Harry y Ginny: Una historia descabellada

Los patronus

Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas

Harry sabía que la intención de Hermione había sido buena, pero eso no le impidió enfadarse con ella.

Había sido propietario de la mejor escoba del mundo durante unas
horas y, por culpa de Hermione, ya no sabía si la volvería a ver. Estaba seguro de que no le ocurría nada a la Saeta de Fuego, pero ¿en qué estado se encontraría después de pasar todas las pruebas antihechizos?

Ron también estaba enfadado con Hermione. En su opinión, desmontar una Saeta de Fuego completamente nueva era un crimen. Hermione, que seguía convencida de que había hecho lo que debía, comenzó a evitar la sala común.

Harry, Ginny y Ron supusieron que se había refugiado en la biblioteca y no intentaron persuadirla de que saliera de allí.

Una de las noches, antes de que todos regresen a Hogwarts, Ginny no pudo dejar de pensar en lo que paso con Morgana. Juraba que no era un sueño, la varita siempre la tenía en su mochila (la cual la guardaba debajo de la cama) ¿cómo pudo cambiar de lugar? ¿En realidad habló con ella?

Había ya leído varios libros pero ningún lugar se parecía al de su ... ¿sueño? ¿En qué lugar había estado?

Desesperada ante aquel pensamiento, se vio con la necesidad de una segunda opinión. Dumbledore le dijo que si pasaba algo con su cabeza que le avise, confiaba que de alguna manera Dumbledore no contaría nada.

¿Esta era una de las consecuencias? Suponía que si pero... ¿esto era todo? ¿O había más? No había estado bien esos días, ni siquiera le importaba la pelea por la Saeta de Fuego.

Esa noche mientras caminaba para volver a la sala común nada fue diferente. Ron hablaba de Merlín sabe que y Harry, parecía que el suelo era lo más importante del mundo.
Hermione estaba al otro lado de la sala común repleta de libros grandes y gruesos.

Era una rutina que a Ginny le desagradaba, ya sabía lo que tenía que hacer para que nadie se enojara (más de lo que estaban) pasaba media hora con Hermione, la castaña subiría y ella se iría con Harry y Ron.

Tal y cual pasó, después de oír media hora de que adivinación era muy imprecisa y Ginny asintiendo sin prestar atención a ninguna palabra. Hermione se fue a su dormitorio y Ginny se fue con Harry y Ron.

Ron no tardó mucho en subir un tanto molesto por "no haberlos elegido primero"

No bastó ni cinco minutos para que solo se quedarán Ginny y Harry.

- Ignora a Ron - dijo Harry - Ya sabes como es.

Ginny tomó aire. No iba a volver a ocultarle un secreto tan grande a Harry. No podía dejar que Harry volviera a poner su vida en peligro por su culpa. Si muriera por su cul... no se lo perdonaría.

- Harry - la voz de Ginny no fue tranquila - no te vas a asustar.
- Ya me asusté - contesto Harry ante las palabras de su amiga.
- Prométeme que no contarás nada.
- Prometido.
- Ni a Dumbledore.

Ni uno habló y se prolongó un silencio.

- Ginny... ¿qué está pasando?

● ● ●

- ¿Cómo no le podemos contar a Dumbledore? ¡Ginny! ¿Sabes con quién estás hablando? ¡Con la maestra de la magia! - Harry hablaba más alto de lo normal.
- Sí, lo sé. Pero ya oíste a Fudge ¿no? Se lo contaremos a Dumbledore, te lo prometo. Pero primero quiero saber una cosa ¡varias cosas! - dijo Ginny - Dame tiempo y para final de este año Dumbledore lo sabrá.
- ¿Y si pasa algo? ¿Si te hace algo? ¡No podemos esperar tanto!
- Si podemos. Voy a estar bien - dijo Ginny - ¿Crees que no estoy aterrada con esto? ¡Tengo a una bruja de hace cientos de años en mi cabeza! Pero tienes que confiar en mí. Te lo pido.