[jueves 20:35 GMT]

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jueves / 20:35 / Inglaterra / Ciudad capital.Centro comercial "Paraguas" 

Oliver sonreía sin estar seguro si era por la vergüenza o porque estaba feliz por su corte de cabello; el estilo pasaba desapercibido en el Centro Comercial, donde te podías encontrar con personas más extravagantes; pero eso no quería decir que algunas personas no le mirasen. Sobre todo, por los números en su nuca al final del código de barras que comenzaba en su frente.

Por supuesto que en un lugar como el centro comercial no se iba a contentar solo con un corte de cabello, había pasado la tarde gastando su dinero en comida y bebida, había probado tragos caros y exóticos, visto una película y adquirido un nuevo y reluciente reloj deportivo.

Cada adquisición le daba un fugaz momento de "felicidad" que al menos por un instante le hacía olvidar su estado. La sensación sin embargo se había ido reduciendo y para estos momentos casi no sentía nada, ni agotamiento, ni arrepentimiento por haber gastado su dinero, incluso la vergüenza se desvanecía lentamente; tal vez ya era un cadáver andante desde el momento que supo que no le quedaba mucho tiempo.

Sentado en el borde de una fuente de agua circular, Oliver de nuevo intentaba llenar su mente de pensamientos positivos; esperando inspirarse en las personas de alrededor las miraba fugazmente, saltando de una a otra sin que ninguno le atrajese la atención, hasta que reconoció lo que parecía ser la silueta de... ¿su jefe?

Un hombre alto y rechoncho de avanzada edad se movía entre las personas con curiosa dificultad; cubierto por un gran saco de pieles y un sombrero no hacia mas que llamar la atención en un lugar lleno de personas con ropas casuales.

Oliver decidió ir a saludar, tal vez conversar un rato si no interrumpía al buen señor Harry, un gran amigo y jefe, durante mucho tiempo había trabajado para el en su estudio legal, más que nada organizando en una plataforma virtual los casos e información, a la vez que sirviendo de investigador aficionado. En alguna ocasión Oliver había preguntado porque el señor Harry no contrataba a otro experto en leyes, la respuesta fue hilarante pero realista; primero no quería tener que pagarle extra y segundo era mejor si Oliver solo se dedicaba a buscar información y organizar.

El joven investigador admiraba al señor Harry, era buena persona en su perspectiva, los casos que más trataba eran simples cuestiones de divorcio o de repartición de fortunas. Era curioso como una familia donde ya todos eran adultos se separaba tras la muerte de un ser querido, cada uno ya tiene una familia en otro lado, un lugar en el que preocuparse; por lo que no es tan difícil dejar ir a esa persona.

El señor Harry entró a un restaurante antes que Oliver le pudiese dar alcance. No era un restaurante de lujo, pero tampoco era uno familiar a juzgar por la fachada moderna y los grandes ventanales. El señor Harry era divorciado, no tenía hijos ni hermanos que el supiera; su grupo de colegas no elegirían un restaurante en medio del centro comercial para tener una cena para charlar; por lo que lo más probable es que el pobre señor Harry de nuevo haya salido tarde de algún trabajo y quisiese comer algo. Apelando al permanente buen humor de su jefe, Oliver decidió entrar para conversar con el señor Harry e intentar explicar su estado antes que alguien de su familia se lo dijese.

La entrada el restaurante era algo angosto a su parecer, la sala amplia y adornada con luces amarillas y cuadros en las paredes tapizadas de color café. El lugar se sentía acogedor, pero demasiado cálido para el gusto de Oliver, de todos modos, se sentía paz dentro y los ruidos del centro comercial no pasaban de la puerta principal, el señor Harry era fácil de distinguir entre las personas del lugar, pero no estaba solo. Una jovencita de tez pálida y cabello castaño claro ondeado conversaba con el seriamente. Al acercase a pasos lentos Oliver pudo notar que la chica no debía tener más que unos 25 años y parecía haber despertado recién y haberse arreglado rápidamente.

La presencia de Oliver no pasó desapercibida, la jovencita de tez pálida lo notó en cuanto este estuvo a unos tres metros e hizo una seña al señor Harry quien volteo la cabeza para ver a Oliver y sonreírle, parecía sorprendido tanto por la presencia de su ayudante como por el nuevo look que llevaba.

- Jo jo jo Oliver... - Se sorprendió el señor Harry, su sonrisa hacía que se viera aún más cachetón de lo que era- ... no esperaba verte por aquí, creí que estabas en reposo médico.

- Pues es del tipo de enfermedad que te golpea el cuerpo primero -Justificó Oliver, mirando al señor Harry e intentando mantener sus ojos sobre el para no incomodar a la jovencita- Estaba matando el tiempo cuando lo vi y pensé que estaba de paso, pero veo que esta por temas de trabajo.

- No hay cuidado -Mencionó el señor Harry, señalando con la mano una silla desocupada de la mesa- Toma asiento, estábamos hablando sobre un caso que cubriste hace poco.

Oliver vaciló un poco antes de tomar asiento, se sentía bastante tonto por tener que presentarse con esa facha casual que llevaba entre dos personas aparentemente vestidas para negocios.

- Muy buenas noches, mi nombre es Sara, soy de la prensa de San Francisco y estoy aquí porque encontraron información "especial" durante el caso de divorcio de la señora "Desconocida" -Dijo la jovencita, con amabilidad y formalidad.

- Este jovencito me ayuda a buscar y recopilar información, es un buen investigador aficionado y fue gracias a sus hallazgos que logramos dar con este curioso reporte de... "Pagos" -Contó el señor Harry; mirando con orgullo a Oliver.

- ...Solo hice lo usual... -Dijo con humildad Oliver, avergonzado- ...Cuando es cuestión de divorcios las personas quieren ocultar sus ganancias así que, buscas registros de propiedades, recibos por honorarios, pagos de impuestos, etc.

- ¿No es eso "Ilegal"? -Analizó Sara, entrecerrando los ojos acusadores con los que miraba a Oliver.

El joven con el cabello a diseño de código de barras estaba por responder cuando el camarero se acercó con la carta, no demoraron mucho en pedir, Sara fue por un café y unas tostadas, el señor Harry más bien pidió un vaso de chocolate caliente y Oliver prefirió una jarrita de jugo de naranja, su elección sorprendió a Sara y el camarero.

- No sabía que de este lado tomaban jugos de fruta en la noche -Se burló con sutileza, Sara, cuando el camarero desapareció tras una puerta- Ya veo que las cosas son muy distintas de este lado del globo.

- Solo es un mal hábito nocturno propio -Explicó Oliver, encogiéndose de hombros- Y... no es que usemos toda la información en el caso, usualmente eso nos ayuda a rastrear y ubicar con mayor facilidad cosas más importantes.

- "El fin justifica los medios", lo harás bien en el mundo legal -Le "halagó" Sara, con una sonrisa que confundía al investigador- Es más, me podrías ayudar.

- Bueno, no tengo casos importantes por ahora, así que no hay problema por mi -Agregó el señor Harry, sonriendo paternalmente- ¿Qué dices Oliver? 

PRELUDIO - PóstumoWhere stories live. Discover now