¡La bludger se volvió loca!

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Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas

Mientras caminaban empujados por la multitud, pasó Colin Creevey.

—¡Eh, Harry! ¡Ginny!
—¡Hola, Colin! —dijo Harry sin darse cuenta.
¡Harry! ¡Ginny! Un chaval ha estado diciendo que ustedes son

Pero Colin era demasiado pequeño para luchar contra la marea de gente que lo llevaba hacia el Gran Comedor. Le oyeron chillar:

—¡Hasta luego! —Y desapareció.
—¿Qué es lo que dice sobre ustedes un chaval? —preguntó
Hermione.
—Que somos el heredero de Slytherin, supongo —dijo Harry, y el corazón se le encogió un poco más al recordar cómo lo había rehuido Justin Finch-
Fletchley a la hora de la comida.
—La gente aquí es capaz de creerse cualquier cosa —dijo Ron, con
disgusto.

La masa de alumnos se aclaró, y consiguieron subir sin dificultad al
siguiente rellano.

—¿Creen que realmente hay una Cámara de los Secretos? —preguntó
Ginny.
No lo sé —respondió ella, frunciendo el entrecejo—. Dumbledore no fue capaz de curar a la Señora Norris, y eso me hace sospechar que quienquiera
que la atacase no debía de ser..., bueno..., humano.

Al doblar la esquina se encontraron en un extremo del mismo corredor en que había tenido lugar la agresión. Se detuvieron y miraron. El lugar estaba tal como lo habían encontrado aquella noche, salvo que ningún gato tieso colgaba de la argolla en que se fijaba la antorcha, y que había una silla apoyada contra la pared del mensaje: «La cámara ha sido abierta.»

Aquí es donde Filch ha estado haciendo guardia —dijo Ron.

Se miraron unos a otros. El corredor se encontraba desierto.

No hay nada malo en echar un vistazo —dijo Harry, dejando la bolsa en el suelo y poniéndose a gatear en busca de alguna pista - Vamos, apoyeneme
—¡Esto está chamuscado! —dijo Ginnh —. ¡Aquí... y aquí!
—¡Ven y mira esto! —dijo Hermione—. Es extraño.

Harry y Ginny se levantaron y se acercó a la ventana más próxima a la inscripción dela pared. Hermione señalaba al cristal superior, por donde una veintena de
arañas estaban escabulléndose, según parecía tratando de penetrar por una pequeña grieta en el cristal. Un hilo largo y plateado colgaba como una soga, y daba la impresión de que las arañas lo habían utilizado para salir
apresuradamente.

—¿Habíais visto alguna vez que las arañas se comportaran así?
preguntó Hermione, perpleja.
—Yo no —dijo Harry
- Tampoco... parece que van a un lugar específico... - dijo Ginny
- Verdad... - dijo Hermione —. ¿Y tú, Ron? ¿Ron?

Volvió la cabeza hacia su amigo. Ron había retrocedido y parecía estar
luchando contra el impulso de salir corriendo.

—¿Qué pasa? —le preguntó Hermione. Mientras Harry y Ginny intentaban no reírse
No... no me gustan... las arañas —dijo Ron, nervioso.
No lo sabía —dijo Hermione, mirando sorprendida a Ron—. Has usado arañas muchas veces en la clase de Pociones...
—Si están muertas no me importa —explicó Ron, quien tenía la precaución de mirar a cualquier parte menos a la ventana—. No soporto la manera en que se mueven.

Hermione soltó una risita tonta.

No tiene nada de divertido —dijo Ron impetuosamente—. Si quieres
saberlo, cuando yo tenía tres años, Fred convirtió mi... mi osito de peluche en una araña grande y asquerosa porque yo le había roto su escoba de juguete. A ti tampoco te harían gracia si estando con tu osito, le hubieran salido de repente muchas patas y...

Harry y Ginny: Una historia descabellada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora