Capítulo 23

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Repuesta de aquella confesión, Amble, quiso mostrarle todo su apoyo a Larek.

—Como comprenderás no es un asunto del que toda mujer vaya confesando tal suceso de una bajeza tan humillante—interrumpió Rashida a Asia.

—Me siento una estúpida, créeme. No pretendo ser insensible ante este tipo de asunto, solamente que no vimos ninguna actitud que nos hiciera sospechar que Sheldon cometería un delito tan execrable hacia sus oyentes—defendió su postura Asia.

Amble se sentía tan avergonzada, que no sabía si levantarse y autoflagelarse—de manera simbólica eso si—. Había cometido la mayor estupidez de toda su vida.

De nuevo, su Smartphone empezó a vibrar:

— ¿Dígame?—contestó.

Al otro lado de la línea, una voz que no lograba a identificar, la amenazó de muerte si no dejaban de investigar el paradero de Mark Lachner.

A medida que se iban internando más en el interior del templo, Lachner, miraba con asombro las columnas repletas de jeroglíficos que conjugaban a la perfección la magia y religión. Algo que los antiguos egipcios sabían coordinar a la perfección.

Sin embargo, a día de hoy, todavía se podía respirar toda la esencia para lo que fue construido.

Quizás en otro momento, la versión que daba Mahmood hubiera sido tomada a modo de broma. Pero dadas las circunstancias y que el reloj corría demasiado rápido, había que saltarse un tanto las reglas. Y mantener la mente abierta, sería la opción más acertada, si quería alcanzar su propósito lo antes posible.

Para esto, debía de aceptar cualquier indicio por muy inverosímil que pareciese.

La sangre del faraónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora