Al día siguiente, Kaufman se presentó en el salón a las seis de la mañana.
Tenía una misión especial para los cuatro, dijo, viajar a los Himalayas centrales, al este de Katmandú, y explorar la zona cercana al Everest para atrapar a un yeti que estaba dando problemas. Tras entregarle a Nina una hoja con los detalles y un sobre con dinero, se marchó.
La cazadora escaneó el papel con la mirada mientras asentía para sí misma.
—Va a ser una misión larga. —Se giró hacia sus aprendices—. Preparad vuestras armas, mochilas con vuestros libros y ropa de abrigo ligera. Lo que os falte lo compraremos después. Nos marcharemos cuando estéis listos.
Asintieron y los cuatro subieron a sus habitaciones.
En su cuarto, Nina se paseó de un lado a otro mientras pensaba en todo lo que les haría falta.
Para empezar, completaría su ropa habitual con su confiable anorak. En el armario también encontró su mochila de viaje, siempre preparada.
Si hubiera estado ella sola no habría tomado precauciones, pero no pondría en riesgo la seguridad de los policías, así que también necesitarían equipamiento, especialmente cuerda. Recordó que había en el arcón del sótano. Además, tendrían que comprar sacos de dormir, de ninguna manera dejaría que John, Kath y Luang durmieran al raso.
El resto podrían conseguirlo con magia para no llevar demasiado peso encima. Ah, y debía dejar instrucciones a los brownies para la comida y el agua. Así no tendrían que conseguirla por su cuenta y se ahorrarían mucho tiempo.
Con su abrigo en la mano, bajó hasta el sótano y guardó el material de escalada en su mochila. Luego, subió a la cocina y llamó a los brownies con dos largos silbidos. Al instante, una pareja con la altura de niños pequeños y ropa acorde se presentó corriendo. La piel de ambos tenía el color del postre con su nombre. Sus ojos de reptil delataban una gran inteligencia.
Inclinaron la cabeza con respeto y la chica se agachó para estar a su nivel.
—Chicos, me iré de viaje durante unos días con mis aprendices y necesitaré que preparéis un par de cosas cada mañana. Os dejaré una lista en la nevera. Avisad a Ga'La para que lo sepa.
Asintieron y se marcharon. Ella fijó las instrucciones con un imán y dejó en la encimera parte del dinero que le había dado Kaufman.
En ese momento los policías bajaron las escaleras y se reunió con ellos.
Les dedicó una mirada analítica. No tendrían problemas de ropa y las botas de cazador eran perfectas para cualquier terreno, así que sólo haría falta comprar los sacos de dormir.
—Bien, yo iré a por ellos. Mientras, preparad bocadillos para hoy y llenad las cantimploras que hay en el armario de la cocina.
A los diez minutos regresó con los cuatro sacos. Una vez guardaron todo, Nina encantó las cuatro mochilas para aislarlas del frío y darles ligereza, y sus botas, para andar por la nieve sin necesidad de raquetas.
Se hizo una trenza, se puso su anorak y los guantes de escalada, y se colgó la mochila a la espalda.
—¿Listos?
Asintieron e inspiraron hondo. Estaban tan tiesos como espantapájaros debido a los nervios. Les dedicó una sonrisa que inspiraba tranquilidad y chasqueó los dedos.
En un instante recorrieron miles de kilómetros.
Lo primero que sintieron fue una brisa gélida que les adormeció la cara, pero no tardaron en acostumbrarse a ella.
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El Legado Salazar I - Nina
FantasyOcho años atrás, Nina Salazar dio su libertad a cambio de ayudar a un desconocido, y así emprendió su camino como cazadora mitológica. No ha sido ni será fácil. Bajo la tutela del Maestro más severo de todo el Gremio su vida se convirtió en un inf...