viernes / 19:55 / Inglaterra / Ciudad capital.Camino a la cuidad capital
Whiteman siempre se había considerado una persona que inspiraba confianza, su apariencia juvenil, su gusto por las ropas blancas y su seductora sonrisa casi siempre le había servido para conseguir que las personas creyeran en él; aunque claro está, nunca había disparado un arma y sonreído después.
Llevando a Sara y Oliver de camino al centro de la Ciudad Capital, Whiteman se sentía especialmente mortificado por el silencio que los dos jóvenes habían creado; paralizados y mirando atentamente sus movimientos; aunque tampoco los culpaba, de hecho, admiraba su espíritu.
Oliver había sido lo suficientemente caballero como para elegir dar su vida por un bien mayor, estando dispuesto a ser un escudo para que Sara escapara, aunque siendo sinceros, de haber querido ninguno de los dos hubiese tenido oportunidad.
- Ya que el camino es largo y la tensión me vuelve gatillo fácil ¿Por qué no les narro un cuento? -Propuso Whiteman, intentando sonar amigable, aunque, de todos modos, dio a entender que era una pregunta que no necesitaba respuesta.
Whiteman iba conduciendo por una autopista desierta a una buena velocidad, de vez en cuando entraba por alguna paralela disponible, pero volvía a la troncal, cuando comenzó a narrar, su mirada saltaba entre el retrovisor, los edificios y la carretera por delante, si bien los jóvenes que transportaba podían intentar algo en su contra, su mayor preocupación venia de quienes podrían aparecer siguiéndolos, o algún reflejo de una ventana, lo que sea que indicara que se le habían adelantado.
- Hubo una vez un lejano reino en el que un amable y caballeroso rey sonreía ante el nacimiento de su segunda hija, la princesa Chloe. -Comenzó a narrar Whiteman, pausadamente, con ambas manos en el volante- La pequeña princesa mostro desde pequeña que era poseedora del don de la magia y podía darle vida y orden a muchos más reinos que lo necesitaran con el adecuado entrenamiento; pero la princesa era muy egoísta y desperdiciaba su potencial.
Sara y Oliver miraron extrañados a Whiteman, la historia parecía completamente fuera de serie e inventada al momento, pero al menos les transmitía algo de tranquilidad, los ayudaba a distraerse del arma oculta en algún lugar al alcance de la mano del asesino.
- Mientras más crecía la princesa y más dones presentaba, más ojos avariciosos comenzaron a fijarse en ella, lo que llevo al rey a levantar grandes murallas alrededor del castillo, sin saber que la amenaza más grande venia de dentro, de su propia familia -Mientras contaba, Whiteman parecía hacer un esfuerzo por no perder la ilación mientras analizaba el entorno, ciertamente era una tarea que nunca se habría propuesto antes- Parte de la familia real conspiraba y manipulaba a los consejeros y al pueblo para que el rey ordenara a su hija usar sus habilidades para enriquecer el reino.
- ...¿Y eso no estaría bien?...-Preguntó Sara, tímidamente cuando se dio cuenta que Whiteman hacia una pausa para pensar en la continuación de la historia.
- Todo padre quiere que su hija sea libre, que aprenda la importancia del bien por su propia cuenta -Continuó Whiteman, quien sonrió notablemente para que Sara y Oliver notaran que el los había escuchado- Pero no estaba mal, la terca princesa llegó a un acuerdo con el reino y comenzó a poner de su parte; todo hubiese sido perfecto si no fuera porque las ansias de poder y envidia comenzaron a corromper a el resto de la familia real...
Whiteman alargó sus palabras, disminuyo la velocidad por un momento y luego bruscamente giró a la derecha. Sara y Oliver salieron despedidos por la inercia y se presionaron contra la puerta del auto; por un momento Oliver creyó que aquel sonido metálico agudo que escucho era la puerta a punto de ceder, pero no; cuando escucho el rechinido de los neumáticos del auto acelerando a gran velocidad se dio cuenta que la puerta había sido impactada con una bala.
- ¡Cobardes! -Gritó Whiteman al aire, mientras tomaba el volante con tanta fuerza que hizo rechinar el cuero que lo recubría.
Sara quiso levantar la cabeza para ver fuera, pero Oliver rápidamente la jalo a cubierto, casi contra el piso antes de lanzarse casi encima de ella, intentando protegerla.
Whiteman seguía maldiciendo y casi por momentos golpeaba el volante mientras aceleraba, curiosamente el auto no emitía casi nada de ruido al acelerar, no había gran rugido ni tampoco la vibración característica.
Oliver solo podía escuchar la respiración agitada de Sara quien ocultaba su rostro con sus brazos; el solo hacia un esfuerzo por mantenerse sin aplastarla, sus brazos y piernas ya le dolían.
Sara no contaba el tiempo que llevaba oculta, el miedo ya no la afectaba mucho, pero por alguna razón no quería salir de allí nunca, se sentía protegida y por un momento pensó que el alfombrado del auto de Whiteman era mucho más cómodo que su cama.
- No me dejas de sorprender, Oliver -Mencionó Whiteman, quien llevaba conduciendo a buena velocidad por un rato; lucia igual de atento que antes, mirando de aquí para allá- No es que sea prejuicioso, pero supongo que creciste en un barrio difícil.
Al escuchar que Whiteman lucia más calmado, Oliver se movió lentamente hasta su lugar en el asiento, aunque no se sentó erguido, si no con la cabeza baja, a cubierto; luego extendió una mano para tomar la mano de Sara y sacarla de su trance.
- Crecí en un barrio promedio, con una familia amorosa y una vida escolar normal -Comentó Oliver, intentando poner tranquilidad en sus palabras para reconfortar y distraer a Sara, quien se movía lentamente y se desparramaba en el asiento.
Whiteman soltó una leve carcajada, respiró profundamente y disminuyó la velocidad del coche a medida que las desiertas calles se comenzaban a salpicar de algunos transeúntes.
- Hubo un tiempo en el morir por tus ideales era de caballeros -Soltó al aire Whiteman, con gran nostalgia- Como yo lo veo y sin importar las condiciones, pertenecemos a esos tiempos.
Oliver se preguntó si Whiteman era consciente de su "enfermedad"; y si tal vez por ello él se estaba comportando de ese modo. En poco tiempo dejó de importar ya que Sara, tomo su mano, estaba fría y algo sudorosa, pero fue reconfortante.
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PRELUDIO - Póstumo
Fiksi IlmiahUna corrupta organización mueve sus hilos para tomar el control del proyecto mas ambicioso de la humanidad; en medio de la trama creada un conjunto de jóvenes con un pasado en común se verán envueltos en el principio de una guerra discreta que cambi...