○ 3 ●

63 5 1
                                    

El amanecer se asoma mientras aún nos encontramos sentados en el borde del acantilado. Payton se levanta tomando mi mano. Sus alas se agitan y sin decir una palabra comprendo lo que quiere.
Volamos juntos, subimos muy alto, nos miramos a los ojos con mucho deseo.
Me acerco a él y miro a mi alrededor. Desde arriba todo parece más pequeño. Veo el refugio más allá. Veo el río donde encontré a aquel unicornio. Vuelvo mi mirada a Payton, lo veo a él. Se acerca también a mi, dejándolo todo de lado, me toma de la cintura, une nuestros cuerpos volviendolos uno, apoya su frente contra la mía. Ojalá pudiera quedarme así más tiempo, pero aún corremos el riesgo de ser vistos. No es seguro para ninguno de los dos y aunque me parece injusto no poder besar a la persona que amo, o tocarla, no puedo contradecir las reglas de los arcángeles, por algo fueron creadas.

Me separo de él y me le adelanto para volar hasta la cascada. Lo oigo aletear detrás de mi y vuelo más rápido. Como si de una carrera se tratara.
Pero él me alcanza y se queda a mi lado.
Llegamos a la cascada sin darnos cuenta.
Nos acercamos a la misma y pasamos nuestras manos por el agua que cae.
Volamos hasta arriba, posando nuestros pies sobre el borde de las rocas con las que el agua choca antes de caer.

—Definitivamente esto es lo más hermoso que he visto. —digo gritando, ya que el ruido del agua es tan fuerte como para opacar mi voz.

—Pensé que ese era yo. —dice bromeando y le sonrío.

(...)

4 horas más tarde, aún deseo volver allí. Todo se sentía tan fuera de lugar, tan relajante y con la compañía de Payton, todo era perfecto.
Pero ahora debo enseñarle a Alaska a volar.
Sus escamas se han desarrollado muy bien a lo largo de estos meses. Ahora todo su cuerpo se cubre de blanco, ya no parece un pollo sin plumas.
Ahora ya es mi pequeño dragón.
Todavía no sobrepasa mi tamaño. Pero debo admitir que ha crecido más rápido de lo que me esperaba.
Aún puedo recordar su miradita en esa caja.

—¡Alaska! —debo gritarle para llamar su atención, se había distraído con una mariposa a la que intentaba tragarse.

Suelta un ronroneo, o por lo menos parece uno. No estoy segura de como se llama el sonido que produce, pero al escucharlo me hace acordar a un gato ronroneando. Cuando se enoja parece un león rugiendo, pero mientras tanto es un pequeño gatito con cuerpo de dragón.

—Concéntrate. —le ordeno. —Llevo semanas intentando que vueles. No hemos avanzado siquiera un poco, solo préstame atención y prometo dejarte jugar todo lo que quieras. —aún es un pequeño dragoncito, supongo que necesita jugar. Pero debe sentirse muy solo, no hay ningún otro dragón que pueda hacerle compañía. Pero para eso estoy aquí. Siempre juego con él. Hasta que un día crezca tanto, que el que juegue conmigo sera él.

Me mira con fastidio, se que esta cansado de practicar, pero quiero que volemos juntos, necesito que sienta la libertad de despegar los pies de la tierra y sentir que nada te puede atar a ella.

—Escúchame. —le digo. —Abres tus alas, las estiras bien y comienzas a moverlas. ¿Lo entiendes? —le pregunto mientras me mira como si no tuviera ni la menor idea de lo que estoy diciendo.

—No puede entenderte si no le hablas en su idioma. —dice Payton apareciendo detrás de nosotros.

—¿Cómo que hablarle en su idioma? —le pregunto.

—Mira. —dice acercándose a Alaska.

Se pone a su lado y toca un ala de Alaska, al pequeño aún se le están desarrollando.

—Haz esto. —le muestra como abrir las alas y Alaska lo imita. —Ahora muevelas. —Payton agita sus alas y Alaska lo sigue. —Muy bien, ahora más rápido. —se levanta del suelo y mira a Alaska desde arriba.

Este lo mira con admiración y agita sus alas cada vez más rápido. Me mira a mi como pidiendo mi aprobación.
Ahora yo me desprendo del suelo, vuelo a un lado de Payton y Alaska nos mira triste. Aún su cuerpo no se eleva.

—No te esfuerces cariño. —vuelvo al suelo.

Me acerco a él y toco su nariz, que casi tiene el tamaño de mi mano.

—Has avanzado, seguiremos practicando mañana, ¿Qué te parece muchacho? —me mira enojado. No quiere dejar de practicar ahora que ya ha hecho un avance.

Refunfuña mirando a Payton. Este se ríe.

—Bien, practiquemos más, si eso es lo que quieres. —le digo.

Me mira con atención. Estiro mis alas y las agito, él me imita sin problema, hasta que mis pies se levantan del suelo y se pone triste por que los suyos no.

—Tranquilo, hazlo lento. —agita sus alas tan rápido como puede, pero solo logra tambalearse y caer de lado.

Vuelo hasta él. Me paro a su lado.

—No te pongas triste pequeño, aún tienes tiempo para aprender. —me mira por un segundo y luego se levanta para lamer mi mano.

Pensé que tener un dragón sería complicado, pero Alaska es como un pequeño perrito, solo que tiene alas y escamas, en lugar de pulgas y pelo.

—¿Por qué no jugamos? —le pregunta Payton. —¿Qué te parece?

Alaska me mira emocionado y comienza a dar saltitos.

—Tú y yo nos escondemos y Payton nos busca. —le digo.

Escuchamos pasos detrás nuestro.

—¡Ay que tiernos! ¿ya están practicando para cuando tengan hijos? —Jason aparece detrás de nosotros.

—Cierra la boca idiota o el único que no podrá tener hijos seras tú. —lo amenazo riendo.

—Jason nos busca y nosotros nos escondemos. —Payton comienza a correr y Alaska me mira por un segundo corriendo también para esconderse.

—¡Nunca dije que quería jugar! —se queja Jason. Lo miro riendo. —¡BIEN!, ustedes ganan. ¡Pero no se vale esconderse en el cielo! ¡Yo no tengo alas! —comienzo a correr mientras veo a Jason tapándose los ojos y comenzando a contar.

Jamás hubiera imaginado que mi vida humana y aburrida daría un giro tan inesperado y me traería aquí ahora. Corriendo a esconderme de un vampiro, mientras mi dragón y un ángel de la muerte se quedan quietos como maniquíes, en su escondite. Sin hacer ruido, sin moverse.

Duality #2 (Terminando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora