|Mᴏᴍᴇɴᴛᴏ V|

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EL SECRETO DE ERWIN SMITH


Sus botas llenas de lodo hicieron eco a lo largo del solitario pasillo en donde las oficinas de los superiores se encontraban. Pronto sería la media noche, tan solo un par de horas después de la cena, y la mayoría de sus compañeros seguramente ya estarían dormidos, incluso Ritter, quien se merecía un descanso más que nadie luego de haberle roto la nariz. Geheim no se sentía orgullosa de este último hecho, sino que la culpa la perseguía a cada instante, pero ahí estaba ella, con el corazón en una mano y el alma en la otra ante el miedo que sentía. Sabía que el acto de su entrenamiento estuvo mal, o al menos luchar de ese modo, según el instructor Meyer, y temía llevarse un castigo bien merecido.

Se detuvo frente a la puerta con un pequeño letrero que rezaba el nombre de su capitán y tocó un par de veces. Tras la madera, se escuchó un "adelante" que la animó a entrar. La oficina podía ser de tamaño medio, tan parecida al resto con estantes de libros, el escritorio, las sillas y la enorme ventana que permitía a la luz de la luna ingresar y alumbrar todo, pero en ese instante, no hubo escenario más terrorífico que ese ante sus ojos marrones.

Erwin Smith se encontraba firmando una enorme pila de documentos, con la mirada fija en ello, hasta que sus pasos le llamaron la atención, junto con el saludo exagerado de la milicia que formó a causa de los nervios.

—Geheim Brandt —habló escaneándola de arriba hacia abajo con el color del cielo, solo por un par de segundos para estar seguro de su visita—, creí que serías Hange.

—¿Me necesitaba, capitán?

El rubio no le entendió, pero decidió explicarle el motivo de su llamado para no verse grosero. En ese momento no tenía demasiado tiempo, mas algún día tendría que hablar con ella sobre eso alguna vez.

—Me disculpo por la hora, pero vi que eras una de las pocas en disposición y necesito que le lleves esto al cabo Levi —señaló otro montón de hojas.

Asintió y se apresuró a tomarlo sintiendo como la tranquilidad la invadía de nuevo.

—¿Algo más?

El hombre de cejas prominentes la miró con seriedad, al ser una oración breve, se le facilitó comprender.

—Supe lo del entrenamiento de hoy —y la paz se esfumó—, no voy a darte una sanción si eso es lo que crees, únicamente trata que no se repita.

Sí, señor.

Geheim notó el cuerpo de su superior relajarse en la comodidad de su silla al ver su trabajo disminuido con su ayuda.

—Buenas noches, Geheim.

—Buenas noches, capitán.

Apresurada y con una mezcla de alivio, se encaminó al despacho del soldado más fuerte de la humanidad. Ya estaba un tanto más tranquila con la idea en mente de haberse salvado de un castigo, que el trayecto a la siguiente oficina se le fue en un pestañeo. Debió pensarlo un poco mejor antes de tocar la puerta, pero la verdad era que estaba tan encantada con no tener que hacer trabajo extra, que le restó importancia al nombre del hombre a quien estaba a punto de molestar.

SILENCE || Levi Ackerman (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora