|Mᴏᴍᴇɴᴛᴏ XII|

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Al regresar al cuartel principal, en la entrada la esperaba un Ritter sudoroso acompañado de su capitán y un loco de la limpieza con el ceño fruncido y la camisa blanca ciñéndose a su marcado abdomen

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Al regresar al cuartel principal, en la entrada la esperaba un Ritter sudoroso acompañado de su capitán y un loco de la limpieza con el ceño fruncido y la camisa blanca ciñéndose a su marcado abdomen. El carruaje comenzó a bajar la velocidad para detenerse frente a ellos.

—Esos tres parecen tus perros guardianes. —Su voz no fue cómica, pareciera que ese hecho en verdad le molestaba.

Se bajó de un salto y caminó en dirección a las tres figuras masculinas con una sonrisa plasmada hasta que sus ojos oscuros chocaron con el plateado y la tranquilidad que le habían brindado Erwin y Ritter se esfumó en cuestión de segundos.

—¿Todo en orden? —Se apresuró el líder de escuadrón.

—Más que en orden, Erwin, sabía que no me arrepentiría de mi elección, encuentro este lugar demasiado... —dio una fugaz mirada a la soldado haciéndola retroceder inconscientemente— interesante.

—Es una buena noticia —se limitó a responder.

—Ahora, necesito hablar con el comandante.

Geheim tomó del brazo a su mejor amigo con fuerza para agarrar valor. A su lado se sentía a salvo.

—Está en una junta privada con el comandante Shadis.

—No me interesa —le restó importancia con un movimiento de mano—, seguramente me concierne a mí también. —Avanzó un poco y se detuvo a un lado de la recluta—. Fue un excelente día, belle fille, ansío el momento en el que se repita.

El pelirrojo logró sentir el temblor de su hermana y la abrazó con fuerza por los hombros dejando que ella se refugiara en el calor y sudor de su pecho.

Tsk, el peor apodo jamás inventado —exclamó el azabache una vez que los tres hombres se alejaron.

—¿Te hizo algo? —La muchacha negó con la cabeza y le sonrió con apocamiento. Los músculos de Ritter se relajaron de inmediato.

—Está bien, Bleier, deja de ser un paranoico —lo regañó el soldado más fuerte de la humanidad—, parece que no te has metido en líos hoy, no te veo con una pierna atorada en un balde o el cabello hecho un desastre.

Una risita burlona se le escapó al pelirrojo y le dio ligeras palmadas en la cabeza a su hermana.

Sin embargo, Levi estaría mintiendo si dijera que la ausencia de una sonrisa avergonzada por parte de la mocosa muda no lo había sorprendido, porque vaya que jamás hubiera esperado su semblante frío careciente de aquel sonrojo que la caracterizaba cada vez que él le dirigía la palabra; así como también estaría mintiendo si dijera que no le interesaba el motivo de su actitud, porque nadie podía cambiar de la noche a la mañana... o tal vez ella era la excepción. Pero la situación no terminó ahí, sino que aumentó cuando ella dejó de presentarse a la cena durante los siguientes días, y cuando decidió indagar, se dio cuenta de que haberle preguntando a la cuatro ojos no había sido la decisión más acertada que hubiera tomado.

SILENCE || Levi Ackerman (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora