Llegó la profesora de Historia y las clases continuaron. Como era de esperarse, Nina mantuvo su mirada perdida en el cielo, ausente sin estarlo en realidad. El proceso se repitió durante la hora de latín; al menos al principio.
Su marca comenzó a arder y la calma se convirtió en tensión en su interior.
Se levantó como movida por un resorte, con tal ímpetu que tiró la silla al suelo. Creó un campo de contención y su mirada bajó de las nubes al descampado en obras.
Todos los presentes se giraron hacia ella justo para ver cómo su expresión férrea y fría se descomponía en preocupación y alarma.
—¡¡¡Apartaos de las ventanas!!! ¡¡¡Hacia la pared!!! ¡¡¡Ahora!!!
La autoridad en su voz fue tal que le hicieron caso sin pensarlo. Todos sin excepción abandonaron sus asientos y se pegaron lo más que pudieron al muro. Así, contemplaron a la perfección la gigantesca viga que venía hacia ellos, a punto de estrellarse contra las ventanas.
Nina se colocó en el centro del punto de impacto, creó un escudo de energía y apretó la mandíbula.
Ladrillos y cristales saltaron por los aires. Todo el mobiliario entre la viga y el escudo se deshizo en astillas, pero no se quedó ahí. La cazadora se vio arrastrada durante un par de metros, junto con las mesas y sillas a su espalda. Poco a poco el objeto perdió fuerza y cayó al suelo con un golpe seco similar al de un gong.
El escudo se disolvió y, a través de la ahora inexistente pared, todos observaron un descomunal cuerpo formado por tierra húmeda. Nina giró la cabeza hacia su tutora con una expresión grave.
—Hay que evacuar el instituto. Yo me encargaré del gólem. —Vio que la adulta iba a replicar y la cortó con firmeza—: Es mi trabajo. Tengo que encargarme yo.
La señorita Grant dudó unos segundos, pero al final asintió. La menor la imitó y le dedicó una sonrisa tranquilizadora. Respiró hondo e invocó su espada. Con un salto inhumano, que aumentó el shock de sus compañeros, bajó hasta el párking.
Al percatarse de su presencia, el gólem cambió de la tierra al asfalto mediante un potente brinco, que creó un cráter y aplastó varios coches. Abrió la cueva que tenía por boca y rugió. Un sonido de truenos que hizo temblar el suelo.
Nina le analizó con el ceño fruncido por la concentración. Era humanoide y colosal. La piedra que lo componía tenía el color de la tierra mojada. No, piedra no; barro. Si alcanzaba el edificio sería devastador. Tenía que evitarlo a toda costa.
Tragó saliva. Su corazón se desbocó y el vello se le erizó con anticipación. Aún así, mantuvo la cabeza fría. Alzó su espada y le dedicó una mirada límpida a su objetivo. Acabaría con él lo antes posible.
Echó a correr sin pensárselo dos veces. El gólem intentó detenerla con un puñetazo al suelo, pero ella lo esquivó con un salto. Aprovechó su posición elevada para cortarle la cabeza de un tajo, sin embargo, se petrificó de espanto al comprobar que su enemigo era muchísimo más rápido de lo que debería.
Alzó el brazo y lo empleó cual garrote gigante para golpearla. Ella supo que en medio del aire sería imposible esquivarlo. Tuvo el tiempo justo para reforzar su cuerpo con magia.
Voló de vuelta al instituto con la rapidez de un avión de caza.
Atravesó la fachada y una segunda pared, la de Secretaría. Por suerte, la habitación estaba ya vacía debido a la evacuación. Aterrizó en el suelo del vestíbulo, entre cascotes y una nube de polvo que le abrasó la garganta, haciéndola toser.
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El Legado Salazar I - Nina
FantasyOcho años atrás, Nina Salazar dio su libertad a cambio de ayudar a un desconocido, y así emprendió su camino como cazadora mitológica. No ha sido ni será fácil. Bajo la tutela del Maestro más severo de todo el Gremio su vida se convirtió en un inf...