Capítulo 43

219 34 0
                                    

Estoy desorientada.

No sé donde estoy ni qué hago aquí. ¿Qué fue lo que pasó?

Intento hablar pero no puedo porque hay un tubo dentro de mi boca que me impide hacerlo.

—Tranquila, cariño —habla mi madre, emocionada. Logro identificar una sonrisa en su rostro y como limpia el agua salada que moja sus mejillas—. Ya te quitarán eso.

Entra a la habitación un hombre vestido como si fuese un doctor, dándome a entender que estoy en un hospital. Se sorprende al verme despierta porque mamá no dijo nada de que estaba despertando. Llama a otras personas y hace salir a mi mamá de la habitación. Entra otro doctor y dos enfermeras. Me quitan el tubo de la boca y revisan que todo esté bien conmigo.

—¿Qué pasó?, ¿qué hago aquí? —mi voz sale ronca y forzada, y mi garganta duele como si me clavaran miles de alfileres. Parece que he estado mucho tiempo sin hablar.

—Te atropellaron y estuviste en coma —contesta uno de los doctores, dejándome en completo shock.

—¿Cuanto tiempo he estado en coma? —logro preguntar pero el dolor en mi garganta es insoportable.

—Tres meses.

¡¿Tres meses en coma?! He perdido tres meses de mi vida acostada en la cama de un hospital inconsciente. No puedo creer que esto me haya sucedido a mí.

—¿Qué es lo último que recuerdas?

Parpadeo y muerdo la parte interna de mis mejillas intentando recordar.

—Recuerdo haber visto a la señora Foster, recuerdo que esa tarde iba a ir a su casa —frunzo el ceño preocupada—. También recuerdo haber estado comiendo helado mientras esperaba pasar la calle pero luego todo se vuelve negro.

—Ahí es cuando tuviste el accidente.

—¿Alguien más salió lastimado?

—Sí, pero no te preocupes por eso. Tienes que descansar.

—No quiero descansar, quiero ver a mi familia.

—Te cambiaremos de habitación y podrás verlos.

Y como dijo, me cambian de camilla y me trasladan de habitación. En el proceso no veo a nadie de mi familia. Me instalan en la habitación y se retiran dejándome sola pero no pasan más de dos minutos cuando veo entrar por la puerta a mis padres. Mamá envuelta en un mar de lágrimas pero con una sonrisa en el rostro.

—¡Dios, Elena! —se acerca rápidamente a mí y me abraza suavemente—. Que susto nos has dado. Han sido los meses más duros de mi vida —suelta en un sollozo.

—Lo siento —susurro, pasando mi mano por su espalda en un intento de tranquilizarla.

—No, cariño, no ha sido tu culpa —habla papá, completamente emocionado y con lágrimas en los ojos. Nunca lo había visto de esa forma.

Mamá se separa de mí y se sienta en el sillón junto a mi cama, mientras que papá se coloca junto a ella quedándose de pie.

—¿Fui la única que sufrió el accidente?

Quiero saber si alguien más tuvo que pasar por lo mismo que yo.

—No, tres personas más sufrieron el accidente. Una de ellas no sufrió graves daños, salió casi ilesa pero las otras dos no corrieron con la misma suerte y fallecieron —explica mi padre.

—¡Oh por Dios! -llevo mi mano a la boca impresionada—. ¿Cual fue la causa del accidente?

—Un conductor ebrio. Está preso pagando por lo que hizo.

Te voy a amar ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora