Capítulo 2 - Parte 2

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Frunció el ceño sin creer lo que estaba viendo, pero entendió que sus ojos no la engañaban. A varios metros de distancia, al lado de los primeros árboles, había un joven. Cerró los ojos y los abrió. No, aquello era real. ¿Llevaba ahí desde el principio? ¿Por qué no le había percibido? ¿Lo había visto todo? Sus ojos como platos y su boca abierta, unidos a su aspecto de estatua con hiperventilación, le indicaron que sí.

Se pasó una mano por la cara con un suspiro de exasperación. Sacudió la cabeza. Era un error garrafal de su parte, sería mejor que lo arreglara cuanto antes.

Lo evaluó mejor mientras se acercaba, pendiente de sus movimientos por si tuviera que perseguirlo.

Rondaría los veinticinco años. Tenía el pelo corto y castaño claro como la madera de haya, igual que sus ojos. Iba vestido con un uniforme de policía, así que debía ser uno de los de antes. ¿La había seguido?

—¿Quién eres? ¿Qué era esa cosa? —Así que conservaba el habla.

Nina abrió la boca, pero otra cosa acaparó su atención y la cerró. Se tensó de los pies a la cabeza. Aquel día no paraba de cometer errores. ¿Por qué no se había dado cuenta antes? Su marca aún ardía. Había otra criatura mágica dentro de la cúpula.

Paseó la mirada por todo el lugar pero no detectó nada extraño. Levantó su espada, preparada para un ataque inminente. Se acercó de espaldas al hombre en un gesto protector.

Recordó lo que había dicho su Maestro minutos antes. «Quiero el lote completo».

Había al menos una quimera más y había estado observándola todo el tiempo, esperando su momento.

Apretó la mandíbula. ¿Dónde demonios estaría?

El policía fue a hablar de nuevo, pero ella le acalló con un gesto hosco.

—Aún quedan monstruos invisibles en el parque, así que chitón. Mantente cerca de mí, vigila tu espalda y estate atento.

El chico asintió y le hizo caso sin pensarlo. Se acercó a ella y le dio la espalda.   

La mente de la cazadora comenzó a trabajar a toda prisa. Necesitaba una forma inmediata de ubicar al resto de animales.

Su mirada se detuvo en la arena esparcida por el suelo. No podía arriesgarse a lanzarla en todas direcciones, pero tal vez pudiera espesarla un poco. Así se adheriría mejor al pelaje de león y permanecería en él tras secarse.

No lo pensó dos veces. Salió disparada hacia la zona infantil, en concreto, hacia la fuente al lado de la entrada. En cuanto la alcanzó, la cortó de un tajo por la base. Cayó al suelo y agua comenzó a brotar. Con un movimiento de su mano la adolescente la hizo levitar, la mezcló con la arena y la dispersó por todo el parque.

Divisó el contorno de una criatura más, sólo una, acercándose al hombre por la espalda.

—¡Detrás de ti!

Él se giró con un respingo y contempló a la bestia, a punto de saltar. Aun así, su cuerpo no le respondió. Cerró los ojos como reflejo, pero el impacto que esperaba no llegó.

Nina recorrió la distancia que los separaba a una velocidad sobrehumana y golpeó a la quimera en medio de su salto.

La empujó a unos metros de distancia pero aterrizó de pie como medio felina que era. Rugió con furia y le enseñó los dientes a la adolescente.

El Legado Salazar I - NinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora