Capítulo 7 - Parte 1

713 110 15
                                    


Nina se despertó de su breve descanso de forma violenta debido al tono de alarma. Se sentó en la cama y tardó unos segundos en procesar lo que estaba ocurriendo. Era hora de levantarse para comenzar su rutina diaria. Tenía que hacer el desayuno para todos y despertar a los policías.

Se levantó de un salto y se dirigió al baño para despejarse con agua fría. Luego, bajó a la cocina.

La cara de sorpresa que puso al encontrarse a Luang y Katherine cocinando, y a John preparando la mesa del comedor, no tuvo precio.

—Buenos días Nina. ¿Cómo estás? —dijo la mujer.

Le dedicó una ancha sonrisa a la adolescente y el asiático la acompañó con un movimiento de su cabeza, sin apartar la atención de la cocina.

—Eh...

Se quedó sin palabras; no sólo por la sorpresa, sino por verles tan activos a las cinco de la mañana. En comparación, ella se mantenía despierta a duras penas. Sólo atinó a preguntar con turbación.

—¿Necesitáis... necesitáis ayuda con algo?

John se acercó a ella y le puso las manos sobre los hombros. La guió hasta el comedor y le ofreció una silla para que se sentara.

—No, no hace falta. Tú siéntate y no hagas nada.

—Pero...

Permaneció estática, así que él la movió de nuevo con delicadeza fraternal e hizo que tomara asiento.

—De pero nada. —Se colocó a su lado en otra silla—. Queremos ayudarte, así que ayer por la noche decidimos encargarnos del mayor número de tareas posible para quitarte trabajo de encima. Podemos hacer eso y estudiar al mismo tiempo. —Ella parpadeó un par de veces sin poder creer lo que estaba oyendo—. A partir de ahora nosotros prepararemos las comidas que hagan falta y te despertaremos cuando sea necesario. De esa forma podrás dormir un poco más. Y no puedes negarte, eh. Ya nos hemos coordinado y todo. Después, cuando avancemos en nuestro aprendizaje, también podremos ayudarte en el trabajo de cazadora.

Nina cerró los ojos un instante e inspiró hondo para mantener sus sentimientos bajo control. Que hicieran eso por ella le emocionó tanto que no podía expresarlo con palabras. Tenía ganas de llorar, de darles un abrazo y de saltar de alegría, pero se contuvo. No podía romper la norma de sentimientos cero que había obedecido a rajatabla durante tantos años.

Luang y Katherine sirvieron el desayuno y el aroma de la tortilla le ayudó a serenarse. Levantó la mirada y contempló a los tres con un atisbo de sonrisa.
—Gracias, chicos. Muchas gracias.

Ellos le sonrieron de vuelta y, por primera vez, el guardarse sus emociones le dolió como una cuchillada. Estaba despreciando la intención sincera que tenían y eso le hizo sentirse como una persona horrible. Sin embargo, esto no afectó a su expresión.
 
Dieron buena cuenta de todo y después Katherine le preparó un termo de café bien cargado. De esa forma, dijo, podría mantenerse despierta a pesar de su agotamiento. Además, los ahora cocineros de la casa le preguntaron si querría un almuerzo para el instituto y ella aceptó encantada.

A las seis esperaron la carta del Maestro, pero esta no llegó. No habría misiones por la mañana.


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El Legado Salazar I - NinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora