No muy lejos del hotel, un hombre encapuchado observaba desde una azotea. Aunque no sabía lo que había ocurrido en el interior, el torbellino de fuego y los estirges no le habían pasado desapercibidos.
Una vez se apagaron las llamas, Sion apareció a su lado.
Tras mirarle de reojo, el chico se centró en el horizonte. Chasqueó la lengua y torció la boca con una mezcla de frustración e irritación.
—Tenías razón. Ella no es como yo pensaba. Para nada.
El desconocido asintió. Su rostro se mantuvo en penumbra, pero su flequillo sobresalió y reflejó la luz de la Luna con destellos plateados.
—Me alegra que te hayas dado cuenta, Sion. No hay muchos que lo hayan hecho... ¿Y bien? ¿Lo ha conseguido?
Sion asintió.
—Es un maldito dragón azul.
Su interlocutor sonrió y apoyó los brazos en el muro de la azotea.
El joven le observó en profundidad. Buscó sus ojos y contactó con ellos, con aquel azul de hielo... ¿Cuánto habrían visto a lo largo de los años? Aún eran jóvenes y, sin embargo, ya mostraban señales de cansancio, como si una gran carga los desgastara a pasos agigantados.
—Maestro... ¿No le preocupa que el Consejo se entere?
La sonrisa se esfumó de sus labios. Cogió aire y suspiró. Al poco sonrió de nuevo, esta vez con melancolía. Negó.
—No realmente... No es que puedan hacer algo y, aunque pudieran, no importa. Sólo le he dado un empujoncito a Nina. Después de todo lo que ellos han hecho, no tienen nada que reprocharme. Además, les beneficiará más adelante.
Sion se mordió el labio inferior, se sujetó un brazo y bajó su mirada hasta el suelo, varias plantas por debajo de donde se encontraban. En aquel momento no había nadie por la calle, un gato se paseaba por la carretera como si fuera el rey del lugar.
—Estaba tan equivocado... —Su voz tembló debido a la culpabilidad que sentía.
El otro cazador le colocó una mano en el hombro en un ademán confortador.
—No te martirices por ello, Sion. El pasado, pasado está. Podrás compensarla en otra ocasión.
Él no estaba demasiado convencido sobre eso. Se encogió de hombros.
—¿Es cierto que el Consejo no quería que se presentara a la maestría hasta que despertara su esencia?
—Sí. Y todavía está por verse. Mañana tenemos una reunión.
El adolescente sacudió la cabeza, apretó los puños con indignación y dio un puntapié a la nada. Era injusto. De todos los Oficiales con opciones a la maestría, ella era la más preparada. Llevaba lista desde hacía más de un año y aún así le habían denegado su derecho al título. Y lo peor era que lo habían mantenido oculto para todos. El Consejo...
—Debería irme ya. Hasta otra, Sion. Gracias por el favor.
El chico negó.
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El Legado Salazar I - Nina
FantasíaOcho años atrás, Nina Salazar dio su libertad a cambio de ayudar a un desconocido, y así emprendió su camino como cazadora mitológica. No ha sido ni será fácil. Bajo la tutela del Maestro más severo de todo el Gremio su vida se convirtió en un inf...