Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas
Harry planeó cuidadosamente su incursión. Filch, el conserje, lo había
pillado una vez levantado de la cama y paseando en medio de la noche por donde no debía, y no quería repetir aquella experiencia. Desde luego, la capa invisible sería esencial, y para más seguridad Harry decidió llevar el mapa del merodeador, que, juntamente con la capa, constituía la más útil de sus pertenencias cuando se trataba de quebrantar normas.El mapa mostraba todo el castillo de Hogwarts, incluyendo sus muchos atajos y pasadizos secretos y, lo más importante de todo, señalaba a la gente que había dentro del castillo
como minúsculas motas acompañadas de un cartelito con su nombre. Las motitas se movían por los corredores en el mapa, de forma que Harry se daría cuenta de antemano si alguien se aproximaba al cuarto de baño.Le comentó su idea a Ginny y ella la declaró como buena. Harry iría primero y si no descubría nada, Ginny iría otro día.
El jueves por la noche Harry fue furtivamente a su habitación, se puso la capa, volvió a bajar la escalera y, exactamente como había hecho la noche en que Hagrid les mostró los dragones, esperó a que abrieran el hueco del retrato.
Esta vez fue Ron y Ginny quien esperaban fuera para darle a la Señora Gorda la contraseña («Buñuelos de plátano»).
—Buena suerte —le susurró Ginny, entrando en la sala común mientras
Harry salía.En aquella ocasión resultaba difícil moverse bajo la capa con el pesado
huevo en un brazo y el mapa sujeto delante de la nariz con el otro. Pero los corredores estaban iluminados por la luz de la luna, vacíos y en silencio, y consultando el mapa de vez en cuando Harry se aseguraba de no encontrarse con nadie a quien quisiera evitar. Cuando llegó a la estatua de Boris el Desconcertado —un mago con pinta de andar perdido, con los guantes colocados al revés, el derecho en la mano izquierda y viceversa— localizó la puerta, se acercó a ella y, tal como le había indicado Cedric, susurró la contraseña:—«Frescura de pino.»
La puerta chirrió al abrirse. Harry se deslizó por ella, echó el cerrojo
después de entrar y, mirando a su alrededor, se quitó la capa invisible.
Su reacción inmediata fue pensar que merecía la pena llegar a prefecto
sólo para poder utilizar aquel baño.Estaba suavemente iluminado por una espléndida araña llena de velas, y todo era de mármol blanco, incluyendo lo que parecía una piscina vacía de forma rectangular, en el centro de la habitación. Por los bordes de la piscina había unos cien grifos de oro, cada uno de los cuales tenía en la llave una joya de diferente color. Había asimismo un trampolín, y de las ventanas colgaban largas cortinas de lino blanco. En un
rincón vio un montón de toallas blancas muy mullidas, y en la pared un único cuadro con marco dorado que representaba una sirena rubia profundamente dormida sobre una roca; el largo pelo, que le caía sobre el rostro, se agitaba cada vez que resoplaba.Harry avanzó mirando a su alrededor. Sus pasos hacían eco en los muros.
A pesar de lo magnífico que era el cuarto de baño, y de las ganas que tenía de abrir algunos de los grifos, no podía disipar el recelo de que Cedric le hubiera tomado el pelo. ¿En qué iba a ayudarlo aquello a averiguar el misterio del huevo? Aun así, puso al lado de la piscina la capa, el huevo, el mapa y una de las mullidas toallas, se arrodilló y abrió unos grifos.Se dio cuenta enseguida de que el agua llevaba incorporados diferentes tipos de gel de baño, aunque eran geles distintos de cualesquiera que hubiera visto Harry antes. Por uno de los grifos manaban burbujas de color rosa y azul del tamaño de balones de fútbol; otro vertía una espuma blanca como el hielo y tan espesa que Harry pensó que podría soportar su peso si hacia la prueba; de un tercero salía un vapor de color púrpura muy perfumado que flotaba por la
superficie del agua. Harry se divirtió un rato abriendo y cerrando los grifos, disfrutando especialmente de uno cuyo chorro rebotaba por la superficie del agua formando grandes arcos. Luego, cuando la profunda piscina estuvo llena
de agua, espuma y burbujas (lo que, considerando su tamaño, llevó un tiempo muy corto), Harry cerró todos los grifos, se quitó la bata, el pijama y las zapatillas, y se metió en el agua.
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Harry y Ginny: Una historia descabellada
FanfictionLumus Harry y Ginny siempre han sido amigos desde niños. Al tiempo en que crecían, su amistad evolucionaba. Una guerra empezará y Voldemort no sólo será el enemigo. Morgana, una antigua y muy poderosa bruja medieval, se nos unirá en esta historia...