Nina se levantó a las cinco con el desayuno ya en la mesa.
Después de comer, John le preguntó qué le apetecía para el almuerzo y se quedó sin palabras cuando ella le respondió que no quería nada. Frunció el ceño con desconcierto.
—¿Por qué?
—Hoy no va a hacer falta. No voy a ir a clase.
Le quitó importancia con un ademán de su mano.
—¿Y eso? Kaufman no ha indicado aún lo que tienes que hacer hoy, ¿verdad? —insistió Katherine.
—No va a hacerlo. Ayer le pedí el día libre. Hoy necesito actuar como vuestra instructora, no como cazadora. —Ante sus expresiones de incomprensión, explicó—: Hoy averiguaremos con qué rama de la magia estáis más en sintonía y os iniciaréis en ella con algo de práctica.
Les pidió que la acompañaran al sótano.
Las escaleras de caracol terminaban en una antesala con paredes y suelo de piedra. A su izquierda, una antorcha se esforzaba por iluminar cada rincón mediante un fuego ambarino que no desprendía humo; enfrente, se encontraba la maciza puerta del sótano; y a su derecha, un arcón fabricado casi tan alto como Nina ocupaba todo el espacio posible.
—Es el baúl de las armas. —La chica respondió a la pregunta no formulada pero sí dibujada en sus rostros—. Hay de todo tipo y para todos los gustos. Ahí es donde guardo mi espada para no llevarla encima todo el rato, y también está el arco de ayer. Luego os enseñaré todas las que hay para que elijáis una que se adapte a vuestro estilo.
Abrió la puerta con un chasquido de sus dedos y les invitó a entrar con un ademán de su brazo.
—Nina, tu espada cambia de forma, ¿verdad? ¿Es porque el metal es mágico o por un hechizo? —John le cedió el paso a sus amigos antes de entrar y darse la vuelta hacia la chica.
—Lo primero. Los luchadores directos dependen de armas, así que utilizan las mágicas para moldearlas según la situación. Los magos, en cambio, sólo las necesitan de apoyo, así que por lo general usan armas normales con hechizos de refuerzo. Siempre hay excepciones, claro, depende de cada uno.
Los tres se quedaron a unos metros de la puerta sin atreverse a ir más lejos. La habitación ocupaba el mismo espacio en largo y ancho que la mansión, incluido el jardín delantero. Era una caja de zapatos enorme, dividida en tres secciones por dos columnas colocadas en diagonal.
Nina se dirigió al centro del sótano. Hincó una rodilla y colocó su palma derecha en el suelo. Tras susurrar las palabras de un conjuro, a su alrededor se dibujó un círculo de luz compuesto por runas. Una vez completo, se levantó y salió de él.
—Bien, ¿quién quiere entrar primero?
Tuvieron un debate de miradas para decidirlo; sin embargo, no lograron ponerse de acuerdo. Al final, Kath resopló, puso los ojos en blanco y avanzó unos pasos.
—Empezaré yo. —Se internó en el círculo y observó expectante a la adolescente—. ¿Ahora qué, Nina?
La menor la analizó de arriba abajo con la mirada y chasqueó los dedos. Al segundo, los trazos de luz aumentaron su intensidad de forma exponencial y los policías tuvieron que cerrar los ojos. De forma gradual el blanco se convirtió en esmeralda.
Nina se llevó las manos a la espalda y se paseó alrededor del círculo con la vista clavada en su alumna.
—Kath, no vas ver nada pero tienes tus otros sentidos, úsalos.
La mujer asintió y se agachó al percibir algo venir hacia su cabeza. Pasado el peligro se puso de pie y una oleada de nuevas sensaciones le cortó la respiración. Escuchó el sonido del viento meciendo las hojas de los árboles, el trinar de los pájaros y el susurro de las tranquilas aguas de un río. Olió la tierra húmeda y la sintió bajo sus zapatos. Habría jurado que sería capaz de rozar la hierba de un prado si se agachaba y extendía el brazo. Quiso hacerlo, enterrar sus dedos en ella como cuando era pequeña y se divertía rodando por las laderas de las colinas, cuando visitaban a sus abuelos en el campo. Sin embargo, sabía que eso era imposible, aún se encontraba en el sótano de la mansión.
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El Legado Salazar I - Nina
FantasiaOcho años atrás, Nina Salazar dio su libertad a cambio de ayudar a un desconocido, y así emprendió su camino como cazadora mitológica. No ha sido ni será fácil. Bajo la tutela del Maestro más severo de todo el Gremio su vida se convirtió en un inf...