El secreto de Hermione

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Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas

-Si... Sirius. Re... Remus -incluso la voz de Pettigrew era como de rata. Volvió a mirar a la puerta-. Amigos, queridos amigos...

Sirius levantó el brazo de la varita, pero Remus lo sujetó por la muñeca y le echó una mirada de advertencia. Entonces se volvió a Pettigrew con voz ligera y despreocupada.

-Acabamos de tener una pequeña charla, Peter, sobre lo que sucedió la noche en que murieron Lily y James. Quizás te hayas perdido algunas palabras mientras chillabas en la cama.
-Remus -dijo Pettigrew con voz entrecortada, y Harry vio gotas de sudor en su pálido rostro-, no lo creerás, ¿verdad? Intentó matarme a mí...
-Eso es lo que hemos oído -dijo Lupin más fríamente-. Me gustaría aclarar contigo un par de puntos, Peter; si fueras tan...
-¡Ha venido porque otra vez quiere matarme! -chilló Pettigrew señalando a Sirius, y Harry vio que utilizaba el dedo corazón porque le faltaba el índice-. ¡Él Mató a Lily y a James! ¡Me inculpó y ahora quiere matarme a mí...! ¡Tienes que protegerme, Remus!

El rostro de Sirius semejaba más que nunca una calavera, mientras miraba a Peter Pettigrew con sus ojos insondables.

-Nadie intentará matarte antes de que aclaremos algunos puntos -dijo Lupin.
-¿Aclarar puntos? -chilló Pettigrew, mirando una vez más a su alrededor; hacia las ventanas cegadas y hacia la única puerta-. ¡Tiene poderes oscuros con los que los demás sólo podemos soñar!

Sirius comenzó a sacudirse con una risa triste y horrible que llenó la habitación.

-¿Que Voldemort me enseñó trucos? -dijo y Peter Pettigrew retrocedió como si Sirius acabara de blandir un látigo en su dirección-. ¿Qué te ocurre? ¿Te asustas al oír el nombre de tu antiguo amo? -preguntó Sirius-. No te culpo, Peter. Sus secuaces no
están muy contentos de ti, ¿verdad?
-No sé... qué quieres decir, Sirius -murmuró Pettigrew, respirando más aprisa aún. Todo su rostro brillaba de sudor.
- Te has estado ocultando de los viejos seguidores de Voldemort. Todos piensan que si no estás muerto, deberías aclararles algunas dudas. He oído Cosas como que el traidor les había traicionado. Voldemort acudió a la casa de los Potter por indicación tuya y allí conoció la derrota. Y no todos los seguidores de Voldemort han terminado en Azkaban, ¿verdad? Aún quedan muchos libres, esperando su oportunidad, fingiendo arrepentimiento...
-No entiendo de qué hablas... -dijo de nuevo Pettigrew, con voz más chillona que nunca. Se secó la cara con la manga. - ¡Yo soy inocente! ¡Sirius me inculpó!

El rostro de Sirius se contorsionó.

-¿Cómo te atreves? -gruñó, y su voz se asemejó de repente a la del perro
enorme que había sido-. ¿Yo, espía de Voldemort? ¿Cuándo he husmeado yo a los que eran más fuertes y poderosos? Pero tú, Peter... no entiendo cómo no comprendí desde el primer momento que eras tú el espía. Siempre te gustó tener amigos corpulentos para que te protegieran, ¿verdad? Ese papel lo hicimos nosotros: Remus y yo... y James...

Pettigrew volvió a secarse el rostro; le faltaba el aire.

-No sé cómo puedes decir...
-Lily y James te nombraron guardián secreto sólo porque yo se lo recomendé -susurró Sirius con tanto odio que Pettigrew retrocedió-. Pensé que era una idea perfecta... una trampa. Voldemort iría tras de mí, nunca pensaría que los Potter
utilizarían a alguien débil y mediocre como tú... Sin duda fue el mejor momento de tu miserable vida, cuando le dijiste a Voldemort que podías entregarle a los Potter.

Pettigrew murmuraba cosas, aturdido. Ginny captó palabras como «inverosímil» y «locura», pero no podía dejar de fijarse sobre todo en el color ceniciento de la cara de
Pettigrew y en la forma en que seguía mirando las ventanas y la puerta.

Harry y Ginny: Una historia descabellada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora