¿Ese era su Daddy?.

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Ubicación. Busan, Corea.

El reloj en su mano marcó las cuatro con catorce, lo cual le indica está un poco retrasado y es que Jimin ya no estaba tan seguro de lo que hizo esa madrugada, lo cual le impedía entrar a la cafetería donde había citado a su posible Daddy, Dios, la palabra incluso sonaba extraña. Sencillamente no se imaginaba así mismo cometiendo tal locura, pero una pisca dentro de su descarreado cerebro crispó, y es que tenía todo, menos lo que verdaderamente importaba.

Estaba harto de salir con idiotas que no supieran darle el valor que merecía, harto de quedar con un desconocido en Tinder que nunca volviese a ver pues a esa edad mantener una relación estable resultaba difícil, no por Park claro, si no por los imbéciles con quién se topaba. Harto de no ser procurado como merecía.

Merecía más. Estaba seguro, y fue ese amor propio el que le dió valor para adentrarse al local donde su cita aguardaba, y apenas tuvo que dar una leve mirada al interior para encontrarlo ya que era imposible pasara desapercibido, tanto por su cabellera color menta, como por la presencia que su cuerpo parecía desprender, y ahora, como dato extracurricular, añadia unas fracciones varoniles, preciosas en su rostro. Brazos imposiblemente gruesos, apretados en un traje color azul muy diferente al de la foto. 

¿Ese era su daddy?.

No existen palabras para describirlo.
Él era hechizante, inexplicable. Apenas pudo acercarse ya que el desconocido había también enfocado su mirada en él. Sus ojos gélidos, fríos, dándole una sensación de cosquilleo en partes desconocidas de su cuerpo y otras que últimamente habían despertado. Fascinante.

Tal electricidad le impulsó a caminar a su mesa, no perdiendo detalle a como el pelimenta le observaba complacido, e incluso sorprendido de que en efecto, el chico de la foto, nuevo en la plataforma azucarada fuera real. Lo vió ponerse de pie, dándole luego una pequeña reverencia para saludarle, clavando su mirada en él de una manera sensual, con notable interés.

—Buenas tardes, Jimin—pronunció, logrando que su ronca voz, gélida y entonada hiciera temblar las piernas del menor, quién se regañó de nuevo por haber dado la mayor parte de datos personales al portal de internet, razón por la cual el desconocido sabía su nombre.

—Buenas tardes, hyung—apenas pudo susurrar, y tomó asiento cuándo el mayor se lo pidió, así, casual. Como si no fueran más que simples extraños que se conocían por vez primera. Era incluso cómico pues Jimin jamás imaginó tener que recurrir a algo así para tener una cita, no siendo como era. —Y aquí estamos—murmuró, valiente, estando totalmente seguro de lo que ahora deseaba.

—Me alegra que hayas aceptado un encuentro. No es fácil por seguridad pero vernos en un lugar público es adecuado—el extraño contestó, realmente fascinado con su belleza desde que lo vió entrar, e admirado por la seguridad que Jimin parecía mostrar. —Dime, ¿Aún estás disponible? —esa maldita pregunta otra vez hizo que el menor casi frunciera la expresión, casi, pues no debía olvidar las circunstancias en que se conocían.

El pelimenta buscaba follar.

Jimin no era idiota, o bueno, no tanto. Sabía como se movía el mundo, los hombres. Todo era interés, egoísmo, y la busqueda insaciable por consumar un deseo. Él deseaba lo mismo. Cruzó las piernas emitiendo una sonrisa cínica en sus bonitos labios en esa ocasión pintados con un labial discreto sabor cereza que dejaba un color rosa en ellos, lo cual no pasó desapercibido para el extraño, quién instintivamente llevó la mirada hacia ese lugar, aguardando el movimiento de estos al emitir respuesta.

—Disponible para tí—Jimin habló, haciendolo sonreír. —Pero, he investigado y espero que no creas que soy un idiota a quién puedes engañar.

—Por supuesto—el mayor recibió al mesero quién en ese momento interrumpió su conversación, presentándose y anotando sus órdenes.—Pide lo que sea—le indicó con tranquilidad, dándole oportunidad a que desde ahora emitiera el más pequeño capricho. Jimin lo sabía, y se jactó al requirir su batido preferido, este de sabor cereza, no recalcando el valor monetario del mismo, si no la voluntad al concederselo pues como todo chico jóven el recibir atención era algo encantador de disfrutar.

—¿Decías?—al estar nuevo solos lo observó por encima de sus largas pestañas que resguardaban los zafiros mieles en sus ojos, dejando complacido al extraño, quien de inmediato prosiguió a recobrar la conversación.

—Quiero creer que sabes como funcionan estos contratos—su voz gélida hizo que un escalofrío recorriera al menor, no solo por la frialdad que empleaba, si no por lo que suponía. Era claro que no era un hombre de juegos, mucho menos que no involucraria flores y citas a su posible futuro. —Estoy dispuesto a complacer cada petición que tengas si a cambio estás a mi disposición a la hora que desee—se lo confirmó, sin un ápice de vergüenza, ni anestesia, subiendo los niveles de excitación al cuerpo de Jimin, quién apenas se creía estar cometiendo tal pecado. Era fascinante.

—Estoy enterado—mintió, complacido por lo que escuchaba, por lo que este le ofrecía, y por la innegable conexión que entre ambos había.

—¿Cuantos años tienes? —el mayor quiso saber, apoyando sus manos sobre la mesa, indagando más en el enigma cínico frente a él.

—Veintiúno—este murmuró, sin apartarle la mirada.

—¿Tienes novio, hijos?.

—No.

—¿Estás limpio?—casi se ofende. Por supuesto que Jimin estaba limpio de cualquier droga, o enfermedad venérea, pero mantuvo la calma y asintió.—Bien—su serenidad complació al hombre frente a él, quién pronto pasó a decir algo que si bien era lógico, no lo esperaba.—Si decides aceptar debes tener una cita con mi médico de cabecera para hacerte un chequeo y luego mostrarmelo antes de comenzar con nuestro.. acuerdo—parecía dictar reglas estrictas de alguna institución ajena.—Haré lo mismo y así estarás seguro al estar sexualmente conectado conmigo.

—Entiendo—puta madre, por supuesto que no lo hacía pero fingir un poco no estaba mal después de todo.

—Podría verte cada tarde tres veces a la semana si estás de acuerdo, ¿estudias?—asintió, conteniendo el aliento por lo fuerte de la situación. Era tan frío, tan distante y la vez le exitaba de una manera increíble.—Bien, me gustaría que pudieses facilitarme tu horario para adaptarlo con el mío.

—Puedo verte sin problema después de las cuatro.

—Perfecto—el pelimenta no podía estar más complacido, maldita sea.—¿Tenemos un acuerdo?—esos ojos imposiblemente oscuros penetraron más allá de lo que alguno admitiría, anticipándose a lo que ese frágil cuerpo pudiera ofrecerle, lo que lograrían de consumar tal pacto. Jimin asintió sin poder negarse, apenas conteniendo la emoción que la victoria de saberse deseado le producía.—Cero sentimientos, cero exigencias más que las acordadas, y exclusividad total a mí hasta que diga lo contrario. ¿Está claro?—asintió de nuevo, creas o no, descarado, sonriendo incluso por tal trato.

—No me has dicho tu nombre—solo tenía una duda, misma que pese a no ser respondida con claridad le hizo terminar de desear que el acto se consumara.

—Eso no importa—lo vió llevarse los dedos a sus labios, acariciando con ellos la suavidad que alguna vez deseaba besar. Era imposiblemente seductor.—Simplemente dime Daddy.

***

Asjaksj, amé esto.

¡Dejen la estrellita aquí abajo!.

Irreversible. © [Yoonmin.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora