Capítulo. 44 (Por fin un testigo).

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Unas horas más tarde, Esteba se encontraba en un avión camino de Aruba. Cuando llegó a Casa de Carlos; todos lo chicos se encontraban charlando cerca de la chimenea desparramados por la alfombra. Miguel se veía muy contento por haber podido conocer a sus primos y bromeaba con ellos alegremente. Cuando erica abrió la puerta, se quedó muda de la impresión.
E: ¿es que no me vas a invitar a entrar?
Er: si claro pasa, pasa.
Todos se quedaron mirando a Esteban.
E: creo que los fugitivos de mis hijos tienen que explicarle muchas cosas a su padre.
H: (se incorporó de un salto). El que tiene que darnos un montón de explicaciones eres tú.
E: ¿De qué se supone que están hablando?
Carlos hizo un gesto a Erica y a Miguel y los tres salieron del salón.
Es: de Ángel, de Ángel y de ese otro hijo que tienes con esa mujer. Gladis.
E: (Dándose cuenta de que sus hijos sabían ya lo de Ángel). Lo de Ángel tiene su explicación. Pero ¿de que demonio hablan cuando dicen que tengo otro hijo con Gladis?
Alex: eso es lo que ella le dijo a mamá. Que los dos tuvieron un hijo, hace 25 años.
E: ¡Pero eso no es cierto! El hijo de Gladis tiene su propio padre y se llama Tomás.
Es: (sorprendida) ¿Tío Tomás?
E: verán. Cuando estábamos en la universidad. Gladis nos engañó a los dos. Los dos mantuvimos una relación con ella y al poco tiempo nos dijo que estaba embarazada pero que no sabía cual de los dos era el padre de esa criatura. Gladis pensó que así los dos la ayudaríamos a criar a ese pequeño, pero cuando nació, el padre de Tomás pidió una prueba de paternidad y esa prueba demostró que Tomás era el padre de ese niño.
H: y ¿por qué esa mujer le mentiría a mamá?
V: está claro que para separarla de papá.
Es: y ¿Qué ganaría ella con eso?
Alex: yo lamento mucho decir esto, pero creo que todo esto es una trama de la tía Alba. No se por qué motivo ella no soporta a nuestra madre y creo que se quiere deshacer de ella a cualquier precio; y si a esa mujer le gusta tanto el dinero como para traer un hijo al mundo para chantajear a dos personas y sacarles dinero; pudo aceptar dinero de la tía para incordiar a mamá.
H: pero no podemos acusar a nadie sin pruebas que lo demuestren.
E: eso tiene fácil arreglo.
Esteban cogió el móvil puso el manos libre para que los chicos pudiera escuchar la conversación y llamó a Gladis.
Gl: ¿bueno?
E: Gladis, tía Alba me ha dicho que fuiste a ver a mi esposa y le mentiste diciéndole que tu hijo era también mío. Pues quiero que sepas que te voy a denunciar con la policía por levantar calumnias contra mí.
Gl: pero Esteban. Eso no es cierto. Ella fue la que me chantajeó para que le hiciera ese favor. Me amenazó con contarle a mi marido sobre mi pasado como bailarina exótica. Él no sabe nada de eso y no quiero perderlo. Por eso me presté a su juego. Perdóname Esteban, por favor si me denuncias voy a perder a mi familia.
E: (sin entender por que su tía quería hacerle tanto daño). Está bien Gladis. El daño ya está hecho. No tiene por qué sufrir más gente por la maldad de mi tía.
Alex: (viendo a su padre triste). Lamento mucho tener la razón.
E: no hijo. El único culpable soy yo por soportar a mi tía durante tanto tiempo. Pero se acabó en cuanto vuelva la meteré en una clínica de salud mental. Ese resentimiento enfermizo que siente por María, sin razón alguna, no es normal. Creo que en su cabeza algo no anda bien.
V: ¿y cómo supiste que estábamos aquí?
E: Tía Alba me lo dijo.
V: ¡ella nos juró que no lo haría! Esa mujer está como una cabra. Hoy dice una cosa y mañana hace otra.
E: bueno, ¿y su madre? ¿Pensé que estaría aquí con ustedes?
H: pues pensaste mal. No tenemos ni idea de donde pueda estar. Tío Carlos lo sabe pero ella le ha prohibido decirnos nada ni a nosotros ni a ti.
E: ¿pero entonces está aquí en Aruba?
Carlos entraba en ese momento.
C: si, Esteban está en Aruba, pero no puedo decirte donde exactamente.
E: Pero Carlos. Antes de juzgarme debes escuchar lo que tengo que decir.
C: No hace falta Esteban. Escuché la conversación que tuviste con esa mujer y se que esta vez la trampa te la tendieron a ti. Pero tienes que entender que antes de decirte donde está mi hermana, tengo que hablar con ella para explicarle todo y entonces ella y sólo ella podrá decidir si quiere volver a verte o no.
E: por favor Carlos, trata de convencerla. Yo ya no puedo vivir sin ella. La verdad es que jamás pude dejar de amarla. Durante 18 años, traté de olvidarla y de rehacer mi vida, pero nunca pude hacerlo. Nunca pude sacar su recuerdo de mi alma, de mi mente ni de mi corazón. Yo se que tu no deseas que ella siga a mi lado, y tienes razón al pensar que no me la merezco, pero eres la única persona que puede ayudarme en este momento. Por favor, no me dejes en la estacada. Mi vida sin ella ya no tiene sentido.
