Capítulo. 40 (El complot de Alba).

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Esteban y María, quedaron a solas en el salón. María estaba inconsolable, por el desastre producido en la casa que un día fuera de sus padres. Sentía mucho dolor al pensar, en todos los recuerdos que se habían perdido durante el incendio.
E: Ya, ya, mi amor. Ya ha pasado todo y gracias a Dios, no le ha pasado nada a ninguno de nuestros hijos.
M: (sin parar de llorar). Lo se, Esteban. Pero ¡sólo de pensar que os podía haber perdido a Alex y a ti! ¡No se que hubiera sido de mí si os pierdo a alguno de los dos!
Esteban la acurrucó entre sus brazos.
E: pero nada nos ha pasado. Alex está estudiando en su cuarto y yo te tengo entre mis brazos. Todo está bien.
Durante varios minutos, Esteban intentó consolar a María con palabras; pero viendo que esa táctica no producía el efecto deseado, tomó a María entre sus brazos; con la misma ternura que tomaría a un bebé, la llevó a su habitación y la depositó en la cama con mucho cuidado.
Esteban, se recostó a su lado y lentamente, muy lentamente; mientras le besaba el cuello, fue desabrochando uno a uno los botones de la fina camisa de seda roja que ella llevaba puesta. A continuación y sin dejar de besarla, colocó una de sus manos, sobre uno de los senos de ella y empezó a juguetear con él; despacio muy despacio. María ante las caricias de su esposo, comenzó a relajarse.
Esteban, bajó su mano, paseando las yemas de sus dedos desde los senos de María, pasando por su vientre, hasta acceder a la cremallera de su pantalón. En cuanto empezó a bajarla, ella contorsionó su cuerpo y acercó sus caderas hacía la mano de él.
Esteban, había logrado su objetivo; conseguir relajar a su esposa. Los miedos de ella, desaparecieron por completo, para convertirse en pasión y deseo. Un deseo incontrolable de que Esteban la acariciara más íntimamente, de que entrara en ella por completo, de que la penetración de él en el interior de ella, consiguiera apagar el fuego que ahora ardía en su interior.
Unos 90 minutos más tarde, bajaban los por las escaleras, besuqueándose como dos adolescentes.
Los chicos ya habían vuelto hacía un buen rato y Alex les había contado lo del incendio. Ellos, se asustaron mucho, pero Alex les explicó que todo había salido bien y sólo había habido pérdidas materiales de poca importancia. En ese momento, se percataron de la presencia de Esteban y María en el descansillo de las escaleras y todos disfrutaron divertidos, ante el incesante besuqueo de sus padres.
H: (divertido). ¡Ya está bien! ¿Acaso no se han dado cuenta que sus cinco hijos los estamos mirando?
V: ¡Déjalos Héctor! No todos los jóvenes de nuestra edad, pueden presumir de tener unos padres tan enamorados el uno del otro como los nuestros.
Es: (mirando a sus padres con amor). De verdad que ustedes hacen una bonita pareja ¡Dios mío, tengo un padre guapísimo y una madre espectacular!
E: ¿Verdad que tengo como esposa a la mujer mas hermosa del mundo?
M: (sonrojándose) ¡Esteban! No los animes por favor.
Án: (continuando con las bromas). Pero ustedes dos, van a tener que cambiar su horario para hacer sus cosas íntimas, si no quieren que sus hijos nos muramos de Hambre.
Alex: si, Ángel tiene razón. Además no se nos acostumbren a desaparecer a cada momento, para tener sus encuentros amorosos ¡eh!
Esta vez se sonrojaron los dos a la vez.
M: ya está bien, chicos; tengamos la comida en paz.
Se sentaron todos a la mesa y durante toda la comida, se escuchó un revuelo de voces. Cada uno de sus hijos, quería comentar a la vez, como les fue la mañana.
Esteban, los miraba feliz. El había sido hijo único y su mayor anhelo era tener una gran familia y ahora, sus sueños se habían convertido en realidad, una realidad maravillosa. Sus cinco hijos, estaban por fin juntos y a su alrededor. Esa maravillosa mujer, le había dado todo lo que él deseaba y sin pedir nada a cambio y ahora, era el hombre más dichoso del mundo, junto a sus hijos y al gran amor de su vida.
E: (sonriendo y mirando a su esposa con amor) ¿siempre es así?
M: No, el desayuno es peor por las prisas. Menos mal, que el papá de estas encantadoras criaturas, va a ayudar a su mamá mañana, a hacer el desayuno y repartirlo, antes de que cada uno de nuestros hijos se vayan a sus clases. Prepárate Esteban San Román, por que es un trabajo agotador créeme.
Esteban, besó suavemente los labios de su esposa.
Todos los chicos a la vez: Ya está bien par de tórtolos.
Es: ¿es que no se cansan de tanto arrechucho?
Esteban abraza a María, apretándola contra su pecho.
E: no, no nos cansamos ¿Verdad mi amor?
V: bueno nos vamos a tener que ir a tomar el café fuera. En esta casa está haciendo mucho calor ¿no creen?
Án: si, parece que está subiendo un poco la temperatura.
Alex: jajaja. Vamos entonces.
Todos se levantan de la mesa y se dirigen hacía la puerta.
E: ¡un momento jóvenes! Si piensan desprenderse tan fácilmente de nosotros, están muy equivocados. Ya es hora de que estos jovencitos, inviten a sus padres a un café.
H: está bien, vamos entonces ¿Os venís tías?
Car: si mis pequeños. Me encantará compartir un poco más de tiempo con ustedes.
M: ¿y tú, Alba? ¿Vienes con nosotros? (Lo dijo con ironía).
A: (con cara de pocos amigos). No, yo me quedo en casa, estoy algo cansada.
Alba, los vio partir a todos llenos de felicidad.
A: (pensando). No puede ser, mi idea de incendiar la casa de María, sólo ha servido para que ellos se unan más. Las cosas no marchan como yo pensaba, tengo que hacer algo pronto o perderé a Esteban para siempre.
Cinco minutos más tarde, Alba coge el teléfono.
X: ¿si?
Alba: ¿Gladis?
Gl: si, soy yo ¿Quién me habla?
A: soy yo, Alba San Román. La tía de
Gl: ¡Si, claro la tía de Esteban!
A: Un día te dije que recibirías noticias mías, si alguna vez necesitaba que me devolvieras el favor que te hice hace muchos años. Pues bien, ha llegado ese momento.
Gl: Pero Alba ha pasado tanto tiempo que pensé que ya lo habías olvidado.
A: pues pensaste mal.
Gl: Alba, es que este no es el momento apropiado. Me caso en unos meses y estoy muy ocupada con los preparativos de la boda.
A: ¡vasta ya! Tendrás que hacer lo que yo te diga, si no quieres que tu rico futuro marido se entere de la vida que llevabas cuando conociste a Esteban ¿Acaso quieres que sepa que trabajabas en un local como bailarina exótica?
Gl: está bien, tú dirás.
A: mañana a las 10 te espero en la cafetería que hay cerca de las empresas San Román. No faltes.
La mañana empezó en la casa con mucho ajetreo de jóvenes arriba y abajo, intentando todos, ser los primeros en utilizar los tres baños de la casa. Después se reunieron todos en la cocina y seguían los pleitos entre ellos para ver donde se dirigiría en primer lugar el chofer; si a dejar a Ángel en el instituto o a los demás en la universidad.
Al escuchar tanto ruido. Tránsito se despertó y se metió en la cocina para ayudar a María y Esteban, a preparar el desayuno para los chicos. Media hora después, los chicos se marchaban y ellos salían para las oficinas.
E: tendremos que ir en tu coche, mi amor. El mío está ocupado por nuestros hijos.
M: Decididamente, tendremos que comprar uno más grande para ellos. Los pobres van como sardinas en lata. Jajaja.
En cuanto Esteban y María se marcharon para las oficinas. Alba, abandonaba la casa, para dirigirse a su encuentro con Gladis. 30 minutos después, las dos mujeres hablaban sentadas ante una taza de café.
Gl: está bien Alba, tú dirás.
A: no se si sabrás que Esteban se ha casado de nuevo.
Gl: si, me enteré por Fabiola, ella y yo seguimos en contacto.
A: pues ahora tienes la oportunidad de vengarte de Esteban por cambiarte por Fabiola. Él está locamente enamorado de esa mujer y tu trabajo consistirá en hacer todo lo posible por separarlos.
Gl: y ¿Cómo pretendes que yo consiga eso? Cuando yo lo conocí, ni si quiera era novio de Fabiola. Igual ni se acuerda de mí. Además ¿qué voy a decirle cuando me presente ante él?
A: Esta misma mañana, te llevaré conmigo a las oficinas y diremos que nos encontramos por casualidad cuando ambas estábamos de compras en unos grandes almacenes.
Gl: pero él no tendrá ya ningún interés por mí.
A: Mira Gladis, tú sabrás como hacerlo. No será la primera vez que intentas robarle el marido a alguien.
Gl: está bien, cuenta conmigo. Pero después de esta, tienes que prometerme que me dejarás en paz para siempre.
A: bueno, si quieres te lo juro por escrito. Pero antes tienes que hacer bien tu trabajo. Por cierto ¿me enteré de que tienes un hijo?
Gl: si, pero vive en Europa.
A: ¿Qué edad tiene?
Gl: mira Alba si lo que tratas de averiguar es si ese hijo es te Esteban, siento decirte que no. Mi hijo es de la persona con la que mantuve relaciones a la vez que salía con Esteban.
A: bueno, ¿pero eso la esposa de Esteban no lo sabe verdad?
Gl: tienes una mente enferma Alba pero muy inteligente
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