En silencio, Mark escuchaba atentamente las explicaciones de Mahmood.
El arqueólogo pudo comprobar que su guía adoraba su trabajo en el énfasis que daba a cada argumento. Para no cortar el ritmo de la conversación del joven guía, Lachner esperaba ansioso a que terminara de hablar. No perdería la oportunidad de sonsacarle cuanta información pudiera. Sin dejar oportunidad a que reiniciara otra de sus declaraciones, preguntó atropelladamente:
—He leído en alguna revista especializada, que en este templo en algún lugar, hay escondidas unas tablillas de arcilla donde se recogen ciertas instrucciones que seres de otros planetas dieron a los sacerdotes egipcios para construir las pirámides.
—Señor Lachner, hay mucha leyenda sobre este tema. Hay distintas versiones que nadie ha podido contrarrestar. Sin embargo, hay una que para varios investigadores cobra más fuerza: según diversos expertos, Moisés pudo haber vivido su juventud durante el reinado de Akhenaton (o Abraham), el faraón, que reinó entre 1352 y 1335, eliminó a unas dos mil deidades y proclamó que el Sol (Atón, un ser superior) era el único Dios. Tras la muerte de Akhenaton, Moisés y "sus discípulos" podrían haber transmitido el monoteísmo entre los inmigrantes judíos que, atraídos por el magnetismo del "príncipe egipcio", abrazaron el nuevo dogma. Después de la muerte del faraón, sus discípulos escondieron el documento del verdadero origen del faraón en el lugar donde hoy se levanta la actual sinagoga Ben Ezra.
Lachner en su afán de recopilar los máximos datos posibles interrogaba inquisitivamente a Mahmood.
El joven, ante la gran cantidad de preguntas al que fue sometido, empezó a sospechar que ese hombre, ocultaba algo. Enfadado respondió:
— ¿A qué está jugando, señor Lachner? Empiezo a sospechar que no es lo que parece. ¿Realmente es profesor de historia o es arqueólogo? Jamás en mi carrera he sido sometido a un interrogatorio tan fuerte. No me mienta más y dígame de una vez que pretende.
Mark, se vio acorralado en el momento en que su coartada fue descubierta, pero lejos de amilanarse ante su guía, se defendió con uñas y dientes:
—Solo quiero confrontar la veracidad de lo que han publicado ciertas publicaciones, creo que te he pagado bien para que te hagas el ofendido. Si no quieres seguir con la visita guiada, es mejor que me lo digas y contrato a otro.
El tono de voz de Lachner, dejo claro a Mahmood que no iba a consentir cualquier tipo de ofensa hacia su persona. Él estaba a su servicio y debía de entregarse en cuerpo y alma. Y tendría que responder a cada una de sus preguntas, tanto si le gustara como si no.
Asia sentía el impulso de hacerle una pregunta a Garish, que llevaba tiempo queriéndosela hacer:
— ¿Por qué no me dijiste que Sheldon Dorman había sido asesinado?—preguntó Asia con voz temblorosa.
— ¿Lo conocías?—repuso Garish casi sin aliento.
—Efectivamente, nos gustaba asistir a sus conferencias. Siempre salíamos impresionadas de su poder de convocatoria. El profesor Dorman, fue durante varios años un referente para mí. Con él, aprendí más que en la universidad. Por eso, cuando se le acusó de intento de violación, mi primera reacción fue de no creerme nada de lo que la joven declaró. Supuesto que con nosotras se comportó de forma ejemplar— apostilló Asia contundentemente.
Rashida al oír la defensa que hacia su amiga del profesor, se quedó muy preocupada. En sus propias carnes, vivió un episodio que tardaría mucho en olvidar. Tras este desgraciado incidente, provocó en su prometido que sintiera asco de él mismo. Al exponerla como conejillo de indias ante un depravado sexual. Sin poder, callarse la boca, Larek rebatió enérgicamente:
—Me sorprende tu actitud, Asia. Al comprobar que defiendas a un violador.
—No sé a qué te refieres—repuso Asia sorprendida.
—Sheldon era un pervertido que no dudaba en meterte mano cuando la situación lo requería, sin ambages. Nada le paraba. Hace cosa de un año aproximadamente, yo sufrí un intento de abuso sexual. Y te aseguro que es una experiencia horrible—confesó con lágrimas en los ojos.
Por su parte, Bowman abrazó a Rashida, para consolarla.
—Así es, Asia. Toda mi vida cargaré con la culpa en mi alma por haberla expuesto a semejante lagartija. Fui un tremendo idiota. Por mucho que Sheldon fuera mi mentor, lo he maldecido millones de veces. Nunca podré perdonarme—replicó con furia.
Después de esto, la joven conservadora guardó silencio durante un tiempo prudencial.
—Lamento mucho lo que te sucedió, de veras. De haberlo sabido antes...
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La sangre del faraón
AdventureMark Lachner es secuestrado por una antigua sociedad secreta. A pocos días de una exposición, Asia Amble, Conservadora del Departamento de Egiptología del Museo Británico, encuentra por casualidad un diario donde se detalla el hallazgo de una ciudad...