Capítulo 10 - Parte 1

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Luang, Kath y John pegaron un brinco en sus sitios cuando les vieron aparecer, y quedaron aún más conmocionados al fijarse en el aspecto de Nina.

Antes de que abrieran la boca, el hombre les acalló con una mirada gélida. Se giró hacia su alumna, que se sujetaba el brazo roto con la mano contraria.

—Abajo en tres minutos.

Ella asintió y él desapareció.

—¿Qué ha ocurrido?

Sacudió la cabeza para darles a entender que no era el momento y se guardaron todas sus preguntas.

En su mano apareció un largo pañuelo. Ató un extremo en su muñeca y otro a la altura de su codo para crear un cabestrillo improvisado.

Solucionado ese problema, invocó su arma. Los fragmentos aparecieron en la mesilla del café. Les contempló con una mueca consternada, el refuerzo aún no era lo suficientemente fuerte. Suspiró y les acarició con los dedos para que se fundieran unos con otros, dejando la espada como nueva.

La sujetó con su mano disponible e hizo un par de movimientos para testar su brazo. No era tan eficiente como con el derecho, pero podría apañárselas.

Ahora sí se giró hacia los policías. Se habían mantenido callados como les había pedido, pero sus rostros les delataban, el desconcierto y la preocupación les estaban devorando.

—Es una larga historia, os lo explico cuando vuelva.

Asintieron despacio y ella se teletransportó al sótano.

Apareció en el centro y se encontró cara a cara con un nyader, un mono-araña de unos dos metros de altura. Al verla, se abalanzó sobre ella con los quelíceros por delante.

Nina apenas tuvo tiempo para pensar, y mucho menos para analizar su alrededor. Descartó la opción de detener el golpe porque no quería llevarse nuevas sorpresas. En su lugar, se desplazó a un lado y sintió el consecuente latigazo de dolor en su pierna.

Inspiró hondo para concentrarse. Tardaría un poco en conseguir lo que quería, pero no le cabía duda de que sería lo más efectivo. Además, sospechaba que ese sería el objetivo de aquel juego.

Se mantuvo lejos del mono y evitó las telarañas que podía lanzar con sus dedos índices. Se movió sin pausa, encadenando un movimiento tras otro mientras ignoraba el dolor de sus huesos, hasta que despertó el poder que dormía en su interior.

El poder se extendió por sus venas como un fuego salvaje y el dolor se desvaneció, aunque supo que sus lesiones seguirían ahí. Su aura se manifestó, llamas de un deslumbrante azul celeste, sus iris refulgieron con el mismo color.

Inspiró hondo mientras se acostumbraba a las vibraciones mágicas en cada poro de su piel y llamó al fuego. Él respondió de inmediato y su espada se vio envuelta en llamas. Encaró a su enemigo con una expresión desafiante.

El nyader intentó envolverla en sus telarañas, pero se deshicieron al contactar con el llameante filo.

Nina sonrió con suficiencia. Era hora de finalizar aquella prueba de una vez. Se desplazó a una velocidad sobrehumana y le cortó por la mitad de un tajo.

Su enemigo se deshizo en motas de luz y la cazadora contempló expectante a su maestro, con su aura aún brillante.

—Veo que todavía te manejas con tu brazo izquierdo, y con la pierna rota. —Ella asintió con la mirada en el suelo. ¿Ya estaba contento? Quería gritar con todas sus fuerzas, recriminarle sus acciones, pero se mordió la lengua. Sólo empeoraría su situación—. Y por fin estás cerca de que se manifieste tu esencia... Al Consejo le alegrará saberlo. —Reprimió un escalofrío—. Bien, has pasado la prueba de hoy. Por la tarde te daré tu encargo del día.

El Legado Salazar I - NinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora