Capítulo 31

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—Hola, amor —digo acercándome a Lucca con una sonrisa en los labios.

Está apoyado en su auto. No sé porqué está afuera de él, lo podrían ver. No me importaría pero quizá a él sí.

—¿Qué tal fue la cena? —pregunta serio.

Está celoso, de eso no me cabe duda porque sino, no estaría aquí afuera esperando por mí.

—Mejor de lo que esperaba —respondo para picarlo. Lo abrazo por el cuello cariñosamente y siento como se tensa ante mi respuesta—. Pero todo el rato que estuve con él, quise que en lugar de él, fueses tú el que estuviese ahí conmigo.

No dice nada. Se queda en silencio mirando al suelo, así que sigo hablando.

—¿Qué haces aquí? —pregunto suavemente para que no se lo tome a mal.

—Tenía ganas de verte y por impulso vine hasta aquí, aun sabiendo que estarías cenando con otro —responde frío. Su mirada sigue en el suelo y en ningún momento alza la mirada para mirarme.

—Me alegra que hayas venido. Yo también tenía ganas de verte —me callo y levanto su rostro haciendo que nuestras miradas se entrelacen—. Siempre tengo ganas de verte —finalizo diciendo con una sonrisa.

—¿Te trató bien?, ¿no se sobrepasó contigo?

—Sí y no. Fue una simple cena con alguien que conozco de hace un tiempo. Nada más, amor.

Acaricio la parte trasera de su cabeza, jugando con su cabello. Lo tiene un poco largo y me encanta.

Su gesto se relaja y suelta un suspiro. Tenía miedo de lo que podría pasar entre Adam y yo, pero no debería de tenerlo porque mi corazón es completamente de él.

—¿Has estado todo el tiempo aquí afuera? —vuelvo a hablar.

—No, estaba en el auto y cuando te vi llegar, bajé de él —acaricia mi cintura más relajado.

—¿Por qué no entraste al apartamento?

—No quería molestar a tus amigas.

—Jamás las molestarías —sonrío divertida—, ¿recuerdas que siguen siendo tus fans? —pregunto haciéndolo sonreír.

—Sí pero igual... —me abrazo a él, porque hace frío y porque quiero acurrucarme en sus brazos. Estar en ellos me da paz y tranquilidad. Hundo mi cara en su cuello, aspirando su olor—. ¡Por cierto! —habla de nuevo—, el sábado nos vamos a Houston. Avísale a tus padres.

—Los llamaré cuando esté arriba. ¿No quieres entrar un rato? —me separo un poco de él.

—No puedo, nena. Ya debo irme.

Mi sonrisa cambia por un puchero.

—Solo un rato —suplico.

—¿Y si mejor te quedas conmigo ésta noche?

—Si no te importa traerme súper temprano a trabajar, sí.

—Por eso no hay problema, nena. No sería la primera vez.

—Ya, pero aquí pensando —frunzo el ceño pensativa—, las veces que me has traído, me ha tocado trabajar más tarde. Mañana me toca temprano. ¿Estás dispuesto a despertarte a las siete de la mañana para traerme?

Hace un gesto de disgusto. Va a decir que no, estoy segura. Nadie querría despertarse temprano para nada.

—Pues... —se rasca la nuca.

Le incómoda decirme que no.

—No importa —digo rápidamente, para que el momento no se vuelva incómodo y le doy un beso rápido en los labios—. Nos vemos mañana.

Te voy a amar ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora