Capítulo. 41 (Un amor maldito).

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Momentos después, Esteban y María se encontraban cada uno en sus respectivas oficinas trabajando; cuando Alba y Gladis salían del ascensor en las empresas y se acercaban a la mesa de Lupita.
A: Lupita por favor, ¿puedes decirle a mi sobrino que quiero verlo?
L: perdone señorita Alba, pero el señor San Román, ha dado orden de que no se le moleste.
A: ¡Niña estúpida! Esa orden sirve para todos menos para mí. Si no quieres verte en la calle desde este mismo instante, dile a mi sobrino que estoy aquí y que quiero verle ahora mismo.
L: está bien señorita.
Por el interfono.
L: ¿señor San Román?
E: te dije no que estaba para nadie Lupita. Tengo muchos asuntos que poner al día.
L: Es que su tía Alba y una señorita, preguntan por usted.
E: (muy enfadado). Está bien, dile a mi Tía que pase.
Antes de que Esteban terminara de hablar, Alba y Gladis entraban en su oficina y
Antes de que él pudiese reaccionar, Gladis se le abalanzó agarrándose a su cuello y besándolo apasionadamente. En ese mismo momento, María entró en la oficina de Esteban con un montón de papeles en las manos; los mismos que en un segundo, quedaron esparramados por el suelo.
María no podía creer lo que sus ojos se empeñaban en mostrarle. Esteban tenía a otra mujer entre sus brazos y la estaba besando. La besaba apasionadamente.
M: ¡Esteban! ¡ESTEBAN!
Esteban, apartó a Gladis bruscamente.
E: pero ¿qué haces tu aquí?
Alba sonreía de placer, al ver como María salió de la oficina y se dirigió directamente al ascensor sin mirar atrás. Esteban salió tras ella tratando de alcanzarla, pero las puertas del ascensor se terminaron de cerrar, justo antes de que él llegara.
E: ¡María! Espera, mi amor. Esto no es lo que parece. ¡MARÍA!
Estaban dio un puñetazo en la puerta del ascensor y con pasos agigantados y cara de pocos amigos; volvió a su oficina.
E: ¿Están locas? ¿A qué se debe ahora esta película? (Mirando a Gladis) ¿Y de dónde demonios has salido tú ahora? Tía Alba, reza para que encuentre a mi esposa; por que si algo llegara a pasarle, me las vas a pagar. Juro por Dios que esta me la pagas.
Esteban, salió corriendo en busca de María. Pero por más vueltas que dio, no logró encontrarla.
María, se encontraba algo perdida. Había salido de las empresas caminando y vagaba sin rumbo fijo. Más tarde recordó que en su bolso llevaba las llaves del departamento y se dirigió hacia allí. Necesitaba un lugar donde esconderse y estar a solas para poder pensar con claridad.
Una vez en el departamento, María llamó al móvil de Alex que casualmente se encontraba en un descanso entre clase y clase.
Alex: ¿bueno?
M: Alex cariño. Necesito hablarte. Necesito hablar con alguien o me volveré loca.
Alex: ¿Qué te ocurre mamá? ¿Estás llorando?
M: no te preocupes estoy bien. Sólo necesito que alguien me escuche y me abrace un rato.
Alex: ¿Dónde estás?
M: en el departamento.
Alex: está bien voy para allá. Enseguida estoy allí.
Héctor, Estrella y Víbian. Escucharon el final de la conversación y Alex, tuvo que decirles lo que pasaba. En cuestión de minutos, María, sorprendida; se encontraba rodeada por ocho brazos cariñosos y tranquilizadores. Cuando ella por fin dejó de llorar, sus hijos se colocaron a su alrededor esperando la explicación de su madre.
H: pero ¿qué ha pasado? ¿Por qué esas lágrimas mamá?
V: si, mamita, nos asustaste muchísimo. Pensamos que habías sufrido otro atentado.
Alex: está bien, chicos, vasta de preguntas y dejemos que mamá nos explique de una vez que ocurre.
María contó a sus hijos la escena que una hora antes había vivido en las empresas con Esteban.
H: ¿Qué? ¿Qué mi papá se estaba besando con otra mujer? Pero es que ¿no puedo creerlo? El siempre ha sido un hombre muy honesto. Sería incapaz de traicionar la confianza que tenemos depositada en él. Seguro que debe tener una explicación razonable para esto.
M: ¿acaso piensas que os estoy mintiendo? Yo los vi. Los vi besándose con mis propios ojos.
Mientras en la casa San Román.
A: toma Gladis. Estas son las llaves del departamento que Esteban y esa mujer, utilizan para sus encuentros a solas. Esa mujer, no tiene donde ir por que ayer se incendió su casa y de momento está inhabitable. Seguramente se irá para el departamento y si aún no está allí, seguro que llegará muy pronto. Es el único lugar que le queda para refugiarse. Lo que tienes que hacer cuando legues
Departamento.
H: no, mamá. Sólo digo que no le juzgues antes de escucharle y si no quieres hablar con él; seré yo quién le pida una explicación.
Es: no, iremos todos. Hablaremos con papá todos juntos; y será mejor que tenga una buena excusa para lo de ese beso.
Los chicos, si hacer caso omiso de las súplicas de María; salieron a buscar a su padre y María, quedó sola en el departamento, más angustiada aún que antes. Aún no habían pasado ni 20 minutos cuando la puerta del departamento se abrió. María creyó en un primer momento que se trataba de Esteban que venía a buscarla; pero cual no fue su sorpresa cunado se encontró con la figura de esa mujer.
M: (pensando). Dios mío, es ella. Es esa mujer con la que Esteban se besaba en su oficina y tenía las llaves del departamento. (Llena de dolor) ¿Qué haces aquí? ¿Cómo tienes la llave de este departamento?
Gl: Esteban me las ha dado hace un rato. Me dio la dirección y me dijo que le esperara aquí; que enseguida vendría y podríamos hablar en privado de nuestro asunto.
María se encontraba cada vez peor ¿Esteban había quedado a solas con esa mujer en el departamento que les servía a ellos como refugio de su amor?
M: ¿Y de qué asunto se trata?
Gl: De nuestro hijo. Esteban y yo compartimos un hijo que ahora tiene 25 años.
María no podía creerlo. Esteban, tenía ya un hijo cuando se casó con ella por primera vez y hasta ese momento ella no se había enterado y además gracias a esa mujer que se lo estaba escupiendo en la cara llena de satisfacción.
Dios mío, tenía que desaparecer. Pero esta vez, tenía que refugiarse en un lugar donde se encontrara realmente segura y protegida de los ojos de Esteban. Tenía que impedir por todos los medios que la encontrara, aunque para ello tuviera que abandonar a sus hijos por un tiempo; solo hasta que ella se encontrase segura. Después llamaría a sus hijos y les daría todas las explicaciones que hiciesen falta. Pero de momento, tenía que desaparecer.
M: (mientras andaba sin rumbo fijo por las calles). (Pensando). ¿Donde puedo ir? ¿Dónde puedo esconderme para que Esteban no me encuentre?
De pronto una idea se fijó en su atormentada cabeza.
M: (pensando) ¡ya lo se! Volveré a Aruba, pero no a casa de Carlos; por que ese es uno de los lugares dónde me buscaría. Alquilaré un apartamento e intentaré olvidarme de él. Ya no puedo resistir que me siga haciendo más daño y cuando esté preparada invitaré a mis hijos a que vivan conmigo; pero lejos de Esteban y de la casa San Román.
Los chico, les pidieron explicaciones a Esteban sobre lo que María les había contado en el departamento. Éstos entendieron las explicaciones de su padre y sus dudas sobre él desaparecieron por completo. Quedaba claro para variar, que Tía Alba, había elaborado un plan para separarlos y parecía que estaba haciendo efecto por que María no aparecía por ningún lado. La buscaron por todos sitios; incluso Ana Rosa, Luciano y Leonel, se unieron a la búsqueda; pero no la encontraron por ningún lado.
Dos días más tarde dieron parte a la policía y justo cuando Héctor y Alex salían de la delegación. El móvil de Alex sonó
Alex: (al ver el número). ¡Es mamá!
H: vamos, vamos contesta de una vez.
Viendo que su hermano no reaccionaba, le arrebató el móvil de las manos y fue él quién contestó. ¿Si?
M: ¿Alex?
H: no, mamá soy yo, Héctor. ¿Me puedes decir dónde demonios te has metido?
M: (Llorando). No, Héctor hijo. Aún no estoy preparada para afrontar a tu papá.
H: pero, mamá, lo que viste en las empresas, no tiene nada que ver con mi padre. Esa mujer se lanzó a su cuello y lo besó sin que él pudiera reaccionar. El destino quiso que tú entraras a su oficina en ese momento y lo vieras todo.
M: Mira Hijo; no es solo eso. Entre tu padre y yo, nunca va a poder ser posible una felicidad completa. Al parecer el destino nos quiere separados y yo ya no quiero ni deseo volver a su lado. Con eso no quiero decir que he dejado de amarle por que eso no va a ser posible. Él es el único hombre que he amado en mi vida y al que seguiré amando para siempre, pero nuestro amor está maldito. Siempre ocurre algo que nos separa una y otra vez y ya no puedo aguantarlo más; si no me separo de él para siempre, terminaré volviéndome loca.
H: pero por lo menos ¿dime donde estás?
M: estoy lejos, muy lejos. Donde tu padre no pueda encontrarme. Diles a tus hermanos que estoy bien y que llamaré todos los días a alguno de ustedes para preguntar como les va. Pero procuren que Esteban no coja el teléfono o colgaré sin decir palabra. Un beso para todos y quiero que sepan que les quiero; que son lo más importante en mi vida y que pronto nos volveremos a ver.
H: mamá. ¡Mamá!
María había colgado el teléfono. Poco después llegaba a casa de su hermano. Cuando Erica abrió la puerta, se quedó muy sorprendida. María se encontraba allí llorando desconsolada.
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