Capítulo 49 (Buscando a Vivían).

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Las tres horas de vuelo, fueron una agonía interminable. Ninguno de los dos había podido pegar ojo durante la noche anterior, debido en parte a la cantidad de horas que habían dormido durante el día y a la preocupación por la faltas de noticias sobre Vivían.
Cuando llegaron a la casa, descubrieron que allí las cosas estaban aún peor. La policía estaba repartida por todos lados y habían intervenido la línea telefónica. Un montón de aparatos, se encontraban repartidos por todo el salón y Estrella lloraba inconsolable, entre los brazos de un muchacho que a Esteban le resultaba familiar.
Alex y Héctor intentaban sin lograrlo consolar a tía Carmela; y Luciano, Ana Rosa y Leonel, hablaban con el comisario de policía.
En uno de los sillones, se encontraba sentado otro joven, tapándose la cara con ambas manos, intentando disimular sus lágrimas.
La primera en ver a Esteban y María fue estrella que inmediatamente salió corriendo a los brazos de su madre.
Es: (llorando desesperadamente) ¡Mamá! ¡Qué bueno que regresaron! Ya no sabíamos que hacer.
María rompió a llorar junto con su hija.
E: (abrazando a las dos y tratando de mantener la calma). Bueno, ya. Ya estamos aquí. Todo va a salir bien.
Esteban se acercó al comisario, para preguntarle en que punto se encontraba la investigación de la búsqueda de su hija.
Comi: tenemos a su familia bajo constante vigilancia, los teléfonos de la casa están pinchados y estamos intentando localizar el coche de Demetrio Ruiz.
E: ¿Aún no ha aparecido Demetrio?
Le: No Esteban, sigue sin aparecer.
L: es por eso que creemos que es él el que mantiene secuestrada a Víbian.
E: ¡Dios mío! ¿Y sabe él que el testigo ha declarado en contra suya?
Comi: si, señor San Román. Su socio el señor Bruno Gutiérrez, nos ha dicho que ambos escucharon la conversación entre el señor Leonel y el licenciado Luciano, cuando éste le contaba sobre la intención que tenía de ir a Aruba para una identificación fotográfica del asesino.
E: (muy preocupado, al borde de perder los nervios). Entonces, ¿usted también cree que Demetrio puede tener secuestrada a mi hija?
Comi: Sí. Estoy casi seguro de ello.
María se había acercado al grupo y estaba situada justo detrás de Esteban. Ella había oído toda la conversación.
M: (Llorando desconsolada) ¿Qué? No puede ser. Por favor, señor comisario, ¡dígame que eso no es cierto!
Esteban la abrazó de inmediato intentando consolarla, pero ella no tenía consuelo. Las piernas empezaron a fallarle y la respiración se le paro por unos segundos. Cada vez le costaba más trabajo respirar y por ello, ella empezó a jadear intentando que el aire llegara hasta lo más profundo de sus pulmones; pero los nervios y la hiperventilación, hicieron su trabajo y María, se derrumbó sin conocimiento entre los brazos de su esposo.
E: ¡MARÍA! ¡MI AMOR!
Esteban la tomó entre sus brazos, la llevó al dormitorio y la tumbó sobre la cama.
Alex, que había seguido a su padre y que ya contaba con alguna experiencia en medicina, apartó a su padre y empezó a tratar de reanimar a su madre. Levantó sus piernas y le pidió a Esteban que las mantuviera sujetas lo más alto posible; mientras, él empapó un pequeño pedazo de algodón con alcohol que había sacado del botiquín y lo pasó varias veces delante de la nariz de María. Un momento más tarde, ella empezó a reaccionar.
M: (sin saber donde estaba y dirigiéndose a su hijo Alex que fue la primera persona a la que vio al abrir los ojos). Hola tesoro ¿Sabes? He vuelto a tener una de mis crisis. En mis pesadillas, esta vez vi que habían secuestrado a te hermana.
Esteban, rodeó la cama para acercarse a su esposa, la sentó sobre el filo del colchón y se colocó agachado entre sus piernas, abrazándola agarrado a su cintura y apoyando la cabeza en su pecho.
