Capítulo 1 - Parte 2

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Delante de su abuela, una anciana de mirada aguda y corazón gentil, Nina repitió la historia. Se encontraban en la mesa del comedor, en la casa de dos plantas tan antigua como su propietaria.

La señora sonrió con tristeza tras escucharla.

—Ha aceptado un acuerdo para entrar al Gremio.

Su nuera se cubrió la boca con las manos.

—No. No puede ser...

—En cuanto averigüen que es una Salazar el Consejo no la dejará ir. —Un rictus de dolor cruzó por su rostro—. Y no tardarán en hacerlo. Si Kaufman le ha puesto su marca es porque sospecha algo.

La madre de Nina sacudió la cabeza en una vehemente negación.

—No. ¡Me niego!

Ambas iniciaron una acalorada discusión y Nina las observó compungida. Se fijó en la mirada apagada de su abuela y en las arrugas alrededor de sus ojos, que le hacían aparentar mucha más edad de la que realmente tenía. No había vuelto a ser la misma tras la catástrofe y ahora... 

El Gremio de Cazadores Mitológicos, uno de los pilares de la sociedad mágica. Su abuela había conseguido liberar a la familia de él tres años atrás. Y ahora ella lo había traído de vuelta. Había traído todas las sombras. Las pérdidas.

Con un gemido se echó a llorar.

—Es todo mi culpa. He traído el dolor de vuelta. Lo siento. Lo siento mucho.

La pelea se detuvo y tanto su madre como su abuela se echaron hacia delante para abrazarla por encima de la mesa. Con palabras de consuelo la calmaron.

—No, cariño, no tienes culpa de nada. Sólo querías ayudar a ese chico, ¿no es así?

Asintió mientras se limpiaba las lágrimas con el dorso de la mano.

—Probablemente le has salvado la vida. —Su abuela cogió aire y entrelazó las manos sobre la madera de nogal antes de continuar—. Nina, aquel Maestro se llama Kaufman, y es uno de los más severos del Gremio, si no el que más. No hay forma de endulzar esto, cariño, te esperan años duros. Sólo obteniendo el título de Maestra podrás recuperar parte de tu libertad. Tendrás que hacerte muy fuerte, pero si alguien puede superarlo eres tú. —Una chispa iluminó sus cansados ojos—. Eres una Salazar, Nina. El poder corre por tus venas.

—Y no estarás sola —añadió su madre—. Nosotras estaremos aquí.

La anciana extendió una palma en el aire y al instante un teléfono móvil se materializó sobre ella.

—No podremos vernos durante el periodo de aprendizaje, pero podremos hablar con esto.

Se lo tendió a su nieta, quien la contempló con aflicción.

—¿No podremos vernos?

Las dos mujeres intercambiaron miradas de indecisión y la expresión de la abuela se ensombreció.

—Ahora eres una cazadora, Nina. Los aprendices y los Oficiales tienen que vivir con sus maestros.

El mundo que conocía iba a cambiar. Nina fue consciente de ello en ese momento y durante un instante sintió que todo daba vueltas a su alrededor. Sin embargo, no se arrepintió de su decisión. Había salvado a aquel chico y estaba orgullosa de aquella parte de sí misma. Como los protagonistas de las historias que le contaba su abuela, como su padre, había hecho lo correcto. Ahora tenía que ser valiente.

El Legado Salazar I - NinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora