.
Los dos decidieron ir a cenar a un chino. Ambos mantenían una conversación muy amena. Hablaban de los gustos y rarezas de sus hijos. De lo encantador que era Ángel y del por que Ángel nunca supo quién era su madre. Estaban tan entretenidos con su conversación, que no se dieron cuneta de que una mujer se acercaba a ellos.
X: Hola Esteban.
Los dos alzaron la mirada, para ver quién los saludaba.
E: (muy sorprendido). ¡Rosalía!
R: mucho tiempo sin vernos ¿Verdad?
E: ¿Pero tú no te habías ido a vivir a Europa?
R: sí, y allí sigo. Pero he tenido que volver para solucionar algunos asuntos.
Rebeca no era una mujer muy guapa, pero sí muy provocativa. Su edad debería rondar los 38 años, de estatura alta, pelo rubio y unos hermosos ojos negros.
María tuvo que hacer gestos para ser presentada.
M: ¡Ejem!
E: perdón. María ella es Rosalía una amiga. Rosalía, ella es mi esposa.
R: ¿al final te volviste a casar? ¿Cómo conseguiste que tus hijos aceptaran por fin una madrastra?
E: (muy molesto). Ocurrió y eso es todo.
R: No, Esteban no es todo. Uno de tus hijos hizo que yo perdiera el mío al poner esa pastilla de jabón aquel día en las escaleras justo antes de que yo bajara y a consecuencia de esa caída yo perdí a nuestro hijo.
María no podía creer lo que estaba escuchando. ¿Esteban hubiera podido tener un hijo con otra mujer? El le había prometido que durante esos 18 años, jamás se había vuelto a enamorar de otra mujer y ahora se encontraba con que eso no era cierto, que él había querido a otra hasta el ponto de haber podido tener un hijo con ella.
María se sentía morir por dentro. Tenía que salir de ahí o se desmayaría allí mismo delante de todos. Se levantó, agarró su bolso y salió a la calle. Pidió un taxi y le dio la dirección del departamento de Luciano.
Esteban salió tras ella, pero para cuando terminó de pagar y salió a la calle, el taxi ya había partido.
Rosalía salió tras él.
R: Esteban, perdona, no era mi intención. Pensé que ella ya lo sabía, que tu ya le habías contado
E: lo nuestro ya hace mucho tiempo que terminó. No se por que has tenido que contarlo delante de mi mujer.
R: siento haber metido la pata. Sólo me acerqué para saludarte.
E: ¿y para eso has tenido que hacer tanto daño a mi esposa?
R: ya te he pedido perdón Esteban, Pero es que me dio tanta rabia pensar que a ella la han aceptado sin más y que a mí me las hicieron pasar de todos los colores entre tus hijos y tus tías que
E: eso ocurrió hace 15 años Rosalía. Mis hijos han crecido y han madurado; y ahora si me permites, voy a buscar a mi mujer.
R: si claro, espero que la encuentres pronto y vuelvo a disculparme.
E: adiós Rosalía.
Esteban cogió el jaguar y se dirigió directamente a casa. Entró llamándola a voces.
E: ¡MARÍA! ¡MARÍA! ¡MARÍA!
Los chicos que ya estaban de regreso en la casa, salieron los cinco para ver que pasaba.
Alex: ¿que pasa Esteban? ¿Y mi mamá?
Es: sí papá. ¿Por qué buscas a María? Ella salió contigo. O por lo menos eso es lo que nos dijo Tránsito.
Án: (como siempre guardando la calma). A ver, cuéntanos que es lo que ha pasado
Todos se sentaron en el salón alrededor de su padre. Esteban estaba muy angustiado, pero aún así les contó lo que había pasado en el restaurante a sus hijos.
V: no entiendo a mi mamá. En ese tiempo ella no tenía nada que ver contigo. Es más ella aún estaba encerrada.
Alex: ya sabes lo celosa que es con las personas a las que quiere.
V: pues no se si volverá esta noche. Lo que si puedo decirte sintiéndolo mucho es que si conozco a mi mamá. Esta se la vas a pagar muy caro.
Esteban recordó cuando escuchó esas mismas palabras de la boca de Carlos aquel día durante ese crucero y se angustió mucho más.
E: tenemos que buscarla. Ayúdenme a encontrarla por favor.
Alex: está bien repartámonos. Héctor, tú irás a casa de Lupita.
H: ¿Lupita, la secretaria de las empresas?
Alex: si, la mamá de Lupita es muy amiga de mi madre, es más trabaja para ella en la joyería que tenemos en Xochimoco. Víbian, tú irás a casa de los abuelos. No olvides coger las llaves.
V: está bien. Salgo para allá.
Alex: Ángel y Estrella. Acérquense al restaurante por si hubiese vuelto por allí buscando a Esteban.
Án y Es: ok. Ya vamos.
Alex: Esteban tú vas a ir al apartamento que tienes cerca de las empresas.
Esteban, estaba sorprendido por la decisión y la calma con que su hijo estaba llevando la situación. Lo tenía todo controlado. Inspiraba confianza y autocontrol. ¡Dios mío! Era clavado a su madre. A su lado todos los problemas parecían poder tener solución.
E: (mirando a Alex muy orgulloso). Está bien hijo, aunque no creo que esté allí.
Alex: Hay que barajar todas la posibilidades Esteban.
E: desde luego. Enseguida salgo para allá. ¿Y que vas a hacer tú?
Alex: alguien se tiene que quedarse en casa por si le da por volver. Además no puedo olvidar el examen de mañana.
E: (abrazando a su hijo). Hijo eres fantástico. Gracias, Gracias por ayudarme.
Todos salieron para sus destinos. En un par de horas, todos volvieron a la casa sin haber encontrado ninguna pista sobre el paradero de María.
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EL CASTIGÓ DE AMARTE
Romancehola le traigo esta historia espero la disfruten tanto como yo fue escrita por ARECIA no es mía si les gusta dejen sus comentarios y ⭐⭐ les dejo un pequeño avance