E: (Llorando). No, mi amor. No ha sido una pesadilla.
M: (Acariciando su pelo). Pues claro que si lo es, mi vida. Nuestra hija esta bien. Esta mañana se ha ido a la universidad como todos los días. Por cierto Alex ¿Por qué no has ido tú hoy a la universidad?
En ese momento entraba Tomás en el dormitorio que había sido avisado por Carmela.
Alex se quedó abrazando a su madre, mientras Esteban hablaba con Tomás.
E: Tomás amigo mío, gracias a Dios que estás aquí. María me tiene muy preocupado, la veo muy mal. Está delirando.
T: No te preocupes. En estos casos con tanto estrés, esos síntomas son normales. Ahora mismo le pondré un tranquilizante y descansará un buen rato. Pero no debéis dejarla sola ni un solo momento.
E: te aseguro que yo me encargaré de que no se quede sola ni un solo instante.
Tomás reconoció a María, le inyectó el tranquilizante y la volvió a recostar en la cama. Alex se quedó a su lado.
T: tengo que irme ahora Esteban. María está bien, algo alterada pero es normal debido al mal trago por el que está pasando. Dentro de un rato se quedará profundamente dormida; pero ya sabes, no debe quedarse sola.
E: (estrecha su mano). Gracias Tomás
T: No hay de que y ya sabes, si necesitas algo, no tienes más que llamarme. A la hora que sea.
E: De nuevo gracias Tomás. Muchas gracias.
Alex, decidió hacer el primer turno para cuidar a su madre mientras Esteban acompañaba a Tomás hasta la puerta. En cuanto Tomás se fue, Esteban les pidió a todos el favor de que se fuesen turnando para cuidar a María y poco después, habló de nuevo con el comisario.
E: verá comisario céspedes ¿No se si lo que voy a decirle, pueda ser relevante para sus investigaciones? Pero cuando supe que mi esposa había regresado a México Y el licenciado Luciano me demostró su inocencia, contraté a una agencia de detectives para que intentaran encontrar a la persona que había permitido que mi esposa pasara tantos años encerrada. Puede que ellos sepan algo sobre el paradero de Demetrio.
Comi: Muy bien. Acompáñeme a ver a esos detectives.
Esteban, se preparó para acompañar al comisario. Antes de salir de la casa les pidió a todos el favor de que no dejaran sola a María.
AR: No te preocupes Esteban, En cuanto Estrella se calme un poco; le diré a Alejandro que baje a descansar un poco y yo me quedaré con ella.
E: Gracias Ana Rosa. Eres una buena persona.
Esteban y el comisario llegaron a la agencia de detectives y una señorita muy amable les atendió.
Señ: ¿Qué desean ustedes?
Comi: (sacando su identificación). Soy el comisario Manuel Céspedes y necesito que me facilite una pequeña información.
Señ: Sí, claro encantada ¿Usted dirá?
Comi: Verá. Hace algún tiempo, el señor San Román, aquí presente, les contrató para hacer un seguimiento a esta persona. (Sacó una foto de Demetrio del bolsillo interior de su chaqueta).
Señ: mire señor comisario. Mi trabajo aquí consiste en coger los recados y atender al teléfono. Mis jefes no se encuentran en la ciudad en estos momentos, pero si lo desea; me deja su número de teléfono y en cuanto lleguen les diré que se pongan en contacto con usted.
Comi: ¿y no hay forma de localizarlos ahora mismo?
Señ: Llevo toda la mañana intentando localizarlos, pero no hay manera. Sus teléfonos móviles, están apagados o fuera de covertura.
Comi: está bien. Aquí tiene el número de mi teléfono particular y por favor déme usted los números de sus móviles. Intentaremos ponernos en contacto con ellos, pero de todas formas, por si no lo conseguimos; en cuanto lleguen les dice que se pongan en contacto conmigo. Es muy importante.
El día pasó sin que se produjera ninguna nueva noticia sobre Víbian ni sobre Demetrio y tampoco hubo ninguna llamada fuera de lo normal; sólo las de algún amigo de la familia, varias de Carlos, Erica y Miguel y la de Gerardo y Verónica que llamaron para avisar de que al día siguiente, estarían allí.
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