C: estás muy equivocado, Esteban. Yo nunca he deseado que mi hermana y tu estén separados. Adoro a mi hermana y la conozco muy bien; por eso se que ella no podrá ser feliz si no está a tu lado. Trataré de hablar con ella, trataré de convencerla. Sólo te pido que luches para conseguir en vuestro matrimonio, la paz y la tranquilidad que ella se merece.
E: (estrecha su mano). Gracias Carlos, no sabes lo que esto significa para mí.
C: bueno, cambiemos de tema. Vas a tener que compartir cuarto con Miguel, por que tengo la casa totalmente ocupada por mis revoltosos sobrinos.
E: no, Carlos; no voy a quedarme. He reservado la misma habitación de hotel donde pasamos la noche María y yo hace 18 años.
C: ¿Que has hecho qué?
E: necesito pensar y ese hotel me pareció el mejor sitio para hacerlo.
C: ¿pero estás loco?
E: necesito terminar de una vez por todas con todos mis fantasmas y pasar estos tres días en ese hotel, es uno de mis mayores retos.
C: está bien. Tú sabrás lo que haces.
Los chicos se fueron a dormir muy conmovidos. Ahora sabían los verdaderos sentimientos que su padre tenía por su madre y se sentían profundamente orgullosos de él.
Esteban llegó al hotel y se dirigió directamente a recepción.
Recepcionista: ¿Qué desea?
E: soy Esteban San Román y tengo hecha una reserva.
El gerente del hotel, que se encontraba en ese momento saliendo de su oficina; se puso muy nervioso al escuchar el nombre completo de Esteban.
Ger: ¿De veras es usted el señor San Román? ¿Esteban San Román?
E: si, el mismo.
Ger: ¿puede pasar un momento a mi oficina por favor?
E: ¿para qué? ¿A caso ocurre algo con mi reserva?
Ger: no, pero le agradecería mucho que me permitiera hablar con usted un momento. Pase, por favor.
E: está bien ¿Usted dirá?
Ger: (sentándose en su sillón). Siéntese por favor.
Viendo que Esteban, permanecía de pie yendo nervioso de aquí para allá, El gerente decidió comenzar su relato.
Ger: verá. Hace 18 años, en este hotel se cometió un asesinato. En una de nuestras habitaciones, mataron a una mujer.
Esteban lo escuchaba anonadado.
Ger: un poco más tarde y en esa misma habitación, la policía arrestó a otra mujer que más tarde fue acusada de asesinato.
E: (muy nervioso). Acabe ya, por Dios ¿Qué es lo que intenta decirme?
Ger: esa mujer utilizaba sus apellidos; por ello he supuesto que se trataba de su esposa.
E: bueno, ¿y qué? Ella no lo Hizo.
Ger: ya lo se.
E: ¿qué?
Ger: que yo lo ví todo y se que ella no lo hizo.
E: ¿Qué? Vuelva a repetir eso por favor.
Ger: yo ví salir a un hombre de esa habitación, justo después de que sonara el disparo. Poco después ví entrar a su esposa. A través de la pequeña apertura que su esposa había dejado en la puerta, pude ver como ella se agachaba para poder ayudar a la persona que yacía muerta en el suelo y cómo sin querer, apoyó su mano sobre la empuñadura del arma que se encontraba tirada en el suelo cerca del cuerpo.
E: (lo agarra por la solapa de la chaqueta) ¿y se puede saber por que ha permanecido callado hasta ahora?
Ger: tiene que entender que por aquel entonces, yo tenía sólo 16 años, que acababa de entrar a trabajar en este hotel como botones y además aquel hombre me amenazó con matarme a mí también si abría la boca.
E: (soltando la chaqueta del gerente). Está bien, mantengamos la calma ¿Podría reconocer aún a ese hombre?
Ger: por supuesto. Su cara no se me ha olvidado nunca. Además, lo vuelvo a ver cada noche en mis pesadillas. Ese hombre era uno de los que iban en su grupo de amigos.
E: ¿está seguro de lo que dice?
Ger: totalmente seguro.
E: Si le enseño algunas fotos ¿podrá identificarlo?
Ger: si no ha cambiado mucho, puedo jurarle que si.
E: está bien, déme un poco de tiempo. Creo que para mañana por la tarde, podré tener esas fotos.
Ger: muy bien. Le estaré esperando.
Esteban se fue a su habitación. Se quitó la chaqueta y aflojó el nudo de su corbata. Tomó el móvil y llamó a Luciano.
L: ¿diga?
E: Luciano soy yo, Esteban.
L: ¿Esteban, por qué llamas a estas horas? ¿Ha aparecido María?
E: Escúchame Luciano. Estoy en Aruba, descubrí que maría está aquí y vine a buscarla. Me he alojado en el mismo hotel donde mataron a Patricia y he encontrado a un testigo que dice que vio todo lo que pasó hace 18 años. Él dice que vio al verdadero asesino, que es un hombre y que si ve una foto suya, podría identificarlo. Yo ahora voy a llamar a Lupita y le pediré que busque en los archivos las fotos de Bruno y Demetrio; Diego ya no vive y junto conmigo éramos los únicos hombres que vinimos en aquel viaje.
L: está bien, dile a Lupita que mañana temprano, pasaré por las empresas para recoger esas fotos y después, saldré para Aruba de inmediato.
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