¡Tomen su ticket del Autobús Noctámbulo y vámonos al Caldero Chorreante!

369 28 8
                                    

Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas

- ¿El autobús Noctámbulo? - preguntó Harry, mientras Sirius y él caminaban con sus maletas.
- Sí, mira querido ahijado un autobús es un vehículo más grande que un auto - se burló Sirius.
- ¡Woah! Muy gracioso - dijo Harry sarcásticamente.
- Lo sé , lo sé ¡soy un genio! - se felicitó a si mismo.
- ¿Y por qué tío Remus tuvo que irse antes? - pregunto Harry.
- No sé - admitió Sirius - No me lo quiso decir, pero dijo que era una sorpresa.
- ¿Y por qué nos hospedamos en el Caldero Chorreante? - pregunto nuevamente el azabache.
- Porque son vacaciones - dijo Sirius.
- ¿Tío Remus ya firmó la autorización?  - preguntó Harry.
- ¿Por qué tienes tantas preguntas? - le dijo Sirius.

Harry lo miró molesto.

- ¿Y ya te contestaron tus amigos? - pregunto Sirius.
- Eh, si. Nos vemos en el Callejón Diagon - contestó Harry.
- Awww entonces te vas a encontrar con tu novia - le molesto Sirius
- ¡Ginny no es mi novia! - le exclamo Harry.
- Ajá, y Remus odia el chocolate.

● ● ●

Bienvenidos al autobús
noctámbulo, transporte de emergencia. Alargue la varita, suba a bordo y lo llevaremos a donde quiera. Me llamo Stan Shunpike. Estaré a su disposición esta noche.

Sirius y él subieron.
No había asientos; en su lugar; al lado de las ventanas con cortinas, había media docena de camas de hierro. A los lados de cada una había velas encendidas que iluminaban las paredes revestidas de madera.

Un brujo pequeño con gorro de dormir murmuró en la parte trasera:

Ahora no, gracias: estoy escabechando babosas. —Y se dio la vuelta, sin dejar de dormir.
La de ustedes son esas —susurró Stan, metiendo el baúl de Harry bajo la cama que había detrás del conductor; que estaba sentado ante el volante—. Éste es nuestro conductor; Ernie Prang.

Ernie Prang, un brujo anciano que llevaba unas gafas muy gruesas, le hizo un ademán con la cabeza. se sentó en la cama.

Vámonos, Ernie —dijo Stan, sentándose en su asiento, al lado del conductor.

Se oyó otro estruendo y al momento Harry se encontró estirado en la cama, impelido hacia atrás por la aceleración del autobús noctámbulo.

Oyendo la fuerte carcajada de Sirius. Al incorporarse miró por la ventana y vio, en medio de la oscuridad, que pasaban a velocidad tremenda por
una calle irreconocible. Sirius observaba con gozo la cara de sorpresa de Harry.

—. ¿Dónde estamos, Ernie? ¿En Gales?
—Sí —respondió Ernie.
—¿Cómo es que los muggles no oyen el autobús? —preguntó Harry.
—¿Ésos? —respondió Stan con desdén—. No saben escuchar; ¿a que no?
Tampoco saben mirar. Nunca ven nada.
—Vete a despertar a la señora Marsh —ordenó Ernie a Stan—. Llegaremos a Abergavenny en un minuto.

Stan pasó al lado de la cama de Harry y subió por una escalera estrecha de madera.

Harry seguía mirando por la ventana, cada vez más nervioso. Ernie no parecía dominar el volante. El autobús noctámbulo invadía continuamente la acera, pero no chocaba contra nada. Cuando se aproximaba a ellos, los buzones, las farolas y las papeleras se apartaban y volvían a su sitio en cuanto pasaba.

Stan reapareció, seguido por una bruja ligeramente verde arropada en una capa de viaje.

Hemos llegado, señora Marsh —dijo Stan con alegría, al mismo tiempo que Ernie pisaba a fondo el freno,
haciendo que las camas se deslizaran medio metro hacia delante.

Harry y Ginny: Una historia descabellada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora