Capítulo 16 - Parte 2

480 78 7
                                    


—Os habéis estado preguntando mi edad, ¿verdad? —No esperó a que lo confirmaran—. Tengo dieciséis, aunque supongo que ya os imaginabais algo por el estilo. Sobre mi aprendizaje... Fueron años muy duros y exigentes. Kaufman me obligó a sobresalir en todo. Tenía que ser perfecta, así que podréis imaginaros los torneos...

Asintieron, aunque la dejaron continuar.

―Y a eso hay que añadir mi marca. Cuando una niña salida de la nada y con el símbolo de Kaufman comenzó a destacar, atrajo todas las miradas.

Cerró los ojos un momento y revivió la sensación de agujas clavándose en su nuca. Se la quitó de encima con una sacudida de cabeza.

―Todos en el Gremio han oído hablar del sanador legendario y conocen su cercanía al Consejo. Si añadimos que monopolicé el primer puesto en los torneos, es el caldo de cultivo perfecto para el odio y el resentimiento. ―Cogió aire por enésima vez y continuó―: Además de esto hay otra razón para mi "popularidad" y tiene que ver con la catástrofe. El Maestro que lo provocó era muy poderoso y desde su traición la mayoría recela del poder ajeno. Para ellos alguien como yo es una amenaza, el detonador para una nueva catástrofe. Desde su punto de vista tienen dos opciones, atacar o huir.

—Pero eso es tan...

Nina se encogió de hombros y cortó a Kath.

—Es lo que hay. No puedo decidir qué piensan los demás de mí, sólo controlar mi propia actitud.

Ellos la contemplaron con las cejas arqueadas, expresiones consternadas y los hombros hundidos. Se quedaron sin habla durante varios segundos. John abrió y cerró la boca un par de veces igual que los peces. Luego, frunció el ceño y se removió el pelo con frustración. Se echó hacia delante y le dedicó a Nina una mirada que pretendía ser alentadora pero que encerraba gran angustia.

—Al menos no son todos tus compañeros, ¿verdad? ¿Qué hay de Mitcher? ¿Y de aquella Maestra del Tíbet? Ellos no te odiaban ni te temían.

La chica parpadeó con sorpresa y se incorporó.

—No. Claro que no. No lo decía como si fuera todo el mundo.

Negó e hizo un ademán tranquilizador con las manos.

—Aquellos que llevan más tiempo en el Gremio no tienen tantos prejuicios. La mayoría de Maestros me compadecen porque saben lo que he pasado para llegar hasta donde estoy. Y en cuando a Mitcher, él es un caso especial. Le da igual lo que digan las malas lenguas y además conoce a mi abuela.

—¿Tu abuela estuvo en el Gremio? ―dijo Kath.

—Ajá. Se retiró poco después de la catástrofe, aunque en su momento fue una cazadora muy fuerte.

Luang arrugó el entrecejo con desconcierto.

—Pero entonces no eres alguien salido de la nada, ¿no es así? No si tu abuela estuvo en el Gremio y era famosa.

Nina se mordió el labio inferior, entrelazó sus manos y se las estrujó. Era el momento de la gran revelación. Sintió que las paredes se le venían encima y su estómago se retorció sobre sí mismo. Su corazón se desbocó y las palmas comenzaron a sudarle. Estaba asustada. Le preocupaba cómo podrían reaccionar.

Sacudió la cabeza. Debía confiar en ellos. Les dedicó una mirada serena a los tres.

—No lo saben porque mi identidad es algo oculto.

—¡¿Qué?! ¡¿Por qué?!

John se irguió en su sitio. Kath le puso una mano en la rodilla y sirvió para que se calmara. Respiró hondo y relajó todo el cuerpo.

El Legado Salazar I - NinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora