Capítulo 32

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Voy de camino al trabajo con 10 minutos de retraso porque resulta que ni Lucca ni yo colocamos alarma anoche y nos quedamos dormidos. Nunca he llegado tarde al trabajo pero como dicen, «siempre hay una primera vez para todo», eso igual no me quita la ansiedad que siento en éste momento.

—Lo siento, Lo siento —se lamenta Lucca, mientras intenta manejar lo más rápido posible—. Es mi culpa que llegues tarde.

—No es tu culpa, amor —intento parecer tranquila pero realmente no lo estoy—. Es mi culpa por no haber puesto la alarma. Era mi deber, no el tuyo.

—Igual me siento culpable —une nuestras miradas solo por un momento antes de volver la mirada al frente—. No volverá a pasar, lo prometo.

—No pasa nada, amor. No creo que Jonh vaya a despedirme, es la primera vez que me sucede. Supongo que sólo me dará una advertencia y listo —digo para quitarle la preocupación pero de todas formas, eso es lo que pienso. No creo que Jonh me despida por esto. Bueno, realmente espero que no.

Finalmente aparca afuera de la cafetería y antes de bajarme, le doy un beso rápido en los labios como despedida. Entro casi corriendo al lugar y lo primero que me encuentro es a Adam en la caja, que al verme, me mira confundido.

—Buenos días —saludo apresurada.

Sin que diga nada, me voy a cambiar. Lo hago lo más rápido que puedo, tanto así, que casi termino en el suelo por tropezar con mis propios pies.

—Aquí estoy —digo, colocándome en mi lugar de trabajo.

—¿Por qué llegas tarde? —pregunta Adam confundido—. Según mi tio, es la primera vez. Dice que siempre llegas antes.

—Lo siento. Es que se me olvidó colocar la alarma para despertarme y me quedé dormida —digo avergonzada.

No necesita saber más que eso.

—Que sea la primera y última vez que pasa esto, Elena —se coloca al otro lado del mostrador, frente a mí—. Somos amigos y te llevas bien con mi tio pero no por eso vamos a permitir irresponsabilidades. ¿Está claro?

—Más que claro —asiento—. No volverá a suceder.

Asiente y se va a su oficina.

~*~

—¿Ya te vas? —escucho la voz de Adam detrás de mí.

Estoy en la sala donde están los lockers. Me estaba cambiando el uniforme por mi ropa para irme a casa.

—Sí —respondo guardando las cosas en mi mochila.

—¿Te puedo acompañar hasta tu apartamento? —pregunta ansioso, apoyado en la pared.

—Sí, puedes —le muestro una sonrisa rápida sin mostrar los dientes. Cierro mi locker y agarro mi mochila—. Vamos.

Camino hasta la puerta y me deja salir primero para luego salir él de la sala.

—¿Ya terminaste por hoy? —pregunto para entablar conversación.

—Sí, mi tio me dijo que podía irme si quería.

—¿Por qué no vienes en tu auto a trabajar? —sacudo la cabeza—. Lo siento, estoy haciendo muchas preguntas —digo avergonzada—. No tienes porque responder a eso.

—No importa, puedo responderlas —murmura con una pequeña sonrisa que se me antoja satisfecha—. Hace unos meses me mudé cerca y vengo a la cafetería andando —explica mientras salimos del local.

Te voy a amar ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora