Una prueba inesperada

501 41 58
                                    

Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas

Harry, Ginny, Ron y Hermione fueron aquella noche a buscar a Pigwidgeon a la lechucería para que Harry le pudiera enviar una carta a Sirius y Remus diciéndole que había logrado burlar al dragón sin recibir ningún daño. Por el camino, Harry puso a Ron al corriente de todo lo que Sirius y Remus le había dicho sobre Karkarov.

Aunque al principio Ron se mostró impresionado al oír que Karkarov había sido un mortífago, para cuando entraban en la lechucería se extrañaba de que no lo hubieran sospechado desde el principio.

-Todo encaja, ¿no? -dijo-. Seguramente en los Mundiales iban los junto a Lucius Malfoy y bien enmascarados... Pero te diré una cosa, Harry: si fue Karkarov el que puso su nombre en el cáliz, ahora mismo debe de sentirse como un idiota, ¿a que sí?
No le ha funcionado, ¿verdad? ¡Sólo recibieron un rasguño! Ven acá, yo lo haré.

Pigwidgeon estaba tan emocionado con la idea del reparto, que daba
vueltas y más vueltas alrededor de Harry, ululando sin parar. Ron lo atrapó en el aire y lo sujetó mientras Harry le ataba la carta a la patita.

-No es posible que el resto de las pruebas sean tan peligrosas como
ésta... ¿Cómo podrían serlo? -siguió Ron, acercando a Pigwidgeon a la
ventana-. ¿Saben qué? Creo que podrían ganar el Torneo, se los digo en serio.

Ginny sabía que Ron sólo se lo decía para compensar de alguna manera
su comportamiento de las últimas semanas, pero se lo agradecía de todas formas. Hermione, sin embargo, se apoyó contra el muro de la lechucería, cruzó los brazos y miró a Ron con el entrecejo fruncido.

-A Harry y Ginny les queda mucho por andar antes de que termine el Torneo - declaró muy seria-. Si esto ha sido la primera prueba, no me atrevo a pensar qué puede venir después.
-Eres la esperanza personificada, Hermione -le reprochó Ron-Parece que te hayas puesto de acuerdo con la profesora Trelawney.

Arrojó al mochuelo por la ventana. Pigwidgeon cayó cuatro metros en
picado antes de lograr remontar el vuelo. Las carta que llevaba atada a la pata era mucho más grande y pesada de lo habitual: Harry no había podido vencer la tentación de hacerle a Sirius y Remus un relato pormenorizado de cómo había burlado y esquivado al colacuerno volando en torno a él.

Contemplaron cómo desaparecía Pigwidgeon en la oscuridad, y luego dijo Ron:

-Bueno, será mejor que bajemos para su fiesta sorpresa. A estas alturas, Fred y George ya habrán robado suficiente comida de las cocinas del castillo.

Por supuesto, cuando entraron en la sala común de Gryffindor todos
prorrumpieron una vez más en gritos y vítores. Había montones de pasteles y de botellas grandes de zumo de calabaza y cerveza de mantequilla en cada mesa. Lee Jordan había encendido algunas bengalas fabulosas del doctor Filibuster, que no necesitaban fuego porque prendían con la humedad, así que el aire estaba cargado de chispas y estrellitas. Dean Thomas, que era muy bueno en dibujo, había colgado unos
estandartes nuevos impresionantes, los cuales representaban a Harry volando en torno a la cabeza del colacuerno con su Saeta de Fuego, a Ginny alzando el huevo dorado con el dragón enredado aunque un par de ellos mostraban a Cedric con la cabeza en llamas.

Harry se sirvió comida (casi había olvidado lo que era sentirse de verdad hambriento) y se sentó con Ron, Ginny y Hermione. No podía concebir tanta felicidad: tenía de nuevo a Ron de su parte, habían pasado la primera prueba y no tendrían que afrontar la segunda hasta tres meses después.

-¡Jo, cómo pesa! -dijo Lee Jordan cogiendo el huevo de oro, que Harry
había dejado en una mesa, y sopesándolo en una mano-. ¡Vamos, Harry, ábrelo! ¡A ver lo que hay dentro!
-Se supone que tiene que resolver la pista por sí mismo -objetó
Hermione-. Son las reglas del Torneo...
-También se suponía que tenía que averiguar por nosotros mismos cómo burlar al dragón -susurró Ginny para que sólo Hermione pudiera oírlo, y ella sonrió sintiéndose un poco culpable.
-¡Sí, vamos, ábranlo! -repitieron varios.

Harry y Ginny: Una historia descabellada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora