Estaba tomando una cerveza cuando vi a Amilcar Puerto con muchas ganas de acercarse, rodé los ojos, me levanté para buscar a Claudia Frida o a mi hermana, a quien caiga primero.
—María.
—Hola Amilcar.
—Oye, no vi a tu mamá, pero quiero que me recuerdes que si no paga antes del veinte tendremos problemas.
—Yo le aviso.
—Podría ser hasta el veinticinco si te quedas conmigo.
—¿Es oferta o me estás avisando?
—No te pongas difícil, dudo que tengan el dinero para el veinte, guapa, así que lo más bueno para ustedes, sería que tú te pusieras floja y cooperativa conmigo —tiré de mi brazo, pero él no me soltaba, me llevó a la parte lateral de un negocio.
—Tendrás tu dinero el veinte, Amilcar, déjame —me sujetó de nuevo del brazo, me apretó, intenté zafarme sin hacer escándalo, tiré fuerte y él apretaba más.—, ya déjame, déjame —le pegué para que me soltara, lo hizo, pero eso lo hizo enfurecer, me atrapó dos metros más adelante, me miró como un maldito loco, quise alejarme, pero me tomó del cabello, me tiró al suelo y me dio una cachetada.
—Cállate puta —la gente nos vio pero nadie se metía a ayudarme, nadie en su sano juicio lo haría. Me levantó del cabello, es increíble que aún no empiece el evento y yo ya esté padeciendo—, esto te va a salir muy caro. —de pronto, sentí un tirón fuerte en mi brazo, desde ese momento, todo fue en cámara lenta, mientras yo retrocedía el puño de José Manuel caía sobre la mejilla de Amilcar Puerto, lo derribó con ese derechazo.
—¿Qué te pasa pendejo? ¿No te llenas de manosear a las tuyas? —Amilcar sacó su arma y le apuntó, José Manuel también hizo lo mismo, se carcajeó —¡Uuh! —dijo con éxtasis—, jálale pendejo, jálale, me muero pero te vienes conmigo, pinche asqueroso animal, tírale, no seas maricón.
—Amilcar —Eduardo y Diego también llegaron, miraron a Chema que no estaba solo, tenía a sus cuatro compinches apuntando a los demás.
—Un día de estos te va a cargar la chingada.
—Mejor tu hermana, cabrón, dile a Carolina que le mando mis saludos, seguro le hace falta cariño ahí por dónde me extraña —Amilcar iba a saltar, pero Eduardo lo detuvo—¿Y tú qué pendejo? ¿Te gustaron mis sobras? Más les vale que se mantengan en su línea, porque a diferencia de ustedes, a mí no me dan miedo los fierrazos —miró a Amilcar—, si te le vuelves a acercar, te despescuezo cabrón, estás advertido —me quedé congelada.
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🌹・𝐂𝐨𝐧𝐭𝐫𝐚𝐛𝐚𝐧𝐝𝐨 𝐲 𝐓𝐫𝐚𝐢𝐜𝐢ó𝐧・🌹
Novela JuvenilUn mafioso caprichoso. Un futuro agente de la DEA. Ella novia de los dos. ¿Qué podría salir mal? Consciente de que el padecimiento que sufre podría quitarle la vida en menos de un año, el hijo menor de una poderosa familia de mafiosos, hará lo posi...