|Mᴏᴍᴇɴᴛᴏ ғɪɴᴀʟ|

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Fue así como terminaron dentro de la reducida habitación, con una única mesa colocada en el centro, Geheim Grunewald posicionada en una de las puntas, y Comandante y Capitana paralelos a ella

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Fue así como terminaron dentro de la reducida habitación, con una única mesa colocada en el centro, Geheim Grunewald posicionada en una de las puntas, y Comandante y Capitana paralelos a ella. Las esperanzas de Keith Shadis murieron en cuanto su antigua subordinada pronunció un: "yo no los maté". Él sabía que mentía, mas no entendía la razón. En su cabeza no existía cavidad alguna para tal respuesta, comenzó a pensar que en verdad era una vil mentirosa que recién había descubierto lo útil que la Legión podría serle para conseguir sus objetivos. Sí, eso debía ser, seguramente.

Hasta ese instante, todo lo acontecido giraba en torno a ella y en nadie más, la muerte de muchos de los suyos corrían a manos de una chiquilla que se mostraba aparentemente ignorante a lo que era capaz de crear. Existían dos posibles razones, —si es que se veía obligado a posicionarse del otro lado para mantener en margen todas las opciones—: Geheim Grunewald había quedado en alguna especie de transe que le impedía recordar lo que hizo, o bien, en realidad buscaba burlarse de todos ellos, haciéndoles más difícil el trabajo.

—No puede negarse a una acusación así —recriminó enderezándose en su lugar—. La Policía Militar ha encontrado el cuerpo del Ministro y su asistente siendo perforados por su propia creación, ¿en serio tendrá el descaro de mentir?

Geheim pestañeó sin pronunciar palabra alguna. Tenía la garganta seca y adolorida, así como todo en su interior era abarcado por un oscuro y profundo vacío que no la dejaba sentir absolutamente nada.

—¿Qué pretende con todo esto? —demandó por una respuesta apretando la mano en puño sobre la mesa—. ¿De qué le sirve negar las cosas, ahora que se ha descubierto que su madre está muerta? Erwin te lo dijo, te dijo dónde se encontraba —alzó el tono un poco más, tratando de que esto tuviera algún tipo de efecto en ella, pero falló, la joven se mantuvo neutral ante cada una de sus acusaciones—. Fallaste, perdiste, ¡Leise Grunewald está muerta al igual que el Ministro! ¡La única persona que puede saciar nuestras dudas eres tú y te niegas a hablar!

—Shadis-Danchō —la líder de escuadrón le llamó la atención por segunda vez cuando se colocó de pie abruptamente, dejando tambaleante la silla—. Estamos aquí para redactar una defensa, no lo olvide.

—¿Y cómo planea usted que hagamos tal cosa si ella no abre la boca y suelta lo que sabe?

Yo no sé nada.

El Comandante bufó al no entenderle, hasta que Hange Zoë se lo tradujo.

—¿Espera que le creamos así como así?

—¿Y usted pien-sa que confía-ré en ustedes así como así? —indagó de vuelta con la voz entrecortada y afónica—. No hable sin saber.

—¿Y cómo espera que la ayudemos si se niega a contarnos lo que sucedió realmente con Rächer Königreich?

La antigua recluta movió los labios sin pronunciar sonido alguno. Su boca agrietada y pálida formuló palabra tras otra, haciendo sentir a la cabecilla de la Legión como un completo idiota por no entenderle.

SILENCE || Levi Ackerman (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora