|Mᴏᴍᴇɴᴛᴏ III|

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LEGIÓN DE RECONOCIMIENTO


Una larga fila se extendía entre las construcciones del pasillo principal del cuartel general de la Legión de Reconocimiento. El sol estaba en su máximo punto, pero ninguno de los nuevos reclutas se quejaba por ello, sino de la tardanza del líder de escuadrón, colocado al fondo del pasillo y sentado frente a una mesa de madera, para pedir los datos y brindarles el papeleo de ingreso.

Geheim estaba a la mitad, ni muy cerca ni muy lejos, con antiguos compañeros y otros extraños que iban de tropas distintas. Fueron admitidos en las tropas de la Legión de Reconocimiento, o, como la gente de las murallas los llamaba, "los locos suicidas comida de titán", parte de la milicia que se encargaba de salir fuera de los muros en busca de información y exterminio de los titanes; claro que a Ritter lo aceptarían en donde fuera siendo el primer lugar de su generación, pero con todo y eso se emocionaron de igual manera cuando se vieron emprendiendo el viaje a su nueva casa.

Se sentía nerviosa, cosa que no le pasaba desde hacía años, y eso molestaba, porque a pesar de ser más alta, más fuerte y capaz de derribar a su mejor amigo con un poco de tiempo, seguía siendo la misma niña en su interior, esa a la que le aterraba el contacto de personas desconocidas y que seguía llorando cada noche por su madre. Nada había cambiado dentro de ella, su promesa seguía intacta, así como sus emociones y sentimientos.

La fila avanzó tan solo un poco al cabo de unos minutos, para entonces, no podía estar más sudada, y los abrazos de Ritter no ayudaban demasiado en eso. Ya cansada, se alzó en puntitas para ver qué tanto faltaba, sabiendo de antemano la respuesta.

—¿Crees que nos hagan pruebas? —preguntó Ritter, a lo que ella se encogió de hombros—. Espero salir positivo en la prueba de "guapura".

Geheim lo miró sonriente y recargó la cabeza en su pecho.

—¿Por qué tenías que cortarte el cabello? —cuestionó con tristeza el pelirrojo.

No le parecía que hermana se viera mal con el pelo a ras de la oreja, pero extrañaría poder halar de él cuando jugaban a las luchas en barro, pues eso le brindaba gran ventaja. La chica se encogió de hombros, cuando la verdad era que su cambio se debía al temor de que su larga cabellera le obstruyera la visión durante las expediciones, no planeaba ser comida de titán tan pronto.

—Escuché que esto solo es el principio, que sólo preguntan tu nombre y ciertas cosas y realmente son muchas más pruebas —Ritter retomó el tema con desgane.

Y si es así, ¿por qué tardan tanto?

Los labios de Ritter se fruncieron en un puchero y se encogió de hombros fijando su vista en un chico que acaba de salir de la fila.

No supieron la respuesta hasta que no fue su turno. Frente a ellos se encontraba una pequeña mesa de madera, con una mujer de cabellos castaños peinados en una coleta, gafas grandes y una cálida sonrisa, aunque algo de locura reflejaban sus ojos.

SILENCE || Levi Ackerman (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora