Capítulo 51 (El rescate).

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En la casa San Román quedaron solas: Verónica, Carmela, Tránsito, María y ¿Alba?
M: ¿Donde está Alba, Carmela? Desde que hemos vuelto no la he visto.
Car: Lleva encerrada en su cuarto desde que desapareció Víbian. Dijo que no podía soportar tanto estrés y se está atiborrando de pastillas para los nervios.
Tránsito: Si, señora María. Esta mañana, me pidió el desayuno y cuando se lo acerque a su cuarto me pidió que se lo dejara en la puerta. Pero no está encerrada desde la desaparición de su hija, si no, desde que su marido, el Señor San Román se fue a Aruba a buscarla a usted.
Car: ahora que tránsito lo diceCreo que tiene razón. No ha vuelto a salir de su cuarto desde que se marchó Estebancito.
Nadie se había percatado de la presencia de Alba espiando la conversación desde la barandilla de las escaleras.
M: Carmela. Necesito saber quién es la verdadera madre de Ángel.
Car: No Mari. No me pidas eso por favor. No puedo romper la promesa que hicimos mi hermana y yo. Además no quiero que mi Angelito sufra si se llegara a enterar de que mi sobrino no es su padre.
M: Ya es demasiado tarde para eso. Ángel ya sabe que Esteban no es su padre y que yo tampoco soy su madre.
A: (desde la barandilla y empezando a descender hasta el salón) ¿Pero de qué hablas farsante? Eso no es cierto. No puede serlo.
Ve: Perdone, señora. Siento decirle que si lo es; él nos escuchó cuando María y yo hablábamos del tema.
A: (Furiosa) ¡Claro! ¿Cómo no ibas a ser tú la que provocara el desastre? ¿Acaso no podíais haber tenido más cuidado con lo que hablabais?
M: Alba te prometo que no era mi intención, yo
A: Ahórrate tus promesas. Se que tuviste toda la intención del mundo. Tienes muy mala entraña; ya has conseguido lo que deseabas. Hacerle daño a Ángel.
M: ¡VASTA YA! La que tiene mala entraña eres tú que guardas en tu corazón un amor prohibido.
A: (cambiando de color) ¿Pero cómo te atreves? No se de que estás hablando.
M: se perfectamente lo que digo Alba. Estás enamorada de Esteban y por eso no puedes soportar verlo con ninguna otra mujer. Por eso odias a todas las que hemos osado poner nuestros ojos sobre él. Pero óyeme bien; Esteban es mi esposo y me ama; siempre me ha amado y es mío, sólo mío.
A: Eso está aún por verse. Te juro que aré todo lo posible por recuperar todo lo que me pertenece incluyendo a Esteban.
M: Pero, ¿Estás loca, Alba? Esteban nunca te ha pertenecido, nunca ha sido tuyo. Tú sólo eres su tía ¡No te confundas!
A: la que está confundida eres tú ¿Pero quién te has creído que eres dentro de esta casa? Todo esto me pertenece. Yo y sólo yo, lo he cuidado todo durante años; desde mucho antes de que desgraciadamente tú te cruzaras en la vida de Esteban ¡Maldigo la hora en que a tu padre se la ocurrió mandarte a aquel maldito crucero!
M: (Plantándole cara). A mi padre lo dejas tranquilo, que él jamás se metió contigo. En cuanto a todo lo demás; tienes que entender de una vez por todas que tú no tienes nada que te pertenezca en esta casa. No tienes nada tuyo Alba. Esta casa nunca te ha pertenecido. Fue de tu hermano primero, y después de Esteban y más tarde mía al convertirme en su esposa y ahora también de mis hijos; pero
Tú no tienes nada. Tú sólo eres una desagradecida que sólo sabe dañar a todos los que se encuentran cerca de ti. Por que tú no sabes amar Alba, tienes el alma marchita por el odio y el rencor.
A: está bien. Piensa lo que te de la gana. Pero quiero que sepas que en cuanto venga Esteban, se va a enterar de lo que le has hecho a Ángel y entonces verás quién es la más fuerte de las dos.
M: Ya lo sabe y me ha dado las gracias. Yo no soy como tú Alba yo no suelo esconder las cosas a nadie. Si tengo algo que decir o que solucionar. Cuanto antes lo haga mejor. Las cosas hay que enfrentarlas de frente y no por la espalda como lo sueles hacer tú.
Alba se marchó a su cuarto dejando a María con la palabra en la boca.
A: (pensando mientras subía las escaleras). Maldita seas María. ¡Maldita seas!
Car: María ¿Qué quisiste decir cuando le dijiste a Alba que ella quería a Estebancito como mujer?
M: Perdona Carmela pero eso es lo que exactamente quise decir. Alba siempre ha estado enamorada de tu sobrino. Además no puede ocultarlo.
Car: No creo que eso sea cierto. Se que su comportamiento últimamente no es ejemplar. Pero es que lleva mucho tiempo con esa ansiedad que no la deja vivir y la verdad es que tal y como han cambiado las cosas en esta casa no la está ayudando mucho.
M: Está bien Carmela. Por tu bien espero que tengas razón.
El comisario, Gerardo y Esteban, llegaron a los invernaderos que ya se encontraban rodeador por numerosos agentes de policía en espera de que el comisario les dijera que hacer. El comisario, se acercó a uno de los agentes para pedir información sobre el ponto en el que se encontraba la situación.
Comi: A ver agente ¿Cómo están las cosas ahí dentro?
Agen: Verá señor comisario. La chica se encuentra atada y amordazada en un pilar situado en el centro del edificio. El coche del sospechoso se encuentra aparcado en la parte trasera, pero al sospechoso no se la visto aún por ningún sitio. Creemos que no se encuentra por aquí; pero hasta que no hagamos una inspección completa del interior del edificio no podremos estar seguros de eso.
Comi: bueno, está bien. Lancemos unos botes de humo y después entraremos todos de una vez. Los flancos izquierdo y derecho por los ventanales y los agentes de la parte de atrás y nosotros por las puertas. Mientras los demás agentes inspeccionan el edificio, usted y yo nos dedicaremos exclusivamente al rescate de la joven. Vamos ¡AHORA!
La misión comenzó a realizarse tal y como el comisario había dispuesto.
Esteban estaba muy angustiado. Aunque el plan del comisario, perecía bastante eficaz. Esteban no podía dejar de pensar en que algo podía fallar y que las consecuencias las padecería su hija.
G: Tranquilízate Esteban. Todo saldrá bien ya lo veras. El comisario sabe lo que se hace.
Unos minutos más tarde, Víbian salía del invernadero en brazos del comisario, llorando desconsoladamente y tosiendo a consecuencia de las bombas de humo. Esteban salió corriendo y arrebató a su hija de los brazos del comisario; la estrechó fuertemente entre sus brazos y besaba su cabeza mientras con la mirada recorría su frágil cuerpo en busca de algún daño físico que Demetrio pudiera haberle producido.
E: Víbian mi tesoro, mi pequeña ¿Estás bien? ¿Te ha hecho algún daño ese maldito?
Esteban seguía cargando a su hija entre los brazos en dirección a la ambulancia donde la esperaba un equipo médico para hacerle una primera exploración.
Mientras tanto en la casa San Román
Car: Voy a subir un momento para ver como se encuentra Albita.
M: está bien. Ella es tu hermana y entiendo que te preocupes por ella. Pero sinceramente, creo que te tiene muy manipulada.
Ve: yo también voy a subir un momento a darme un baño. Desde que salimos d Aruba no he podido hacerlo. Además también necesito relajarme un poco después de presenciar el asalto entre Alba y tú y lo del problema con Ángel ¿No te importa que te deje un momento sola verdad?
M: estoy bien, no te preocupes y date tu baño que yo voy a intentar concentrarme un poco en la lectura o esta espera va a terminar por volverme loca.
Ve: ya verás como pronto te llaman para decirte que todo ha salido bien.
M: Dios te oiga, amiga mía. Dios te oiga.
Verónica se encerró en el baño. Llenó la bañera con agua bien caliente y sales de lavanda y se relajó durante un buen rato.
María había elegido uno de los libros de la estantería y se disponía a leerlo cuando sonó el teléfono. Ella se levantó de un salto, cayendo al suelo el libro que tenía apoyado en su falda. De un solo movimiento agarró el teléfono. El auricular temblaba entre sus manos.
M: ¿Si?
X: si quieres volver a ver a tu hija con vida, ven a por ella. Te espero en la que fue la casa de tus padres. Tienes una hora para llegar a tiempo de impedir que ella muera. Ven sola o pasarás de ser madre de cuatro hijos a serlo solo de tres.
M: (entrando en cólera) ¡Demetrio! Te juro que si le haces daño a mi hija te mataré. Te lo juro. No te atrevas a hacerle nada o
Demetrio había colgado el teléfono.
Tránsito, salía de la cocina para preguntarle a María sobre lo que quería hacer para la comida.
Tran: Señora María ¿Desea algo especial para comer?
M: No tengo tiempo ahora para eso. Tengo que salir a un recado de inmediato.
Tran: pero señora. El señor San Román nos dio órdenes muy claras de que no la dejáramos sola.
M: pues tengo que salir.
Tran: ¿Por lo menos dígame a donde va?
M: (Saliendo por la puerta). A la casa de mis padres.
María cogió el Jaguar de Esteban por que era más rápido que su utilitario y se puso en camino.
Cuarenta minutos más tarde, llegaba al patio trasero de la que fuera la casa de sus padres.
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