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La noche se ha pasado rápidamente, ahora me encuentro en el balcón, el mismo en el cual hable con unas flores la noche en la que conocí todo esto. Me siento estupida al pensarlo, pero es lo único que me hace sentir cerca de mi abuela, el perfume que solía usar y los jazmines.
Estoy apoyada en el barandal con los codos y mantengo mi cuerpo hacia atrás. Las estrellas se ven perfectas desde aquí y podría quedarme viéndolas toda la vida.

—Papá. —susurro a una ellas que destaca entre las otras. —Sería lógico que por tú raza fuerzas al infierno, pero yo sé que tú te mereces un lugar en el cielo. —un recuerdo se me viene a la mente.

Tenía entre 11 o 12 años, papá y yo esperábamos a mamá fuera del mercado mientras disfrutábamos de un helado. El calor era abrasador y papá parecía un poco disgustado por ello. Recuerdo que el calor solía ponerlo de mal humor la mayoría de las veces, así que le pregunte por qué.

—Papá. —le dije.

—¿Si?

—¿Por qué odias tanto el calor? —pregunte.

Se quedo mirándome un par de segundos y pensó bien su respuesta.

—Es probable que no lo entiendas ahora, pero el calor me recuerda de dónde vengo. Podría decir que aborrezco aquel lugar, pero realmente no es así. Fueron buenos momentos, buena vida, buenos amigos. Un mundo distinto. —aún puedo recordar ese tono de frustración en su voz.

Cuando pensé en sus palabras imagine que el había vivido en algún lugar caluroso, como una playa, pero ahora puedo entenderlo. Ahora lo veo papá, tú eras feliz y orgulloso de ser quien eras y cómo eras. Solo extrañabas no poder tener todo aquello de nuevo.

—Desearía poder ver cómo es todo allá arriba. ¿Será más fácil vivir?, ¿Sobrevivir?, ¿Será más fácil encontrar la felicidad? —la voz que ha pronunciado estas palabras me estremece. No había notado que alguien había aparecido a un par de pasos de mi.

La luz de la luna le ilumina el pálido rostro, sus ojos aún me causan escalofríos. Su cabello blanco se ve realmente suave y podría confundirse con la nieve.

—¿Te refieres a el cielo o a la vida después de la muerte? —le pregunto.

—¿Cuál es la diferencia? —pregunta a su vez.

—No estoy segura, pero en el cielo habitan los ángeles, los de mi raza. Ellos se encargan de mantener un orden tanto allí como aquí. Creo que tú raza no es la que te hace feliz, he visto ángeles infelices, anhelado pecar, anhelado un poco de libertad. Por que tener alas no te hace libre, siempre estas atado a otra cosa, como a una persona, a una meta, a un sueño, a una vida que no quieres.

—¿Me estas diciendo que si estas condenado a no envejecer jamás, a ver como los que amas viven sus vidas y mueren, mientras tú solo bebes sangre y te acostumbras a vivir entre las sombras, puedes ser igualmente feliz? —pregunta, parece un poco angustiado y confuso.

No estoy segura de que responder, pero parece que es nuevo en todo esto de ser un vampiro y realmente lo entiendo. Tampoco me sentía muy a gusto al principio, cuando me convertí en ángel y tuve que acostumbrarme a mis alas, a mis poderes.

—Lo siento. No puedo imaginar por lo que estas pasando, pero créeme que la felicidad es en parte subjetiva, quiero decir, tú eres quién decide si ser feliz. No importa cuantos golpes te de la vida, siempre puedes levantarte y seguir adelante, haciendo de los malos momentos tu fortaleza. —explico.

Duality #2 (Terminando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora