Capítulo 22 - Parte 1

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Sobrevolaron el bosque y las montañas hasta dar con una laguna situada en medio de un claro. Aterrizaron lo más lejos posible de ella y sus guías desaparecieron.

Nada más poner los pies en el suelo, sintieron la oscuridad de la criatura que había cruzado. Se estremecieron. El ambiente era tan denso que les costaba respirar.

La cazadora, tras pasear su mirada por los alrededores, se giró hacia Rose y Jason.

—¿Estáis bien? Ahora hace más frío que antes.

La rubia asintió.

—Nosotros sí pero, ¿y tú?

Nina sacudió la cabeza.

—Estaré bien. Quedaos cerca de Blue.

Se dio la vuelta e invocó su espada. Se acercó a la laguna paso a paso, como si estuviera en un campo minado, con todos sus sentidos alerta y atenta a cualquier cambio que pudiera ocurrir.

Rose se agarró al brazo de Jason y ambos la siguieron muy pegados a la dragona.

Una corriente de aire trajo consigo un desgarrador lamento que les heló la sangre. Los cuatro se detuvieron en seco.

La nieve que tenían enfrente convulsionó y de ella nacieron varios esqueletos humanos que parecían hechos de hielo. La espada de Nina se cubrió de fuego y la chica se lanzó sobre ellos. Rose y Jason apenas fueron capaces de seguir sus movimientos. A los pocos segundos no quedaba ninguno.

Permaneció con su espada en alto durante varios segundos por si pudieran aparecer más. No ocurrió nada, así que regresó con los dos chicos. Les contempló con calma.

—Lo que sea que haya cruzado tiene habilidades de hielo y parece más poderoso de lo que creí en un principio. ¿Conocéis algún hechizo de fuego? —Ellos negaron—. ¿Podéis manipular energía mágica?

—Eso sí, sin problemas—dijo Jason.

—Bien.

Chasqueó los dedos y dos barras de metal se materializaron en su mano. Las acarició para cubrirlas de fuego y se las ofreció. Ellos las contemplaron con apuro.

—No os preocupéis. No os vais a quemar.

Las aceptaron y las sopesaron con cuidado. Pesaban muy poco, como si en realidad fueran de plástico.

—Voy a meterme en la laguna. Vosotros quedaos con Blue, ¿entendido?

Rose abrió la boca para contestar pero cambió de idea. Sacudió la cabeza y asintió.

Nina les dedicó una sonrisa que inspiraba tranquilidad, se dio la vuelta y se acercó a la orilla a grandes zancadas.

La mayoría de la superficie estaba congelada, sólo quedaba un hueco en el centro. Caminó por el hielo con precaución pero aguantó su peso sin problemas. Era más robusto de lo que parecía.

Hizo desaparecer su espada y se recogió el pelo con una trenza. Se asomó al borde del agujero y contempló el agua. La luz no era capaz de llegar al fondo. El inmenso vacío le puso los pelos como escarpias. La superficie estaba en calma, ni la gélida brisa lo perturbaba.

Su subconsciente le pidió a gritos que echara a correr y se alejara de allí, pero ella lo acalló. Había algo maligno allí abajo, no le cabía duda, pero fuera lo que fuera tenía que estar por debajo de su nivel. Sería mejor que acabara con ello antes de que diera verdaderos problemas.

Primero activó un hechizo para respirar bajo el agua; luego, creó un par de cuchillas de energía en sus antebrazos. No le dio más vueltas y saltó al agua.

El Legado Salazar I - NinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora