Cumplan las órdenes

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Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas

-¡Ya cayó!- exclamó Ron alegremente - Ella dice que va a tratar de comprarme una.
-¡Guay! - exclamó Harry, -Escucha, Ron. Bien hecho, amigo.

La sonrisa de Ron se apagó.

-¡Nunca pensé que iba a ser yo!- afirmó sacudiendo la cabeza- Estaba seguro que serías tú!
-Bah, supongo que yo causo demasiados problemas. - se burló Harry haciendo eco a Fred.
-Sí-susurró Ron. -Sí, supongo... bueno, más vale que empaquemos ¿no?

Era extraño cuan extensamente sus posesiones parecían haberse esparcido por su cuenta desde que habían llegado. La mayor parte de la tarde se les fue en recuperar sus libros y posesiones regados por toda la casa y ponerlos en los baúles escolares. Harry notó que Ron
no dejaba de cambiar de lugar su insignia de prefecto, primero la puso en la mesita de al lado, después la guardó en el bolsillo del pantalón, yluego la sacó y se la colocó en la túnica arrugada, como viendo el efecto del rojo sobre el negro.

Sólo cuando Fred y George la agarraron y le ofrecieron pegársela en la frente con un Hechizo de Pegamento Permanente la escondió en sus medias marrones y cerró el baúl.

La señora Weasley regresó del Callejón Diagon a eso de las seis, repleta de libros y llevando un largo paquete envuelto en grueso papel marrón que Ron agarró con un gemido anhelante.

-No lo abras ahora, la gente está llegando para la cena y quiero que bajes- le pidió su madre, pero en el momento que ella se perdió de vista Ron rasgó el papel con frenesí y examinó cada pulgada de su nueva escoba, con una expresión extasiada en la cara.

En la planta baja la señora Weasley había colgado una bandera escarlata por encima de la pesada mesa del comedor, que decía:

FELICITACIONES RON Y HERMIONE
LOS NUEVOS PREFECTOS

Ella parecía estar mucho más contenta de lo que Harry la había visto durante todas las vacaciones.

-Creo que deberíamos tener una pequeña fiesta en vez de una cena corriente - dijo cuando Harry, Ron, Hermione, Fred, George y Ginny entraron en la habitación. - Tu padre y Bill están en camino, Ron. Les envié una lechuza y están muy emocionados - agregó, radiante.

Fred puso los ojos en blanco.

Sirius, Lupin, Alex, Tonks y Kingsley Shacklebolt ya habían llegado y Ojo-Loco Moody entró taconeando poco después de que Harry se hubiera servido una cerveza de mantequilla.

-Oh, Alastor, me alegra que estés aquí- saludó radiante la señora Weasley, mientras Ojo- Loco se sacaba la capa de viaje- Te estábamos esperando hace añales. ¿Puedes echar un vistazo al escritorio del estudio y decirnos qué hay adentro? No queríamos abrirlo en caso de encontrar algo realmente repugnante.
-No hay problema, Molly ...

El ojo azul-eléctrico de Moody giró hacia arriba y miró fijamente a través del techo de la cocina.

-Estudio...-gruñó, con la pupila contraída- ¿Está el escritorio en la esquina? Sí, ya lo veo... Sí, es un boggart... ¿Quieres que vaya y lo eche, Molly?
-No, no, lo haré yo misma más tarde. - declaró la señora Weasley. - Tienes que tomar un trago. Tenemos una pequeña celebración, de hecho... -hizo un gesto a la bandera escarlata- ¡El cuarto prefecto en la familia!- terminó cariñosamente, revolviendo el pelo de Ron.
-¿Prefecto, eh?- gruñó Moody, su ojo normal puesto en Ron y el mágico rodando para ver dentro de su cabeza.

Harry tuvo la muy incómoda sensación que lo miraba a él y que luego lo movía hacia Sirius y Lupin.

-Bueno, felicidades- continuó Moody, todavía mirando penetrantemente a Ron con su ojo normal. - Las figuras de autoridad siempre atraen
problemas pero supongo que Dumbledore piensa que tu puedes resistir mayores infortunios o no te habría elegido...

Harry y Ginny: Una historia descabellada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora