Gryffindor contra Ravenclaw ¿Quién gana?

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Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas

Al día siguiente, Harry bajó a desayunar con los demás chicos de su dormitorio, que por lo visto pensaban que la Saeta de Fuego era merecedora de una especie de guardia de honor

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Al día siguiente, Harry bajó a desayunar con los demás chicos de su dormitorio, que por lo visto pensaban que la Saeta de Fuego era merecedora de una especie de guardia de
honor. Al entrar Harry en el Gran Comedor; todos se volvieron a mirar la Saeta de Fuego, murmurando emocionados. Harry vio con satisfacción que los del equipo de
Slytherin estaban atónitos.

¿Le has visto la cara? —le preguntó Ron con alegría, volviéndose para mirar al equipo de Slytherin —. ¡No se lo puede creer! ¡Es estupendo!

Wood también estaba orgulloso de la Saeta de Fuego.

Déjala aquí, Harry —dijo, poniendo la escoba en el centro de la mesa y dándole la vuelta con cuidado, para que el nombre quedara visible.

Los de Ravenclaw y Hufflepuff se acercaron para verla. Cedric Diggory fue a felicitar a Harry por haber conseguido un sustituto tan soberbio para su Nimbus. Y la novia de Percy, Penelope Clearwater, de Ravenclaw, pidió permiso para cogerla.

—Sin sabotajes, ¿eh, Penelope? —le dijo efusivamente Percy mientras la joven examinaba detenidamente la Saeta de Fuego—. Penelope y yo hemos hecho una apuesta —dijo al equipo—. Diez galeones a ver quién gana.

Penelope dejó la Saeta de Fuego, le dio las gracias a Harry y volvió a la mesa.

Harry, Ginny, procuren ganar —les dijo Percy en un susurro apremiante—, porque no tengo diez galeones. ¡Ya voy, Penelope! —Y fue con ella al terminarse la tostada.
—¿Estás seguro de que puedes manejarla, Potter? —dijo una voz fría y arrastrada.

Blaise Zabini se había acercado para ver mejor; junto a Pansy, Crabbe y Goyle estaban detrás de él.

Sí, creo que sí —contestó Harry.
Muchas características especiales, ¿verdad? —dijo Parkinson, con un brillo de malicia en los ojos
—. Es una pena que no incluya paracaídas, por si aparece algún
dementor. - terminó Zabini.

Crabbe y Goyle se rieron.

Y es una pena que no tengan tres brazos —le contestó Harry
—. De esa forma podrían coger la snitch su equipo - dijo Ginny.

El equipo de Gryffindor se rió con ganas. Zabini entornó sus ojos claros y se marchó ofendido. Lo vieron reunirse con los demás jugadores de Slytherin, que juntaron las cabezas, seguramente para preguntarle a Zabini si la escoba de Harry era de verdad una Saeta de Fuego.

A las once menos cuarto el equipo de Gryffindor se dirigió a los vestuarios. El tiempo no podía ser más distinto del que había imperado en el partido contra Hufflepuff. Hacía un día fresco y despejado, con una brisa muy ligera.

Esta vez no habría problemas de visibilidad, y Harry, aunque estaba nervioso, empezaba a sentir la emoción que sólo podía producir un partido de quidditch.

Harry y Ginny: Una historia descabellada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora