Sin saber muy bien cómo asimilar la situación en la que se veía envuelta, Tara trataba de afrontar el escenario que se abría ante ella.
En su fuero interno, Azlor, no entendía que su labor altruista con el sin techo de la boca del metro, le llevaría a "entrevistarse" con un hombre enmascarado que criticaba su obra. Sin ser crítico literario.
Deseaba con todas sus fuerzas que de una vez, le aclarase que esperaba de ella. La inquietud que asolaba su cuerpo fuera saciada al fin.
El enmascarado, abrió un pequeño minibar de la limusina, y se sirvió una copa.
— ¿Desea beber algo?—preguntó por pura cortesía.
—Me va a decir, ¿a qué viene este circo?—inquirió la joven impacientándose.
—No me gusta la gente que no disfruta de los pequeños placeres de la vida. La vida ha de tomarse con sorbitos de paciencia, señorita Azlor—respondió alzando su copa en señal de brindis.
—Solo me invade la curiosidad—aclaró removiéndose en el asiento de cuero negro.
A, Esfinge, le gustaba hacerse derogar en sus explicaciones o argumentos. Y ver a sus interlocutores perder la paciencia por momentos.
—El otro día seguí con gran interés su intervención en el programa de la BBC. Su pasión al defender su postura ante el controvertido tema de la presencia de extraterrestres en el Antiguo Egipto. Y reconozco que, por mucho que se empeñen en silenciarlo es muy posible. Pero quizás, deba de entrevistar a las personas idóneas y no a egiptólogos de pacotilla.
Tara no podía creer lo que oía. En su trayectoria como investigadora, nadie ponía en duda sus investigaciones. Ni mucho menos, había recibido críticas tan duras como la que estaba escuchando esa noche.
—Ilumíneme —respondió sarcásticamente—. Pero sigo sin entender adonde quiere ir usted. ¿En qué me beneficia a mí esto?
—Sus afirmaciones, aunque veraces, carecen de rigor científico. Usted se escuda en años de investigaciones. Pero realmente, ¿han sido contrastadas o han sido elaboradas al azar?
— ¿En este punto se va a poner tiquismiquis? ¿Encima que me asaltan en medio de la calle, no puedo publicar la información de la que dispongo porque según usted no es lo suficientemente creíble? ¿Se está oyendo?—contestó recriminando el comentario.
—Las reglas del juego las impongo yo. No se haga la ofendida. Creía que era usted más coherente. La semana pasada vi a una mujer más aguerrida en el momento que Garish Bowman echaba por tierra su trabajo. ¿Qué pensaba que ese malnacido iba a aceptar su versión? ¡Qué ingenua!—con este comentario dejó claro su intención.
En ese instante, la cara de Tara cambió de color. Se puso pálida. Ahora entendía porque la había elegido a ella.
Su contundencia en defender sus teorías, entraban en contradicción, en el preciso instante en el que no era capaz de reaccionar al comentario de aquel hombre.
—De sus palabras, atisbo cierto rencor a Garish Bowman ¿es cierto?—intuyó.
—Hay otra cosa que necesito saber: Cuando Garish se recuperó ¿qué fue lo que le preguntó?
— ¿Qué tiene que ver todo esto conmigo? No le entiendo—preguntó un tanto confusa—. Él no me preguntó nada, estaba todavía un poco en shock. Fue Asia Amble, que si era posible extraer sonido de las paredes de las pirámides. Por si no lo sabe, me dedico a investigar los fenómenos acústicos que se producen en los lugares arqueológicos—explicó contundentemente.
— ¿No me estará mintiendo? Se lo advierto, si por algún motivo me entero que toda su versión es mentira, la perseguiré y la mataré—amenazó con su dedo índice.
—Se lo aseguro, le doy mi palabra de honor.
En vista de que la conversación iba subiendo de tono, Tara se propuso no sacar de sus casillas al enmascarado.
El hombre que tenía enfrente suya, a regañadientes aceptó por ahora, la palabra de Azlor. Golpeó la ventanilla y la puerta del vehículo se abrió.
—Señorita Azlor, le daré un voto de confianza. Pero si revela que ha mantenido esta conversación con alguien, lo lamentará. Otra cosa, permanezca localizable en todo momento. Seguramente, que nos volvamos a ver. Y entonces, comprenderá lo que le digo.
La chica salió tragando saliva.
ESTÁS LEYENDO
La sangre del faraón
AventureMark Lachner es secuestrado por una antigua sociedad secreta. A pocos días de una exposición, Asia Amble, Conservadora del Departamento de Egiptología del Museo Británico, encuentra por casualidad un diario donde se detalla el hallazgo de una ciudad...