Capítulo 20 - Parte 2

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En la mansión habían pasado varias horas desde el atardecer. John, Katherine y Luang regresaron hechos polvo y se encontraron con que Nina ya había preparado la cena.

Ellos se fueron a la cama poco después pero ella se quedó despierta algo más de tiempo.

Se apoyó en la baranda de su balcón y contempló la sonrisa creciente de la Luna. Acarició el lomo de Blue, que había vuelto a su tamaño preferido y dormitaba a su lado. Su cola colgaba hacia fuera y ondeaba mecida por la brisa.

La atención de Nina bajó hasta el móvil en su mano. Le había ocultado muchas cosas en el pasado, tener que esconder algo más cuando por fin quería cambiar...

—Blue, ¿estás segura de que no podemos decírselo a nadie? ¿Ni siquiera a mi abuela?

La dragona levantó un momento la cabeza y asintió con seguridad.

—De acuerdo... Confiaré en ti.

Con un suspiro marcó el número.

—¿Sí?

—Hola, abuela.

Escuchó cómo Lana se levantaba de su silla.

—¡Nina! ¿Qué tal, cariño? ¿Cómo va todo?

Nina apoyó su codo en la barandilla y su mirada se perdió en las sombras danzantes del bosque.

—Bien, bien. De hecho... Tengo una gran noticia.

Se acarició el brazo con el que sujetaba el teléfono.

—Cuenta, cuenta. ¿De qué se trata?

—He despertado mi esencia.

Hubo un par de segundos de silencio y la chica se planteó si debería decir algo más.

—¡Mi niña! ¿En serio? ¡Eso es magnífico! ¿Qué es? Seguro que es igual de cabezota y tierna que tú.

Nina sonrió ante su afirmación y observó de reojo a Blue. Ella, consciente de que era el tema de conversación, irguió la cabeza. Clavó sus ojazos en la adolescente y se levantó. Se acercó a la chica y se restregó con cariño contra ella.

—Tal vez... Es una dragona azul. Se llama Blue.

Le devolvió las caricias.

—Ay, ahora no puedo esperar a conocerla. Tienes que venir a casa cuanto antes, ¿eh? Con toda la familia... ¡Ya verás cuando se enteren tu madre y tus tías! —Se rio con diversión mientras se lo imaginaba. Suspiró—. Es fantástico, cariño, me alegro tanto por ti...

La chica le prometió que la avisaría en cuanto tuviera un día libre y, tras un poco más de charla, se fue a la cama.


Al otro lado de la línea. Lana cortó la llamada. Justo en ese instante la madre de Nina entró a la cocina con un vaso en la mano, a punto de irse a la cama.

Al ver a su suegra de pie y sosteniendo el teléfono, alzó una ceja a modo de interrogación.

—¿Quién era?

La aludida se limpió una lágrima que bajaba por su mejilla. Contempló a su nuera al borde del llanto pero con una sonrisa.

—Nina ha despertado su esencia. Es un dragón azul.

La otra se tapó la boca con la mano por la sorpresa. No pudo contener sus lágrimas de felicidad. Dejó el vaso en la encimera y se abrazó a la anciana, quien la consoló mediante caricias en la espalda.

El Legado Salazar I - NinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora