|Mᴏᴍᴇɴᴛᴏ II|

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TIEMPOS DE CADETE


—¡Más rápido, Brandt, mi abuelita puede con más peso! —gritaba Roth Meyer con rudeza cerca de su oído, o no exactamente cerca, pero sin duda así era como lo sentía.

Una tormenta azotaba con fuerza las tres murallas en las que la humanidad se vio obligada a refugiarse ante la amenaza latente de seres gigantescos que gozaban de asesinarles. Cien años de absoluta paz, con enormes paredes rodeándolos, no debería durar para siempre, era lo que Geheim se repetía día con día desde que tuvo uso de razón. Existían demasiadas cosas a las que no les encontraba sentido alguno, y miles de preguntas que le hacían perder el tiempo, fantaseando con un mundo perfecto al lado de su madre, durante sus descansos del entrenamiento. Aun así, pensar no le dejaba nada bueno, fue lo que le dijo el instructor una vez que la descubrió distraída mientras hacía lagartijas, lo que sí, era fortalecerse, cosa a la que Geheim no objetaba en lo absoluto. Algo de razón tenía que tener ese hombre con cabello cano al que le gustaba torturarlos comiéndose cualquier cosa mientras a ellos el sol los deshidrataba.

La tristeza y destrucción que los llamados titanes causaron a la humanidad durante tanto tiempo, era algo que les robaba el sueño a más de uno dentro de las murallas, y mientras el lapso de paz se terminaba, o encontraban un método mucho más efectivo para acabar con ellos y que el dolor se terminara, Geheim tenía que hacerse fuerte para poder pelear por la vida de su madre, y enfrentarse a los monstruos que yacían ocultos entre las sombras de las paredes que los protegían de ser comidos, no solo los del exterior.

Así que, aunque la sensación de sentirse empapada le molestaba, tenía que seguir luchando y entrenando. Pasaba del medio día y ya estaba cansada, con las mejillas rojas y el cabello pegándosele a la frente. Llevaba solo una semana de entrenamiento, pero era más duro de lo que hubiese podido imaginar. Su cuerpo ya lucía múltiples moretones y cortadas, posibles fracturas y raspones en todos lados, pero ni siquiera con eso iba a rendirse, estaba decidida a convertirse en alguien fuerte capaz de cumplir su promesa.

Luego del grito del instructor, y como si le hubieran encendido fuego en el trasero, inspiró fuerte, ignoró el temblor de sus piernas, enderezó el cuerpo y avanzó más rápido. No le importó ser la última en terminar, eso no demostraba nada, e ignoró las burlas de sus compañeros, mientras que a lo lejos, un chico de cabellos color fuego la miraba impresionado. Hacía solo un par de minutos que la tormenta se había desatado, pero Geheim no parecía pensar en detenerse hasta no terminar con el trabajo, y no porque Meyer se lo ordenara, sino porque ella se había negado a cuanta ayuda se le ofreció.

Los ojos del instructor brillaron. ¿Se había equivocado en aquella elección? Era muy pronto para saberlo.

—¡Apresúrate si no quieres quedarte sin cenar!, ¡que no tengo todo el día! —la apresuró una vez más.

SILENCE || Levi Ackerman (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora