Capítulo 33

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Cansado de salir corriendo detrás de Lachner, Michael Tullen llegó a la conclusión que la tozudez de Lachner había sobrepasado la línea roja.

Michael apostó mucho en su nuevo proyecto. Se le iba la vida en un suspiro. Estaba decidido a hacer lo que fuese para que su carrera, no cayera en el olvido. Empezaba a verle las orejas al lobo.

A día de hoy, se había dejado manipular de una forma tan deliberada que su amor propio había caído varios enteros en cuestión de horas.

Además, asumió riesgos que en otras ocasiones ni hubiera imaginado. Considerando que llegado el momento oportuno, podrían pasarle factura en el caso de no ser capaz de jugar bien sus cartas.

Tras la crisis de dos mil ocho, muchos museos tuvieron que cancelar o aplazar las expediciones que tenían previstas por falta de financiación pública. Hasta tal punto, que tuvieron que reducir su presupuesto inicial.

Con el fin de atraer inversores, que inyectarán dinero, ofrecieron ventajas fiscales a empresarios filantrópicos. Que pudieran paliar la situación económica.

Después de mucho indagar, a Michael, el destino le puso en bandeja de plata la solución definitiva a sus problemas. Aunque vender su alma al mismo diablo, no entraba en sus planes. Al fin y al cabo, era una emergencia.

El Museo Metropolitano de Nueva York es uno de los museos más destacados del mundo. Situado en la Quinta Avenida, colindando con Central Park. Fue fundado por Robert Lee Jenkins, un ejecutivo ferroviario que donó su colección de arte privada al museo.

Markus Shender había soportado un enorme escarnio en carne propia. Su popularidad descendió bastante cuando se vio envuelto en un presunto delito de tráfico y falsificación de arte. Sin embargo, debido a sus influencias políticas no tardaron en sobreseer el caso.

Como gran filántropo donó numerosas cantidades de dinero al Met. En compensación, el director sugirió a Markus que cediera parte de su gran colección. A lo que el empresario aceptó.

La presencia de Shender en el museo seria el reclamo perfecto para otros mecenas.

Michael admiraba la extensa colección del empresario. Cuando oyó la voz de una mujer:

—Señor, champán

— ¡Por qué no!—contestó con una sonrisa a la camarera.

Markus no pudo dejar de mirar al hombre, que apreciaba con somera admiración su colección. Para saciar su curiosidad, se acercó para entablar una conversación:

—No he podido evitar mirar como aprecia esta pieza. ¿Acaso es arqueólogo?

—En absoluto, mi nombre es Michael Tullen, investigador. En mi último libro, afirmó sin error a equivocarme que los lugares sagrados que se han construido en el planeta, están orientadas más bien como puertas parar purificar nuestros pecados. Y su distribución en el espacio corresponde sin duda alguna, a una serie de convicciones religiosas.

—Interesante—contestó Shender después de dar un sorbo al champán.

La conversación empezaba a ser fluida entre los dos hombres.

— ¿Y dígame, a qué ha venido?

—Estoy preparando un nuevo proyecto, pero debo encontrar patrocinadores. Debido a mis teorías, según ellos, conspirativas, he perdido toda financiación. Y un día, vino a mi cabeza como la filantropía está muy arraigada en este país. Aunque usted tiene acento británico.

—Efectivamente. Ha tenido suerte, pero tendrá que hacer cosas, digamos que no tendrá opción.

Tullen torció el gesto.

Shender explicó cuál sería su misión. Por su parte, Michael sopesó mentalmente las alternativas y los daños colaterales que supondrían aceptar. No era ni por asomo una de las misiones que despertara el interés de Tullen. Pero si quería obtener su objetivo, tendría que acceder.

—Eso sí, no deberá de nombrarme bajo ningún concepto. Si lo hace, me negaré a pagar los gastos—sentenció Shender.

Para Michael, actuar de espía era una responsabilidad añadida.

Ya se había contenido lo suficiente. No dejaría pasar la oportunidad de hacerse con el control de la situación.

A todo esto, buscaría la ocasión de hacerle entender a Mark que él era imprescindible para la misión.

Después de recordar porque estaba ahí, cargándose su mochila a susespaldas, Michael retomó la marcha. Con aires renovados.

La sangre del faraónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora