Duality #2 (Terminando)

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Greyson'Pov

Decidí volver a mi nuevo hogar, no puedo quedarme más tiempo, debo aceptar de una vez por todas que ya no pertenezco aquí. Unos años más y las habilidades de ángel caído que poseo desaparecerán.

Cuando entro en el departamento me encuentro a William en la cocina.

—¡Ey!, no dormiste aquí anoche. —me recuerda.

—Si... Estuve con una amiga. —explico.

—¿Amiga? —pregunta con cara de pervertido. —¿Amiga o amiga con derechos? —pregunta.

—No, enserio. Es solo una amiga. —puede que la primera vez que vi a Megan me sentí atraído hacía ella e incluso tuve la suerte de besarla, pero desde que la conozco ha tenido sentimientos por Payton.

—Como tú digas. —me sonríe burlonamente.

William es un chico atractivo, tiene el cabello de color castaño con pequeños bucles en las puntas, sus ojos viajan de un azul a un verde y mide un par de centímetros menos que yo. Tiene un cuerpo musculoso, pero no demasiado. Puedo notar que su trasero es bastante grande y no voy a negar que no puedo evitar mirarlo cuando pasa.

—Estoy haciendo palomitas de maiz para ver una película, ¿quieres acompañarme? —me pregunta.

—Claro, no tengo nada más que hacer. —miro la habitación, parece no haber rastro de Edward. —¿Y Edward? —pregunto.

—Se ha ido con una chica esta mañana y no ha vuelto. —me cuenta.

—¿Todavía no admite que no puede superar a Megan? —le pregunto.

Es obvio que ese chico siente una profunda culpa después de lo que le hizo a Megan, lo he oído hablar de ella con admiración y pude notar lo nervioso que se puso cuando la vio en la puerta. Megan también lo estaba, se le notaba en el rostro.

—Es obvio que no, le dije que debería hablar con ella, es lo único que puede hacer. Megan me pareció una chica muy madura, de esas que saben lo que quieren siempre, que no se confunden ni dan muchas vueltas. También parece difícil de convencer.

—Si... Es una persona increíble y muy fuerte, siempre supera todos los obstáculos que la vida le pone. También es muy terca, es imposible sacarle una idea de la cabeza una vez que se le mete ahí. —le cuento.

Lo veo caminar hacía una estantería.

—¿Saladas o dulces? —me pregunta.

—¿Cómo que saladas o dulces? —pregunto a su vez, no sé a que se refiere.

—Las palomitas de maíz, ¿te gustan saladas o dulces? —no estoy seguro. Nunca había comido palomitas de maíz antes.

—¿Cómo te gustan a ti? —pregunto.

—Dulces. —responde.

—A mi también. —supongo que van a gustarme.

—Perfecto. —vuelve la vista a la estantería e intenta alcanzar el azúcar.

Se pone de puntitas y apoya una mano en la mesada, pero estoy seguro de que no llegara a alcanzarla.
Me muevo rápidamente a su lado y tomo el azúcar sin dificultad alguna.
Noto la sorpresa en su rostro, no se esperaba que lo ayudara.