|Mᴏᴍᴇɴᴛᴏ I|

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INICIO


Pasando entre los nuevos cadetes, mirándolos con un característico ceño fruncido y los ojos aparentando sed de sangre, el instructor Roth Meyer inspiró con fuerza para que su pecho erguido le brindara una imagen mucho más intimidante de la que ya tenía por naturaleza. Fue el chico de cabellos tan claros como el sol, con pecas en todas partes y el miedo pintado en sus cuencas temblorosas, la que instó al hombre a detenerse frente a él, riéndose internamente de su pésimo intento por ocultar el miedo saliéndosele por los poros de la piel.

El cabello cano del instructor emitió un destello cuando giró a su izquierda, centrando sus claros orbes con los oscuros del muchacho. La respiración pesada que tenía, casi hizo orinar al pobre chico, y pudo jurar que una gota de pis se le salió cuando Roth Meyer escupió a su lado, con absoluta molestia e indignación ante su torpe saludo militar.

—¡Dime tu nombre y de dónde vienes, sabandija! —exigió en voz fuerte, asustando a más de uno.

—¡Oribe Blaz, señor, de Mitras!

El superior hizo una mueca.

—¡Ahora dime tu razón para estar aquí!

—¡Para entregarle mi corazón a la humanidad, señor!

Roth Meyer bufó.

—Escúchame bien: aquí no queremos niños idiotas y mimados de Mitras.

—No lo seré, señor —respondió firme.

Su elección de palabras fue tan mala, que casi le dio un tic nervioso en el ojo izquierdo al instructor.

—Yo creo que sí —arrastró las palabras con su ronca y tosca voz, simulando una melodía que le causó escalofríos a su nuevo estudiante.

—Señor...

—¡No te atrevas a contradecirme! —interrumpió dando un paso al frente que Blaz evitó retroceder.

—Lo siento, señor.

—¡Y no hables a menos de que se te sea indicado!

—Sí, señor —otro error. Ya se le notaba a kilómetros el sudor debajo de las axilas.

—¡¿Qué acaso tu pequeño cerebro de ratón no entendió?! —Esta vez, el muchacho se quedó en silencio—. ¡Contesta!

—¡Sí, señor!

El señor Meyer lo miró de soslayo con el falso desprecio reflejado en sus ojos verdes, continuando con su rito de iniciación. Realmente no los odiaba, pero el primer día en la Tropa de Reclutas era muy importante, solía creer que eso los ayudaría a fortalecerse y estar alertas a partir desde ese momento; por eso, incluso ante sus miradas llenas de temor y odio, no se detenía.

SILENCE || Levi Ackerman (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora