Un mafioso caprichoso.
Un futuro agente de la DEA.
Ella novia de los dos.
¿Qué podría salir mal?
Consciente de que el padecimiento que sufre podría quitarle la vida en menos de un año, el hijo menor de una poderosa familia de mafiosos, hará lo posi...
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Después de estar varios años en el negocio, comprendes muchas cosas, una de ellas es que, por muy cruel que parezca, con algunas personas es preferible tener su temor a su respeto.
Exhalé el humo de mi cigarrillo con calma, desde que llegué a México los problemas no habían cesado, lo más difícil es tener tan cerca al enemigo, los Puerto, habían elegido un camino sin retorno y era demasiado tarde para su redención, mi paciencia se había terminado.
—A ver, compadre —le dije al esbirro de los Puerto que mi gente había capturado, me dolían los nudillos de tanto molerlo a golpes, pero se niega a dar información. Otra cosa que aprendes cuando estás dentro de la mafia es que siempre debes saber dónde estás parado, para mi mala suerte, este tipo sabe exactamente cuál es su posición: no hay manera de que salga con vida de esto—, tus patrones se andan divirtiendo con, al menos, cien millones de pesos que me pertenecen, pero no estoy detrás de los cien, solo me interesa, por el momento, saber en dónde está mi cargamento de autos deportivos.
—Ya te dije que no sé nada, Chema ¿Qué más quieres?
—Que me digas lo que sabes, porque sé, sé que sabes en dónde están mis putos coches, estoy perdiendo la paciencia, no me quiero poner sádico contigo, has hecho algunas cosas bien, no lo arruines, te tengo fe aunque le apostaste al perdedor —encogí los hombros, volví a dar una calada a mi cigarrillo, le lancé el humo en el rostro, el hombre tosió—, vamos ¡Ánimo! ¿Dónde están mis coches? Dilo ya.
—Si te digo me vas a matar.
—Pero lo haré rápido, eso te beneficia, sabes muy bien en dónde estás parado y en verdad que te aplaudo ¿Quieres pasar tus últimas horas así?
—¿Tengo opción?
—Puedes morir ahora o en tres horas, puedes morir con honor y esperar a que Amilcar Puerto te dispare por la espalda, bueno, eso pasará después de que te arranque todos los dientes y la uñas para que le digas qué tanto me informaste, yo te voy a disparar de frente y no le voy a tocar un cabello a tu familia —respingó—, vamos, sabes lo que digo "entre nosotros todo, con la familia, nada", tienes mi palabra.
Suspiró profundamente.
—Están en un almacén de Nayarit, al oeste del rancho Ciénega.
—Ah, con que ahí los llevaron, bueno, solo espero que sea cierto, de lo contrario, habrás muerto en vano.
—Cumple tu palabra, Chema.
—Yo siempre —saqué el arma y le apunté en la frente—, yo siempre cumplo mi palabra —le disparé sin que lo esperara, retrocedí para salir del almacén, afuera ya me esperaba mi gente.
—Josué, llama a David para que le informe a mi hermano que los autos están en Nayarit, que los ponga en circulación y se disculpe con los clientes, el transporte va por nuestra cuenta.
