Tras un tiempo indefinido percibió la presencia de algo más en el lugar. Giró la cabeza y allí estaban, una pareja de unicornios. Era la primera vez que los veía, pero los reconoció al instante.
Caballos jóvenes, alegres y llenos de energía, con el pelaje y las crines de un blanco níveo. Sus ojos, un cielo cristalino en el que se reflejaba la sabiduría de miles de años de vida. Sin embargo, lo que llamaba la atención eran sus cuernos, que se destacaban en sus frentes. Parecían irradiar luz propia; una luz irreal que difuminaba los alrededores como si de un sueño se tratase.
Se aproximaron a Nina con parsimonia mientras jugaban entre ellos. Cuando estuvieron lo suficientemente cerca, le dedicaron una mirada profunda. Ella se estremeció, le pareció que podrían leerle el alma igual que un libro abierto. Uno acercó el morro a su mano libre y la invitó a acariciarlo.
La chica se levantó como atraída por un imán y enterró sus dedos en la algodonosa melena mediante lentas caricias. Al hacerlo, sintió que su corazón se recomponía. Olvidó todas sus penas y preocupaciones y sólo quedó aquella maravillosa sensación de suavidad.
El otro unicornio le restregó el morro por la espalda para reclamar su atención y Nina giró la cabeza hacia él. Arqueó una ceja con una sonrisa de diversión.
—¿Qué? ¿Tú también quieres caricias?
Relinchó mientras asentía y la sonrisa de la adolescente se ensanchó. Por desgracia, aquella felicidad duró poco. Recordó lo que tenía que hacer y la daga regresó a su corazón.
Al captar su angustia los animales se alejaron unos pasos. Ladearon la cabeza como preguntándole qué ocurría y ella se mordió el labio inferior para aguantar las lágrimas.
—«Si me miráis así, ¿cómo voy a quitaros vuestro cuerno? ¿A mataros?»
Una voz femenina y joven sonó en lo profundo del bosque.
—Pueden leer el corazón de las personas. Han sabido desde el principio por qué estás aquí y aun así se han acercado a ti. ¿No son criaturas maravillosas?
Pertenecía a alguien encapuchado. Su capa se confundía con el follaje, pero Nina apreció su silueta sin problemas.
—Lo son, y eso sólo complica las cosas. —Clavó su mirada en la desconocida, indicándole que sabía dónde se encontraba—. ¿Vas a detenerme?
La aludida avanzó unos pasos y se quitó la capucha. Reveló a la luz de la Luna su nariz pequeña y respingona, y su cabello de ébano, que había recogido en una coleta.
—No. Mi intención inicial era observar... Pero he decidido ayudarte.
—¿Por qué?
Se encogió de hombros y fijó sus ojos oscuros en Nina.
—Porque eres una buena persona. Si no estos chicos no se habrían acercado, ni habrían intentado aliviar las heridas de tu alma.
La cazadora alzó una ceja con desconfianza.
—¿Cómo piensas ayudarme? ¿Sabes lo que planeo hacer?
La desconocida sonrió con suficiencia y las pecas de su rostro se destacaron como gotas de agua en el pavimento.
—Por la marca en tu muñeca que intentas ocultar, está claro que eres la alumna de Kaufman. Y, aunque sea algo repudiado, debes de estar aquí para obtener un cuerno de unicornio.
Hizo una pausa mientras tanteaba a Nina con la mirada. La cazadora no cambió su expresión ni un ápice, aunque por dentro todas sus alarmas se encendieron. ¿Cómo sabía aquella chica lo de su marca?
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El Legado Salazar I - Nina
FantasyOcho años atrás, Nina Salazar dio su libertad a cambio de ayudar a un desconocido, y así emprendió su camino como cazadora mitológica. No ha sido ni será fácil. Bajo la tutela del Maestro más severo de todo el Gremio su vida se convirtió en un inf...