Capítulo. 55 (María regresa a casa).

922 68 7
                                    


Quince días después, María estaba totalmente recuperada de sus heridas. El psicólogo le dijo a Tomás que podía darle el alta, que por su parte no había más trabajo que hacer.
Tomás llamó a Esteban para informarle. En cuestión de minutos, Carlos y él estaban en la clínica.
T: Esteban, El psicólogo le ha dado el alta a María. Dice que lo que falta para su completa recuperación, es algo que tiene que salir de ella misma. Laura, también me ha dicho que el embarazo sigue su camino en perfectas condiciones y que no debería tener ningún problema, si sigue con el tratamiento y las revisiones periódicas. En cuanto a sus heridas y contusiones, está totalmente recuperada; así que hemos decidido que esta misma mañana vuelva a casa.
C: ¿Y Qué vamos a hacer ahora? Las reparaciones en la casa de mis padres, están aún sin terminar. Y mi esposa está en tu casa conmigo. En cuanto la vea, va a hacer muchas preguntas a las que no se que contestar.
E: En cuanto Tomás me llamó, le dije a mi tía Carmela que preparase la habitación que comunica con la mía para María ya que lamentablemente de momento no podemos seguir compartiendo la nuestra. Le diremos que hemos pedido a Erica que se quede allí con ella. Lo que siento es que tú tampoco vas a poder dormir con tu esposa.
C: Bueno. Está bien. Espero que tu idea funcione.
Cuando entraron en la habitación de María, ella ya había sido avisada de que se marchaba de la clínica y había preparado ya su maleta. Se había arreglado con lo que tenía a mano, un traje chaqueta azul azafata y un top blanco que Erica le había llevado el día anterior y recogió su cabello en una coleta bien alta lo que le daba un toque fresco y juvenil.
E: (Pensando). Está bellísima. No solo su mente ha retrocedido en el tiempo; al parecer todo su cuerpo la ha acompañado en ese viaje. Nadie al verla adivinaría la edad que realmente tiene. Además como ya ocurriera anteriormente, el estar embarazada le sienta muy bien.
M: bueno ¿Nos vamos?
C: Espera cariño. Escucha. No podemos ir a casa. Necesitaba unas reparaciones y ahora está llena de peones, trabajando sin parar.
M: ¿Y donde vamos a meternos mientras terminan?
C: Esteban nos ha ofrecido su casa y además ha invitado también a Erica para que te acompañe.
M: (Coqueteando con Esteban como lo había estado haciendo durante los quince día anteriores). Gracias, Esteban. Ahora no sólo eres mi guardaespaldas. También eres mi casero. (Le dio un beso en la mejilla, muy cerca de la comisura de los labios).
Esteban estuvo a punto de abrazarla y besarla, sin importarle la reacción que ella pudiera tener.
E: ¿No sabes lo que me gusta la idea de que vivas en mi casa?
M: (Seguía coqueteando con él). Y tú no sabes lo que me gusta a mí la idea de poder verte en pijama. Por cierto que esta noche, como buen anfitrión; tienes que sacar a tu invitada a cenar fuera.
C: ¡María! Acabas de salir del hospital. Deberías descansar unos días más antes de
M: Déjalo ya, hermanito. No seas aguafiestas. Ya he descansado bastante durante estos quince días. Ahora necesito divertirme. Tú sabes que no me gustan las discotecas, pero una buena cena y un paseo a la luz de la luna, acompañada por un hombre tan interesante como tu amiguito; no me va a hacer daño.
E: Será un verdadero placer para mí, dar ese paseo bajo la luz de la luna contigo. Paro ahora vamos a casa. Quiero presentarte a mi familia.
M: (Bromeando) ¡Oye, oye! ¡Frena el carro! ¿No te parece que vas muy deprisa? Hace solo quince días que nos conocemos ¿Y ya quieres presentarme a tu familia? Jajaja.
E: (La agarra por la cintura). Y mucho más rápido me gustaría ir.
M: (Empujando ligeramente a Esteban) ¿No vas a decir nada hermanito? Tu amigo, me está tirando los tejos.
C: Lo que me extraña es que no te tire el tejado entero. Llevas coqueteando con él desde que te lo presenté. Ahora vamos, Erica y los chicos nos están esperando.
M: ¿Quiénes son los chicos?
C: En cuanto lleguemos los conocerás.
Los cinco chicos estaban sentados alrededor de Erica charlando animadamente. En el mismo momento que Carlos, Esteban y María entraron en la casa; el silencio se hizo en el salón. Los jóvenes no sabían que hacer ni que decir; pero Esteban rompió el hielo, Presentando a María y a los chicos.
E: Ellos son: Héctor, Alex y Ángel, y ellas: Estrella, Víbian y mi tía Carmela.
M: Yo soy María. Encantada de conocerlos a todos.
Cuando maría besó a los chicos, sintió una enorme ternura en su corazón. No podía explicarse ese sentimiento de protección que de golpe se había apoderado de ella.
M: ¿Todos viven aquí?
E: Sí. Su madre los dejó a mi cuidado.
M: ¡Vaya, vaya, Esteban San Román! No dejas de sorprenderme. No todo el mundo se atreve a cuidar de cinco adolescentes de una vez ¿Y se van a quedar mucho tiempo?
E: Mientras quieran quedarse pueden hacerlo.
M: ¿Puedo hacer yo lo mismo? (Volvía a coquetear con él).
E: Por supuesto. Puedes quedarte para siempre si quieres.
M: Para siempre es mucho tiempo. Pero una temporadita a tu lado, si que me quedaría. Y ahora ¿Me puedes indicar donde está mi habitación, por favor? Necesito darme una ducha.
E: Sí, claro. Es la tercera del ala derecha la que comunica con la mía.
M: ¿Mi habitación comunica con la tuya?
E: Sí, pero no te preocupes. La puerta está cerrada y las llaves las tienes puesta en tu cerradura.
M: ¡huuu! Erica. Menos mal que dormimos juntas. Por que no se si resistiría la tentación.
E: No la resistas, por favor. ¡No la resistas!
María comenzó a subir las escaleras y se cruzó con Alba que las bajaba.
M: (Extendiendo la mano). Hola. Soy María ¿Y usted es?
A: Déjate de tonterías, estúpida. No tengo tiempo para tus jueguecitos.
M: (Desde las escaleras). Esteban. ¿Se puede saber quién es esta especie de higo arrugado con el que acabo de cruzarme por las escaleras?
C: María, por favor ¿Quieres sujetar tu lengua?
A: ¡Esteban! ¿Acaso vas a permitir que me insulte delante de todos?
E: jajaja. Tú empezaste antes, tía. Ahora, atente a las consecuencias.
A: No puedo creerlo. Lo único que le quedaba a esa mujer eran sus buenas maneras. Paro parece ser que hasta eso ha perdido. Menuda educación les está enseñando a sus hi
E: ¡TÍA ALBA! Tú y yo ya hablamos esta mañana.
María se dio media vuelta y se fue a su habitación. Tras la ducha, volvió al salón; encontrándose con los muchachos por las escaleras.
M: Chicos. ¿Tienen algo programado para esta noche? Mañana es sábado y deberían salir a divertirse por ahí.
V: ¿Vas a hacer tu eso?
M: ¿El qué?
V: Salir de discoteca ¿Vas ha hacerlo?
M: A mí, no me gustan las discotecas; pero sí, pienso salir a cenar fuera esta noche y pretendo que ese hombre tan atractivo me acompañe. (Señalaba a Esteban con el dedo)
Es: ¿Podemos acompañaros?
M: Por mí no hay problema ¿Ahora hay que preguntarle a Esteban que es lo que opina él?
Esteban, Carlos, Erica, Alba y Carmela ya estaban sentados a la mesa.
H: PaEsteban ¿Podemos acompañarlos a María y a Ti esta noche a cenar?
E: claro que sí y ustedes dos podrían venir también. (Dirigiéndose a Carlos y Erica). También podríamos llamar a Luciano y Ana Rosa y a Gerardo y Verónica.
Alex: Y a Leonel. Así estaremos todos.
M: Muy bien. Me encanta conocer gente.
A: Iremos todos.
Car: Pero Albita. Nadie nos ha invitado.
A: No digas tonterías, Carmela. No hace falta que nos inviten. Si van todos sus amigos ¿Por qué no pueden hacerlo sus Tías?
E: está bien, Hagan lo que quieran, pero tengamos la fiesta en paz.
M: De eso nada. Si la momia va, yo me quedo.
Los cinco chicos: (Muertos de risa por el comentario de su madre hacía la tía). Y nosotros tampoco.
E: (Le faltó muy poco para atragantarse con la cena al romper en carcajadas). Jajajaja. Ya oíste tía. Creo que se van a tener que quedar.
A: ¡Esto es inaudito! ¿En esta casa la señora habla y los demás tenemos que callar? ¡Esto no es justo Esteban!
M: Lo que no es justo es que tú quieras aguarnos la fiesta. No pienso pasar toda la velada viendo la cara de parecer andar estreñida que siempre tiene.
V: Si. Mi maMaría tiene razón.
A: (se levanta de la mesa). Me voy. No voy a permitir que esta mujer, me insulte en mi propia casa.
M: Ya te he dicho mil veces que esta no es tu casa. Esta casa es de Esteban y ¿Mía? (Ni siquiera entendía por qué había dicho eso, pero lo descartó y siguió hablando). Esta casa es de Esteban y él nos ha invitado a permanecer en ella todo el tiempo que queramos. Y ahora la que se va soy yo. He perdido totalmente el apetito ¿Me disculpan?
María se fue a su habitación y Esteban la siguió, pero ella había echado la llave a la puerta.
E: (A través de la puerta). ¿María? ¿María, estás bien?
M: (Sin abrir la puerta). Sí. Sólo necesito descansar un rato.
E: ¿Sigue en pie lo de la cena de esta noche?
M: (abrió la puerta). Por supuesto. No voy a permitir que esa vieja estúpida y amargada nos fastidie la fiesta.
E: ¿Sabes? No me gustaría estar para nada en la piel de mi tía.
M: ella se lo ha buscado solita. Nadie puede meterse con María Fernández y quedarse tan tranquilo.
E: muy bien. Ahora tengo que acercarme a las oficinas. He de trabajar, pero a las 9 en punto paso a recogeros a ti y a los chicos.
M: Te estaré esperando. (Le acaricia la barbilla con su mano). Me pondré muy guapa para ti. (Le hace un guiño).
Esteban tuvo que salir de allí corriendo o la hubiese tomado en ese mismo instante.
<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<

EL CASTIGÓ DE AMARTE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora