𝙿𝚁𝙸𝙼𝙴𝚁𝙰 𝙿𝚁𝚄𝙴𝙱𝙰

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Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas

Cuando se levantó el domingo por la mañana, Harry puso tan poca atención al vestirse que tardó un rato en darse cuenta de que estaba intentando meter un pie en el sombrero en vez de hacerlo en el calcetín

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Cuando se levantó el domingo por la mañana, Harry puso tan poca atención al vestirse que tardó un rato en darse cuenta de que estaba intentando meter un pie en el sombrero en vez de hacerlo en el calcetín. Cuando por fin se hubo
puesto todas las prendas en las partes correctas del cuerpo, salió aprisa para buscar a Hermione, y la encontró a la mesa de Gryffindor del Gran Comedor, desayunando con Ginny. Se las llevó fuera para dar otro paseo con ella. En los terrenos del colegio, mientras bordeaban el lago, Harry le contó todo lo de los dragones, lo que le habían dicho Sirius y Remus.

Aunque muy asustada por las advertencias sobre Karkarov, Hermione pensó que el problema más acuciante eran los dragones.

Primero vamos a intentar que el martes por la tarde sigas vivo, y luego ya nos preocuparemos por Karkarov.

Dieron tres vueltas al lago, pensando cuál sería el encantamiento con el
que se podría someter a un dragón.

- Charlie también dijo que los encantamientos para desarmar no servirían. El Gales Verde es el más distraído de los cinco, el hocicocorto sueco es un poco más lento, el bola de fuego chino no tiene tan Buenos reflejos. Dice que el colacuerno húngaro y el Hébrido negro son los que más le preocupan dice que cuando se le ocurra algo con esos dos nos lo informara.

Pero, como no se les ocurrió nada, fueron a la biblioteca. Harry cogió todo lo que vio sobre dragones, y uno y otro se pusieron a buscar entre la alta pila de libros.

—«Embrujos para cortarles las uñas... Cómo curar la podredumbre de las
escamas...»
- Esto no nos sirve: es para chiflados como Hagrid que lo que
quieren es cuidarlos...
—«Es extremadamente dificil matar a un dragón debido a la antigua magia
que imbuye su gruesa piel, que nada excepto los encantamientos más fuertes puede penetrar...» —leyó Hermione
. ¡Pero dijeron que había uno sencillo que valdría!
—Busquemos pues en los libros de encantamientos sencillos... —dijo
Harry, apartando a un lado el Libro del amante de los dragones.

Volvió a la mesa con una pila de libros de hechizos y comenzó a hojearlos
uno tras otro. A su lado, Hermione cuchicheaba sin parar:

Bueno, están los encantamientos permutadores... pero ¿para qué
cambiarlos? A menos que le cambiaras los colmillos en gominolas o algo así, porque eso lo haría menos peligroso... El problema es que, como decía el otro libro, no es fácil penetrar la piel del dragón. Lo mejor sería transformarlo, pero, algo tan grande, me temo que no tienes ninguna posibilidad: dudo incluso que la profesora McGonagall fuera capaz... Pero tal vez podrías encantarte ustedes mismos. Tal vez para adquirir más poderes. Claro que no son hechizos sencillos, y no los hemos visto en clase; sólo los conozco por haber hecho algunos ejercicios preparatorios para el TIMO...
—Hermione —pidió Harry, exasperado—, ¿quieres callarte un momento, por favor? Trato de concentrarme.

Harry y Ginny: Una historia descabellada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora